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'Síndrome del impostor' y 'burnout': cuidado con este mix porque puede acabar con tu autoestima (y tu empleo)
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'Síndrome del impostor' y 'burnout': cuidado con este mix porque puede acabar con tu autoestima (y tu empleo)

El psicólogo Miguel Ángel Garabal explica cuáles son las consecuencias de sufrir el también conocido como 'síndrome del fraude' y aclara que es más fácil que aparezca si hay estrés laboral

Foto: El síndrome del impostor puede aparecer más fácilmente en personas que sufren estrés laboral. (iStock)
El síndrome del impostor puede aparecer más fácilmente en personas que sufren estrés laboral. (iStock)

Los psicólogos vienen hablando ya desde hace un largo tiempo del conocido como 'síndrome del impostor' o 'síndrome del fraude', un fenómeno psicológico que se suele manifestar en personas que tienen una gran dificultad para reconocer sus propios logros y que con frecuencia sienten un intenso malestar emocional al pensar que no se merecen los éxitos o el estatus que han adquirido en su carrera profesional y que en cualquier momento serán descubiertos. Es decir, que pese a haber crecido en el entorno laboral y haber conseguido copar puestos de relevancia, sienten que lo han hecho gracias a la suerte y no por méritos propios, por lo que viven con el continuo miedo a que alguien les descubra y todo su entorno se desvanezca.

"Los síntomas principales que caracterizan este síndrome, aparte de la ansiedad y la angustia que supone, son las rumiaciones y la necesidad de llevar a cabo ciertas compulsiones", explica a El Confidencial el psicólogo Miguel Ángel Garabal, responsable del gabinete de psicología Equilibrum y miembro de Doctoralia. Según los estudios realizados sobre el tema y tal y como él ha podido comprobar a lo largo de su trayectoria profesional, cuando alguien padece este síndrome, que tal y como aclara no está considerado como una enfermedad mental, si no como un fenómeno psicológico representado por un conjunto de síntomas, "la persona termina creando un patrón de duda continua acerca de sus propias capacidades y lleva a cabo conductas de forma compulsiva en el intento de poner fin a su preocupación". "Este motivo puede volverse una verdadera encrucijada personal en forma de bucle que cada día alimenta más su inseguridad", añade.

Una de las conductas compulsivas que más se suelen observar en este tipo de síndrome, tal y como indica este especialista, es la de buscar continuamente características de sí mismos que sirvan para justificar y corroborar que su éxito en uno o más ámbitos de su vida es un fraude. De hecho muchas de las personas que padecen este síntoma desarrollan ciertos automatismos en su forma de percibir la realidad, pues tienen una marcada tendencia a atribuir sus éxitos a circunstancias externas a sí mismos mientras que los errores que ocurren a su alrededor siempre se los atribuyen a su propia responsabilidad.

Pero, ¿quién puede padecer el 'síndrome del impostor'?

Según explica Garabal, este síndrome puede llegar a desarrollarse a raíz de una conjunción de dos grandes factores: los rasgos de personalidad y los patrones desarrollados a través de las experiencias vividas tanto en la infancia como en la vida adulta, en los que pasan a tomar partido las experiencias traumáticas, los padres muy críticos o inflexibles, las figuras cercanas que pueden invalidarles, etc.

Las personas que sufren el síndrome del impostor con frecuencia puntúan alto en rasgos de personalidad como la responsabilidad, la minuciosidad y el perfeccionismo. "Suelen ser personas que dan un inmenso valor a la autenticidad y que son excesivamente autocríticas, se exigen y se presionan mucho a sí mismas para conseguir sus logros, y sobre todo, para así evitar su mayor miedo, el fracaso", indica el psicólogo.

"Es por ello -continúa- que suelen ser personas inseguras, con una baja autoestima y que se caracterizan por tener un concepto muy negativo de sí mismas". "Lo curioso de este síndrome, es que suele aparecer en estudiantes con buenas notas y, en mayor medida, en profesionales con éxito", añade. Además, explica que esto se debe probablemente a que uno de los requisitos para padecer este síndrome es disponer de un alto sentido de la responsabilidad y de un alto grado de perfeccionismo. "Podemos decir que son 'humildes perfeccionistas' que deforman la realidad creando la sensación de que los demás son mucho mejores que ellos", resume Garabal.

El 'síndrome del impostor' puede aparecer más facilmente en personas que sufren estrés laboral

Además, el síndrome del impostor puede ir, según explica el especialista, ligado a trastornos del estado del ánimo como la ansiedad y/o la depresión, así como aparecer más fácilmente en personas que ya tienen el síndrome 'burnout' (estrés laboral) o que tienen dificultades para disfrutar de su trabajo sea por el motivo que sea. "Hoy en día compararse con otros y autoexigirse para ser exitoso en la sociedad se ha convertido en algo normal y desafortunadamente, esto hace que se despierten en mayor medida este tipo de síndromes", sostiene Garabal.

Por el contrario, es muy poco probable que este síndrome afecte a personas con poco sentido de la responsabilidad, a las que son incapaces de hacer autocrítica o las que en los test de personalidad obtienen puntuaciones muy altas en narcisismo, pues estos rasgos están muy alejados de la modestia y la inseguridad ligadas al 'impostor'.

Preocupación y el miedo al futuro

"Este síndrome puede superarse", aclara el especialista. Para él es importante entender que tanto la forma de querernos a nosotros, la autoestima, como los patrones de pensamiento y de conducta automatizados, son aprendidos y que por lo tanto, están sujetos a ser modificados reaprendiendo nuevos patrones. "Por otro lado, los rasgos de personalidad no son tan susceptibles al cambio, puede que nos acompañen a lo largo de nuestra vida, pero se pueden aprender a gestionar de una forma mucho más saludable", asegura.

La clave para superarlo está en aprender a no reaccionar de forma excesiva ante las emociones de preocupación o de miedo al futuro y a no realizar conductas compulsivas. "Es muy importante además trabajar mucho en la autoestima, aprendiendo a er más flexibles con nuestras etiquetas y estereotipos y aceptando que somos humanos, que podemos errar y que eso puede llegar a ser incluso bueno para evolucionar", sostiene. Además, según recalca, es muy importante la ayuda profesional en estos casos.

Dos carreras derribadas en una bola de nieve

placeholder Imagen de recurso. (Unsplash)
Imagen de recurso. (Unsplash)

Para Garabal dudar de uno mismo es imprescindible para evolucionar. "Os imagináis a una persona que sea siempre segura de sí misma? Posiblemente debido a ello tenga más facilidad para acomodarse y no progrese lo suficiente... así que toda duda es bienvenida para poder mejorar, pero ha de ir dosificada en su justa medida", sostiene en base a su experiencia, pues a lo largo de su trayectoria profesional ha conocido varios casos en de síndrome del impostor en los que ha visto cómo las dudas continuas y la utilización de cualquier 'feedback' u opinión sobre el trabajo han sido utilizadas por su receptor como un pretexto para cuestionarse su valía tanto profesional como incluso personal.

Garabal pone como ejemplo el caso de una abogada, "de las buenas". "Todo el mundo en su empresa confiaba en ella y su historial de éxitos precedía su fama. Sin embargo, cada noche llegaba a casa y tenía auténticos ataques de ansiedad porque creía que iba a hacer las cosas mal", explica. Ella, pese a ir ganando caso tras caso, pensaba que lo único que estaba logrando era alimentar una bola de falsedad. "Desafortunadamente, terminó cogiendo una baja debido a sus síntomas y ahí fue cuando acudió a consulta", explica el psicólogo, que asegura que esta paciente poco a poco fue trabajando su autoestima y las distorsiones de pensamiento automatizadas que causaban ese autoboicot hasta que mejoró.

"Lo curioso de este caso, es que mientras estaba de baja, sus compañeros contactaban con ella a menudo para que ella pudiera guiarlos o solventarles dudas, y cuando regresó a su trabajo, las personas que habían estado cubriendo su puesto habían tenido muy malos resultados, tan malos, que eso puso la guinda en el pastel para que tomara consciencia de su valía", cuenta Garabal.

Como segundo ejemplo pone el de un consultor de Marketing. En este caso la situación derivó del 'burnout' sufrido en una empresa hasta el 'síndrome del impostor' que apareció de forma más clara durante su primera andadura como emprendedor. Debido al quemazón laboral que sufría este consultor decidió empezar a trabajar por cuenta propia. Sin embargo, aunque había tenido siempre éxito en su sector, empezó a sufrir bloqueos a la hora de vender sus propios servicios llegando a rechazar trabajos similares a los que hacía antes por no sentirse preparado.

Los pocos encargos que aceptaba los realizaba por un bajo coste, pues se sentía timando a sus clientes al ser un emprendedor novato. "Obviamente su emprendimiento no llegó a buen puerto y cesó su actividad. A partir de ahí y debido a su bajo estado de ánimo empezó a ir a terapia", explica Garabal, quien asegura que este paciente después de un par de sesiones comenzó a darse cuenta que los problemas de estrés laboral en aquella empresa anterior habían surgido en gran medida debido al 'síndrome del impostor'. "Lo más interesante de este caso es que volvió a buscar trabajo meses más tarde y a pesar de ser tiempos difíciles, le llovieron ofertas de varias empresas, todo y que supuestamente no valía", indica el psicólogo. Así, en su nuevo puesto el consultor se dio cuenta de que estaba haciendo exactamente lo mismo que cuando era autónomo, y que, además, los protocolos y planes de actuación de la nueva empresa eran bastante más deficientes que los de su propio proyecto, y más caros...

Los psicólogos vienen hablando ya desde hace un largo tiempo del conocido como 'síndrome del impostor' o 'síndrome del fraude', un fenómeno psicológico que se suele manifestar en personas que tienen una gran dificultad para reconocer sus propios logros y que con frecuencia sienten un intenso malestar emocional al pensar que no se merecen los éxitos o el estatus que han adquirido en su carrera profesional y que en cualquier momento serán descubiertos. Es decir, que pese a haber crecido en el entorno laboral y haber conseguido copar puestos de relevancia, sienten que lo han hecho gracias a la suerte y no por méritos propios, por lo que viven con el continuo miedo a que alguien les descubra y todo su entorno se desvanezca.