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¿Por qué nos quedamos en blanco? Cuando el cerebro decide echarse una pequeña siesta
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¿Una forma de descanso aún desconocida?

¿Por qué nos quedamos en blanco? Cuando el cerebro decide echarse una pequeña siesta

Un grupo de científicos ha descubierto que quedarse en blanco y dormirse podrían ser acciones muy similares

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En cualquier lugar y cuando menos nos lo esperamos, de repente, nos quedamos “en blanco”. Esta expresión está muy de actualidad: ¿A quién no le han preguntado en los últimos meses si también se siente distraído como, si tuviera el cerebro fuera de sí, y se ha sentido aliviado al saber que no era el único? En el trabajo, en clase, en casa (por ejemplo, cuando buscamos algo y, de pronto, no recordamos qué estamos haciendo. Una frase ya mítica: ¿Qué estaba haciendo yo?), da igual dónde nos encontremos para que nuesta mente decida echarse una siesta exprés, y no precisamente cuando más cansados estamos.

Echarse una siesta es exactamente lo que haría nuestra mente cuando esto ocurre, es decir, dormirse, por lo que tal vez más que “quedarse en blanco” nos “vamos a negro”, como si nuestro cerebro echara el telón. Esto es lo que han descubierto un grupo de neurocientíficos dirigidos por Thomas Andrillon. "Nuestros resultados sugieren que los lapsos de atención comparten un origen fisiológico común: la aparición de una actividad local similar al sueño dentro del cerebro despierto", apunta el estudio, publicado en la Revista 'Nature'.

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Al dormir, el cerebro experimenta lo que se denomina "ondas lentas" de actividad cerebral en los rangos delta (1-4 Hz) o theta (4-7 Hz) durante el sueño, cuando realizamos movimientos oculares lentos. Esto es lo primero que sucede en el proceso de llegar al sueño profundo, donde suceden los sueños (o pesadillas), cuando los movimientos oculares se vuelven rápidos (REM) . Pero esta acción del cuerpo existe también mientras estamos despiertos, es lo que los científicos denominan sueño local. Esta actividad ha sido estudiada en numerosas ocasiones, pero hasta ahora se desconocía que la actividad cerebral localizada entra en un estado que se asemeja al sueño.

Una prueba "aburrida"

Para el estudio, los investigadores seleccionaron a 26 participantes a los que consideraron sanos y descansados, y analizaron sus ondas cerebrales mediante un electroencefalograma (EEG). Hicieron que los sujetos participaran en una de las pruebas consideradas como una de las más aburridas de la ciencia, la llamada Go / NoGo: Los voluntarios debían ver imágenes de rostros o números que cambiaban cada segundo durante más de una hora, presionando un botón (Ir) cuando veían caras neutrales o cualquier número que no fuera tres, y no presionándolo cuando veían caras sonrientes o encontraban el número tres. Cada 30 a 60 segundos debían detener la actividad para informar sobre su estado mental.

"Las pruebas Go / NoGo requieren la atención sostenida de los participantes, pero nuestros participantes declararon que solo se centraron en la tarea durante aproximadamente el 48% de las sondas. El resto del tiempo, declararon pensar en otra cosa o no pensar en nada", señalan los investigadores.

Al observar los 20 segundos previos a que los participantes dijeran que su mente se había desviado, el EEG registró un tipo particular de onda lenta en áreas localizadas del cerebro. Esto quiere decir, similares a lo que se ve en todo el cerebro de una persona cuando está quedándose dormida. Además, encontraron que cuando las ondas lentas se producían en áreas de la parte frontal del cerebro, este había dejado de estar distraído, mientras que cuando ocurrían en regiones traseras del cerebro, la detección fue seguida por los participantes que informaron que tenían la mente en blanco.

"Creemos que las ondas lentas que estudiamos aquí son generadas por mecanismos neuronales similares a las ondas lentas en el sueño", aseguran los expertos, quienes añaden que "los estudios futuros podrían usar evidencia directa de grabaciones intracraneales o de privación del sueño para establecer más sólidamente esta interpretación". Por muchas investigaciones que existan, nunca serán suficiente para un órgano tan complejo como es el cerebro humano. Tal vez nos quedemos realmente dormidos durantes unos segundos, estando despiertos, o tal vez nuestro organismo posea otra forma de descanso aún desconocido.

En cualquier lugar y cuando menos nos lo esperamos, de repente, nos quedamos “en blanco”. Esta expresión está muy de actualidad: ¿A quién no le han preguntado en los últimos meses si también se siente distraído como, si tuviera el cerebro fuera de sí, y se ha sentido aliviado al saber que no era el único? En el trabajo, en clase, en casa (por ejemplo, cuando buscamos algo y, de pronto, no recordamos qué estamos haciendo. Una frase ya mítica: ¿Qué estaba haciendo yo?), da igual dónde nos encontremos para que nuesta mente decida echarse una siesta exprés, y no precisamente cuando más cansados estamos.

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