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Los mapas del amor que dibujaron los intelectuales franceses
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LA CARTA DE LA TERNURA

Los mapas del amor que dibujaron los intelectuales franceses

A mediados del siglo XVII, muchos escritores se reunían en amplios salones para conversar sobre lo divino y lo humano. Un día, llegó una mujer que lo cambió todo

Foto: La Carta de François Chauveau. (Biblioteca Nacional Francesa)
La Carta de François Chauveau. (Biblioteca Nacional Francesa)

En la rue Saint-Thomas-du-Louvre, a mediados del siglo XVII en París, un grupo de hombres refinados y bien vestidos conversan sobre sus amores difuntos. Entre ellos hay una joven que ha sido invitada por su hermano, Madame de Scudéry. La anfitriona, una mujer de mediana edad a la que todo el mundo llama Catalina de Rambouillet, también conocida como marquesa de Rambouillet, se siente sorprendida y animada con la presencia de la muchacha, ya que no está acostumbrada a tener compañía femenina. Y eso se nota, ya que los hombres siempre acaban alargando los debates de manera innecesaria por su maltrecho orgullo.

Estamos en una escena que marcaría un antes y un después en las letras francesas. La conocida como “Estancia Azul” acogía a escritores y diletantes libertinos a los que les gustaba medir su nivel intelectual en trasnochadas batallas dialécticas sobre lo divino y lo humano con sus contemporáneos. Este gusto por la conversación se extendería durante todo el siglo para transformarse tiempo después en el movimiento ilustrado que luego a su vez derivó en corrientes artísticas como el Romanticismo o el Simbolismo.

Los 'mapas galantes' transmitían las ideas del autor sobre el cortejo y sus relaciones con las mujeres en las tertulias de intelectuales

De algún modo, los hombres de aquella época recuperaron la importancia que los griegos atribuían a la Retórica. París era el núcleo de toda esta actividad, que por aquel entonces quedaba reservada a hombres de buena ascendencia social, y entre ellos, una mujer, considerada por muchos historiadores como la primera literata de Francia y del mundo: Madeleine de Scudéry, más conocida como Mademoiselle de Scúdery.

Tímida pero repleta de coraje, se adentró en estos ambientes masculinos, renegó del matrimonio en una época en la que todo lo que una mujer podía esperar se reducía a un buen marido, y se alfabetizó para 'empoderarse' con la ayuda de su hermano Georges, su aliado para llegar a estos espacios tan restringidos a las personas de su género. Años más tarde, fundó su propio salón literario y escribió varias novelas, entre ellas 'Clélie, histoire romaine' (“Clélie, historia romana”, en español), en la que habla de las emociones que más tarde serán la tónica general del movimiento romántico y que influenciarían en las obras del último Rousseau: la melancolía, el tedio (temática que luego recogería de manera extraordinaria Charles Baudelaire), la desesperación o la tristeza. Y la más importante de ellas: el amor, a quien dedicó preciosos mapas que llegan hasta nuestros días gracias a los archivos de la Biblioteca Nacional de Francia, en París.

placeholder Salón de damas literario, de Abraham Bosse. (Wikipedia)
Salón de damas literario, de Abraham Bosse. (Wikipedia)

La 'Carta de la Ternura', un grabado de François Chauveau de 1654 incluida en la novela de Mademoiselle de Scúdery, ilustra la senda por la que los romances transcurren desde su inicio hasta su final. El viaje comienza en la parte inferior, en lo que se denomina como “Nueva Amistad”. Los amantes se conocen y se comunican, sin saber lo que les espera más allá. A lo largo del transcurso del río, los dos amigos se encuentran con dificultades que lastran su trayecto (“Mar de la Enemistad”, “Traición”, “Orgullo”, “Negligencia”, “Lago de la Indiferencia”), a la par que facilidades que consiguen que la relación prospere (“Sensibilidad”, “Bondad”, “Respeto” o “Sinceridad”). Todas ellas llevan al destino más rápido y probable, la del amor impulsivo (“Río de la predisposición”), y más allá, se encuentran los “Territorios Desconocidos” (en una especie de símil con la muerte), la mera amistad, o la del “Amor en Estima”.

Clelia, protagonista de la novela de Scúdery, lideró a las mujeres rehenes de los etruscos, salvándolas de una muerte segura, según cuenta la leyenda romana

“Los asistentes intervenían de forma lúdica, mientras trataban de abordar cuestiones filosóficas más profundas”, explica Daniel Maher en la revista 'City Lab', investigador literario y especialista en literatura francesa. “Los mapas galantes permitían a los participantes de las tertulias mostrar su ingenio a la hora de relacionar el contenido alegórico de las cartas, transmitiendo las ideas del autor sobre el cortejo y las relaciones con mujeres”. Esto es especialmente llamativo en lo que concierte a Mademoiselle de Scúdery, ya que con su 'Carta de la Ternura' no estaba haciendo otra cosa que defender de manera subliminal el sexo fuera del matrimonio, algo impensable para la época histórica en la que está fechada su obra, como asevera Delphine Denis, profesora de Literatura Francesa en la Universidad de la Sorbona.

La leyenda de Clelia

Estas ideas de emancipación femenina negándose a contraer matrimonio, y con el objetivo de cultivarse y entrar dentro de los espacios intelectuales, también se verían en Mary Astell, una de las primeras autoras feministas de la historia, de quien ya hablamos en una ocasión, y quien creía que la educación era el primer requisito para que las mujeres tuvieran un futuro distinto al del matrimonio o al del convento. 'Clélie', la novela de diez ejemplares de Mademoiselle de Scúdery que contiene esta 'Carta de la Ternura', está basada en la leyenda de Clelia, una rehén que los romanos enviaron a la tierra de Porsena como cláusula de las negociaciones de paz en su guerra con los etruscos. En un acto de heroísmo y valentía, ella fue la encargada de guiar al resto de mujeres rehenes a escapar y volver sanas y salvas hasta Roma.

Foto: 'Desembarco de los tercios' de Niccolò Granello.

El Preciosismo se popularizó entre los incipientes círculos literarios de la Francia del siglo XVII gracias a obras como la de Mademoiselle de Scúdery y, como sucede con todos los movimientos culturales, incluso con los actuales, fue juzgada por parte de sus coetáneos. A decir verdad, haciendo un símil con el arte actual, el Preciosismo era manierista y un tanto cursi, como los libros de poesía líderes en ventas y de digestión rápida que proliferan hoy en día. Por ello, autores como Molière ridiculizaron estos textos, escribiendo sátiras como 'Las Preciosas Ridículas' (cuyo nombre ya lo dice todo) en la que no solo se ataca a esta corriente estética, sino también a las mujeres y sus ansias de 'empoderamiento' a través del conocimiento y la actividad intelectual.

Pero no solo a través del texto encontraron una firme oposición, también a través de las imágenes. La Biblioteca Nacional Francesa recoge también la Carta del Reino de la Coquetería, en el que el clérigo François Hédelin, más conocido como el Abad d'Aubignac, se burla de las cartas de Scúdery. En su cartografía, ya advertimos que no se trata de un camino lineal ni de un campo abierto, sino de una isla en medio de un mar tempestuoso al que solo se puede llegar en barco. Al contrario de la Carta de la Ternura, carece de itinerario, y más bien es un espacio reducido repleto de lugares con nombres negativos: “Pereza”, “Libertinaje”, “Abismo de la Desesperanza”, “Lago de la Confusión”…

placeholder Carta del Reino de la Coquetería. (Biblioteca Nacional Francesa, París)
Carta del Reino de la Coquetería. (Biblioteca Nacional Francesa, París)

La única salida disponible para el viajero de esta isla plagada de pecados y amenazas es la que ofrece el “Capitán Arrepentimiento”, que lleva a la “Capilla del Santo Retorno”, lo que ofrece un paralelismo con el mito de Sísifo, el personaje clásico que queda condenado a vivir toda la eternidad empujando una piedra por la montaña y que, cuando consigue llegar a la cima, vuelve a rodar hacia abajo, repitiéndose una y otra vez el frustrante y absurdo proceso. Se trata de un mito que luego recuperaría Albert Camus para su filosofía existencialista.

Un gran legado cultural

En este caso, el Abad criticaba las ideas propuestas por Scúdery en lo relacionado al amor, relacionándolo con el castigo divino y la sombra pecaminosa del hombre empujado a aquella isla de seducción y delirio. El 'hype' (si se permite la jerga cultural actual) por las cartas galantes decreció a mediados del siglo XIX, pero su influencia se extendió en artistas posteriores. Al fin y al cabo, no fueron más que el resultado de esas reuniones literarias en amplios salones donde la clase alta bien educada y masculina se dedicaba a divagar con deleite.

Una tradición que bien podría encontrar legado en las tertulias literarias del próximo siglo que frecuentaban los decadentistas y poetas malditos, como por ejemplo Charles Baudelaire y Theófile de Gautier, en las que se consumía hachís y opio, y que están genialmente documentadas en el libro 'Los paraísos artificiales'. En España, es inevitable acordarnos del mítico Café Gijón al que acudían escritores españoles como Francisco Umbral, Camilo José Cela o, incluso, escritores internacionales como Truman Capote.

En la rue Saint-Thomas-du-Louvre, a mediados del siglo XVII en París, un grupo de hombres refinados y bien vestidos conversan sobre sus amores difuntos. Entre ellos hay una joven que ha sido invitada por su hermano, Madame de Scudéry. La anfitriona, una mujer de mediana edad a la que todo el mundo llama Catalina de Rambouillet, también conocida como marquesa de Rambouillet, se siente sorprendida y animada con la presencia de la muchacha, ya que no está acostumbrada a tener compañía femenina. Y eso se nota, ya que los hombres siempre acaban alargando los debates de manera innecesaria por su maltrecho orgullo.

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