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Arsénico, mercurio y vendajes en los pies: las modas más extrañas de la historia
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Arsénico, mercurio y vendajes en los pies: las modas más extrañas de la historia

Vas a echar de menos la comodidad de las hombreras y los pantalones campana cuando descubras las locuras que cometían nuestros antepasados por pura estética

Foto: Fuente: iStock.
Fuente: iStock.

Decía Oscar Wilde (o quizá nunca lo llegó a verbalizar, pero ha pasado a la posteridad así) que la moda es una forma de fealdad tan intolerable que es necesario cambiarla cada seis meses. Quizá por ello miramos nuestras fotos de hace 10 o 15 años y nos echamos las manos a la cabeza, deseando que las hombreras de los 80, los pantalones campana, las toreras o tantos otros complementos de dudoso gusto desaparezcan para siempre en la profundidad del armario y no vuelvan a salir jamás.

Quizá el chándal no sea el colmo de la elegancia y el buen gusto, pero por lo menos es cómodo. A lo largo de la historia, el ser humano ha optado por llevar prendas que no solamente atentaban a la vista, sino que además eran potencialmente peligrosas para la salud. La excusa es que, en muchas ocasiones, había un total desconocimiento al respecto. Hoy repasamos algunas de las modas más locas que ha habido, por si te replanteas aquello de que las hombreras y las camisetas de manga larga por debajo de las de manga corta en el fondo no eran tan horribles.

Color verde arsénico

En la Gran Bretaña Victoriana, el arsénico no solo se empleaba para asesinar, sino también para 'colorear' velas, cortinas, papel de pared y, por supuesto, vestidos, guantes o zapatos que las damas querían en un vivo y precioso color verde. El doctor Turner fue el primero en alertar, allá por 1822, de su peligrosidad, pero hasta bien entrados los años 30 la compañía William Morris (de telas y papeles pintados) exportaba a otros países estas piezas tóxicas, aunque para entonces su distribución ya estaba prohibida en Reino Unido.

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(iStock)

De hecho, la muerte de Napoleón estuvo relacionada con inhalaciones de arsénico desprendido por las paredes empapeladas allá en su exilio en Santa Elena. En 1861, una fabricante de flores artificiales (cuyo trabajo consistía en espolvorear polvo verde impregnado de arsénico en las flores) falleció de forma violenta, convulsionando y vomitando. En la autopsia se descubrió que sus órganos (estómago, hígado, pulmones) estaban plagados de arsénico.

El mercurio en los sombreros

El Sombrerero de Alicia estaba loco, de eso no hay duda, pero quizá si se hubiera estudiado su historial médico se habría encontrado una explicación para su disparatado comportamiento. Se suele decir que en el siglo XIX, aquellos que se dedicaban al oficio se envenenaban lentamente al inhalar el vapor de mercurio que empleaban para tratar la felpa y la piel que cubría los sombreros. Lo hacían porque así conseguían que se mantuviesen derechos.

La larga exposición a este metal se acumula en tejidos y órganos y provoca mercurialismo, una enfermedad que produce problemas neurológicos

La larga exposición a este metal se acumula en tejidos y órganos y provoca mercurialismo, una enfermedad que resulta en problemas neurológicos y produce temblores, espasmos musculares o nerviosismo, entre otros. Hasta mediados del siglo XX no se descubrió la relación entre el uso de este metal y los problemas de salud que provocaba, pero a día de hoy somos conscientes de sus peligros.

Zapatos que eran una tortura

Para presumir hay que sufrir, ya lo dicen. A finales de la Edad Media en Inglaterra, durante los siglos XIV y XV, se pusieron de moda unos zapatos puntiagudos tanto en niños como adultos que destrozaban (literalmente) los pies. Desarrollaban juanetes, que a su vez les producían problemas de equilibrio una vez envejecían, y esto a su vez podía llevarles a perder el equilibrio y caerse, ocasionando caídas graves y huesos rotos, según los estudios arqueológicos de los cadáveres de la época.

Cada pie se bañaba y se sumergía en una mezcla de hierbas y sangre animal, se cortaban las uñas y se doblaban los dedos contra la planta del pie hasta romperlos...

Y no hace falta quedarse solo en Reino Unido, en el siglo X en China, durante la dinastía Song, se convirtió en costumbre aplicar una venda a los pies de las niñas para prevenir su crecimiento. Se volvió muy popular y se consideraba atractivo, por lo que aunque había comenzado siendo una práctica frecuente entre las bailarinas, se propagó hasta convertirse en algo común entre las mujeres de clase alta y la burguesía (las clases trabajadoras no podían hacerlo porque impedía a las mujeres trabajar).

placeholder Comparación entre pies normales y vendados en 1902.
Comparación entre pies normales y vendados en 1902.

El proceso comenzaba a una edad temprana, en torno a los dos o cinco años, y se hacía en invierno para que los pies se encontraran entumecidos por el frío y el dolor no fuera tan extremo. Cada pie se bañaba y se sumergía en una mezcla de hierbas y sangre animal, se cortaban las uñas y se doblaban los dedos contra la planta del pie hasta romperlos. Los dedos rotos se mantenían apretados contra la planta del pie mientras este era estirado hacia abajo, formando línea recta con el resto de la pierna. El arco se rompía a la fuerza. Las vendas eran atadas repetidamente en forma de ocho. La práctica no entró en declive hasta bien entrado el siglo XX.

Maquillaje con plomo y pelucas empolvadas

En general, han sido las mujeres las que más han sufrido el efecto de las modas peligrosas a lo largo de la historia. El maquillaje a base de plomo, que conseguía que la piel pareciera más blanca, se usó tanto en el Imperio Romano como en la Inglaterra del siglo XVI, e incluso antes, pues Cleopatra y sus compatriotas ya utilizaban el famoso kohl negro para protegerse los ojos. ¿El único problema? También estaba hecho con sales de plomo. El maquillaje con plomo dañaba los nervios de las muñecas y provocaba que no se pudieran levantar las manos.

El maquillaje con plomo dañaba los nervios de las muñecas y provocaba que no se pudieran levantar las manos

Y hay que dar crédito a los hombres, pues también han sufrido algunos problemas: las pelucas, por ejemplo, que se pusieron de moda con Luis XIV (que intentaba ocultar su calvicie), pasaron a empolvarse con Luis XV y cada vez se hicieron más altas y espectaculares: no solo provocaban dolores de cuello y cabeza, sino que muchos nobles tuvieron que enfrentarse a problemas con piojos y pulgas.

Lombrices para adelgazar

Hablamos ahora de la dieta keto y similares, pero es un lujo en comparación con algunas cosas que se han hecho en el pasado. Según cuenta la leyenda, a comienzos del siglo XX se puso de moda una peculiar dieta que la mismísima María Callas decidió seguir: el conocido como régimen de la solitaria, mediante un producto llamado Sanitized Tape Worms prometía el rápido adelgazamiento sin ningún tipo de ejercicio, sin efectos secundarios. Consistía en ingerir huevos de la lombriz tenia o solitaria, a menudo en forma de píldora.

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Aristoteles Onassis y Maria Callas

La teoría era que las lombrices llegarían a la madurez en los intestinos y absorberían la comida. Esto causaría pérdida de peso, diarrea y vómitos. Luego, con otra simple pastilla, cuando ya hubieras adelgazado lo suficiente, te desprenderías de los 'bichos'. Por supuesto, la tenia crece y puede producir problemas de vista, meningitis, epilepsia y demencia, por lo que no era la panacea que en principio se prometía.

Decía Oscar Wilde (o quizá nunca lo llegó a verbalizar, pero ha pasado a la posteridad así) que la moda es una forma de fealdad tan intolerable que es necesario cambiarla cada seis meses. Quizá por ello miramos nuestras fotos de hace 10 o 15 años y nos echamos las manos a la cabeza, deseando que las hombreras de los 80, los pantalones campana, las toreras o tantos otros complementos de dudoso gusto desaparezcan para siempre en la profundidad del armario y no vuelvan a salir jamás.

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