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No solo un problema estético: la enfermedad crónica que se oculta detrás de las varices
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No solo un problema estético: la enfermedad crónica que se oculta detrás de las varices

Dolor, calambres, picor, hinchazón o pesadez en las piernas son algunos de los síntomas de la insuficiencia venosa leve, una patología que, si no se trata, merma la calidad de vida

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Hay enfermedades de las que solo se conoce la superficie. Apenas se habla de ellas y, cuando se hace, no se profundiza ni en sus causas ni en las consecuencias que tienen para las personas que las sufren. Es el caso de la enfermedad venosa crónica (EVC), una de las patologías más comunes en la población y el principal motivo de consulta por afecciones vasculares en Atención Primaria. Pero, pese a ser tan habitual, hay una gran desinformación en torno a esta enfermedad crónica; además, está rodeada de mitos —como el de que se trata de un problema meramente estético— que conviene desterrar.

Como su propio nombre indica, se trata de una patología de las venas. Para comprender por qué se produce, debemos recordar que las venas son los vasos sanguíneos que transportan la sangre de regreso al corazón. En el caso de las piernas, este recorrido debe ser ascendente, por lo que, para facilitar este ascenso, disponen de unas válvulas de drenaje. El problema surge cuando, por distintos motivos, estas válvulas no son capaces de devolver correctamente la sangre al corazón; es lo que se conoce como insuficiencia venosa leve, que provoca un reflujo de la sangre hacia el sistema venoso superficial. Como consecuencia, aparecen la inflamación y la hinchazón.

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Foto: Unsplash.

Aumenta con la edad

En España, según los últimos estudios realizados, tanto la EVC como su signo más paradigmático, las varices, afectan a más del 60% de la población. Se trata de una enfermedad más frecuente en mujeres que en hombres, y su prevalencia aumenta con la edad. De hecho, se estima que el 77% de las mujeres mayores de 70 años tiene varices.

Además de la edad y el sexo, encontramos otros factores de riesgo que predisponen a sufrir esta enfermedad, como la raza (es muy poco común en raza negra y asiática), la gestación (el embarazo favorece su aparición) o el sobrepeso. Aquellos trabajos en los que se debe permanecer mucho tiempo de pie o los tratamientos hormonales también favorecen su aparición.

La conjunción de uno o varios factores de riesgo puede facilitar que se alteren tanto las válvulas como las paredes de las venas. En estos casos, se produce hipertensión venosa, que es el hecho fisiopatológico clave que va a desencadenar los principales síntomas: dolor, pesadez, hinchazón, calambres nocturnos, cansancio, quemazón y picor.

Más allá de la estética

Pero, de todos los síntomas, el que está en boca de todos es el de las varices, ya que es el único visible. Aun así, es muy importante recordar que “la enfermedad venosa crónica no es solo un problema estético, sino que produce limitaciones físicas y emocionales en el paciente, así como el consumo de gran cantidad de recursos sociosanitarios”, explican tanto la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) como la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SemFyc) en su guía sobre el manejo de la enfermedad venosa crónica en Atención Primaria. Y destacan que “siendo la enfermedad vascular más frecuente, parece que existe una asunción por parte de profesionales, Administración y pacientes de que se trata de una patología relativamente benigna que convive con resignación entre todos nosotros”.

Pero no hay que resignarse, y más teniendo en cuenta que se trata de una patología crónica. En este sentido, Fidel Fernández, médico especialista en angiología y cirugía vascular, aclara que la EVC “es una enfermedad que es para siempre y es evolutiva. Además, por el sufrimiento que causa, produce una percepción de calidad de vida muy baja, similar la de la diabetes o a las insuficiencias cardiacas”.

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La escala terapéutica

Es necesario, por tanto, ponerle tratamiento. Dado que hay muchos grados, también se deberá ajustar dicho tratamiento teniendo en cuenta la severidad de los síntomas:

1. Modificación de estilo de vida: es la primera recomendación, y con ella se trata de evitar las molestias ocasionadas por factores que podemos evitar. Así, se recomienda:

  • Fomentar el ejercicio físico moderado, como nadar, pasear, subir y bajar escaleras.
  • Cuidar la alimentación y, en caso necesario, seguir una dieta de control de peso, ya que la obesidad es uno de los factores de riesgo.
  • Reposar con los pies elevados durante 10-20 minutos varias veces al día.
  • Evitar permanecer largos periodos de pie o sentados en la misma posición. También debemos procurar no sentarnos con las piernas cruzadas.

2. Terapia compresiva: ayuda a reducir el edema, reflujo y volumen venoso. También mejora la presión transcutánea de oxígeno, aumenta el flujo arterial y el drenaje linfático, y mejora la microcirculación. Puede hacerse con vendajes o con medias de compresión gradual.

3. Fármacos venoactivos: son eficaces en el tratamiento del edema y del dolor producido por insuficiencia venosa leve. Antes de adquirir ninguno, deberemos consultar a un especialista, que puede optar por recomendarnos medicamentos cuyo principio activo se basa en las oxerutinas, como Venoruton, compuestos de origen natural con propiedades vasoprotectoras que alivian los síntomas de enfermedad venosa crónica, reforzando y protegiendo las paredes de las venas, reduciendo la hinchazón y el dolor de piernas y facilitando la microcirculación y la oxigenación a nivel local.

4. Cirugía: cuando la EVC se complica y no es posible frenarla mediante los anteriores tratamientos, conviene acudir a un cirujano vascular para que evalúe la conveniencia de realizar una intervención quirúrgica.

Rompiendo mitos

El principal mito en torno a esta enfermedad es, como hemos dicho, el de que se trata de un mero problema de estética. Pero hay otros mitos que también hay que combatir, ya que pueden comprometer el éxito del tratamiento.

Entre ellos, destaca la idea errónea de que la enfermedad venosa crónica solo se padece en verano. Se trata de una creencia falsa, basada en el hecho de que, a menudo, con el calor notamos más los síntomas. Pero, como explica María Cosp, farmacéutica experta en complementos alimenticios y farmacia integrativa, “la ECV no es estacional, por lo que hay que tomar los medicamentos varias veces al año, y no solo en verano, porque, de no hacerlo así, la enfermedad se agravará”.

Hay enfermedades de las que solo se conoce la superficie. Apenas se habla de ellas y, cuando se hace, no se profundiza ni en sus causas ni en las consecuencias que tienen para las personas que las sufren. Es el caso de la enfermedad venosa crónica (EVC), una de las patologías más comunes en la población y el principal motivo de consulta por afecciones vasculares en Atención Primaria. Pero, pese a ser tan habitual, hay una gran desinformación en torno a esta enfermedad crónica; además, está rodeada de mitos —como el de que se trata de un problema meramente estético— que conviene desterrar.

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