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¿Los animales pueden sufrir trastorno de estrés postraumático?
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contra nuestra visión antropocéntrica

¿Los animales pueden sufrir trastorno de estrés postraumático?

Las experiencias atemorizantes pueden tener efectos duraderos en la vida silvestre (igual que nos sucede a nosotros, los humanos)

Foto: Fuente: iStock.
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En los últimos años, se han hecho algunos descubrimientos sorprendentes sobre los animales que han cambiado nuestra percepción antropocéntrica. Aunque hayan evolucionado de manera diferente a nosotros, y carezcan de tecnologías o lenguaje, eso no significa que muchos de los sentimientos o experiencias que considerábamos exclusivamente nuestras también formen parte de su reino.

El miedo es uno de ellos. En general, es bastante corriente pensar que, aunque el temor es un rasgo evolutivo que nos ayuda a sobrevivir de las amenazas, los complicados sentimientos que vienen con él cuando es extremo son una competencia exclusivamente nuestra. Estrés, depresión u otros trastornos provenientes de un temor que paraliza son algo con lo que muchas personas (desgraciadamente) tienen que convivir.

El miedo a los depredadores puede hacer que algunos mamíferos o pájaros tengan menos crías

Sin embargo, los últimos estudios realizados con animales podrían cambiar estas creencias y concepciones. Se ha descubierto, por ejemplo, que el miedo a los depredadores puede hacer que algunos mamíferos o pájaros tengan menos crías. No solo eso, esas crías de ratones, liebres o gorriones estresados por el temor constante también tiene menos probabilidades de sobrevivir en la edad adulta o de reproducirse.

Foto: Los gatos deben adaptarse a sus horarios de comida (Freestocks para Unsplash)

Los hallazgos demuestran la evidencia, que lleva tratando de demostrarse por los ecologistas desde la década de los 20 del pasado siglo: las experiencias atemorizantes pueden tener efectos duraderos en la vida silvestre (igual que nos sucede a nosotros, los humanos), y sugieren que el trastorno de estrés postraumático, con sus recuerdos intrusivos y retrospectivos, es parte de una respuesta antigua y evolucionada al peligro que no solo nos atañe a nosotros, sino a todos los seres que pueblan la tierra.

Las madres más estresadas tienen bebés más pequeños y los niveles elevados de la hormona del estrés también se transmiten de madres a hijas

El miedo puede alterar el comportamiento y la fisiología de los animales salvajes a largo plazo, desde los peces a los elefantes. Las madres más estresadas tienen bebés más pequeños y los niveles elevados de la hormona del estrés también se transmiten de madres a hijas, lo que por ejemplo, ralentizó las tasas de reproducción de las liebres incluso después de que los depredadores hubiesen muerto y hubiese vegetación abundante y disponible para que comieran si sentir peligro. Esto se ha llegado a comparar con el estrés sufrido por aquellas mujeres que vivieron la II Guerra Mundial y cuyo estrés pasó posteriormente a sus hijos que no habían vivido la situación.

No solo sucede con los animales más pequeños y, por tanto, vulnerables. Según informa el ecólogo Graeme Shannon en un reciente artículo publicado en 'BBC', hay paralelismos interesantes entre humanos y elefantes: el trauma en la niñez y la falta de una familia estable son los principales factores de riesgo de trastorno de estrés postraumático en las personas. Y entre los elefantes que han experimentado traumas han presenciado un cambio radical, tanto en su desarrollo como en su comportamiento a medida que maduran. Pueden permanecer en alerta máxima años después de una experiencia aterradora y reaccionar con mayor agresión.

La mayoría de personas con trastorno de estrés postraumático quedan traumatizadas en combate, ataques criminales o accidentes de coche. Los recuerdos intrusivos del trauma, el estado constante de alarma que puede desgastar las defensas del cuerpo y provocar una enfermedad física surgen de los mismos circuitos cerebrales antiguos que mantienen a la liebre o a la jirafa alerta de linces o leones hambrientos. La amígdala crea recuerdos emocionales y tiene una conexión importante con el hipocampo, que forma recuerdos conscientes de eventos cotidianos y los almacena en diferentes áreas del cerebro. Las personas u otros animales con amígdalas dañadas no pueden recordar la sensación de miedo y, por lo tanto, no evitan el peligro.

Los recuerdos intrusivos del trauma surgen de los mismos circuitos cerebrales antiguos que mantienen a la liebre o a la jirafa alerta de linces o leones hambrientos

Los estudios de imágenes cerebrales han demostrado que las personas con TEPT tienen menos volumen en el hipocampo, una señal de que la neurogénesis (el crecimiento de nuevas neuronas) está alterada. La neurogénesis es esencial para olvidar o poner los recuerdos en perspectiva. El mismo patrón se ha mostrado en ratones salvajes o peces que viven con altos niveles de amenaza de depredadores.

A pesar de todas estas evidencias de que una amplia gama de animales experimentan impactos a largo plazo debido al estrés extremo, muchos psicólogos todavía ven el TEPT como un problema exclusivamente humano. Una muestra más de ese antropocentrismo del que hablábamos al principio. Por suerte, para nuestras mascotas que sufran estrés hay juguetes con los que podemos calmarlos, aunque también es importante hablarlos de manera relajada, no castigarlos y recompensarlos cuando estén tranquilos para no reforzar su miedo y ayudarles a gestionar la situación. En el fondo, todos buscamos lo mismo, pues no somos tan distintos.

En los últimos años, se han hecho algunos descubrimientos sorprendentes sobre los animales que han cambiado nuestra percepción antropocéntrica. Aunque hayan evolucionado de manera diferente a nosotros, y carezcan de tecnologías o lenguaje, eso no significa que muchos de los sentimientos o experiencias que considerábamos exclusivamente nuestras también formen parte de su reino.

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