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El pueblo italiano en el que vive la gente más fea del mundo
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El pueblo italiano en el que vive la gente más fea del mundo

Desde hace 140 años en Piobbico se celebra el hecho de que sus habitantes son poco agraciados. Una idea utópica que se ha convertido en un movimiento mundial

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Todos los pueblos del mundo gozan de costumbres y celebraciones raras. Nosotros estamos familiarizados con la tomatina, pero no son menos sorprendentes la tradición de comer cenizas de los muertos (sí, como lo lees), que hace la tribu Yanomami de Brasil y Venezuela, o la muy mediática (gracias en parte a la película 'Atrapado en el tiempo') marmota Phil, un roedor al que se le consulta cada año el tiempo en Pennsylvania, para saber cuándo llegará la primavera, por poner algunos ejemplos.

Hemos conocido zonas del mundo que alardean de ser las más longevas del mundo, como Okinawa, e incluso ciudades como Puolanka, en Finlandia, que se atribuyen el extraño título de ser los más pesimistas del globo, pero lo que quizá es aún más raro es que un pueblo se congratule por ser el más feo de la Tierra. Sin embargo, ese sitio existe, y se encuentra, como el pueblo de Marco, escondido en un valle entre las montañas de los Apeninos.

Próxima parada: Piobbico

Está en el centro de Italia. Se llama Piobbico, y es una hermosa ciudad medieval llena de grandes edificios de piedra rodeados de frondosos bosques. Un entorno idílico y precioso que, paradójicamente, es famoso por la fealdad de su gente. Tiene un total de 2.149 habitantes, informa 'BBC'.

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¿Cómo comenzó esta subjetiva denominación? Desde 1879 esta ciudad ha sido el hogar del 'Club dei brutti' en su idioma, o 'Club de los feos', una asociación en la que el lema de los miembros es algo así como "una persona es lo que es y no lo que parece". Aunque en un principio comenzó como una idea utópica, a día de hoy es un movimiento mundial y la llamada 'Asociación Mundial de Gente Fea' cuenta con más de 30.000 miembros en 25 puntos del planeta.

Una ciudad preciosa que celebra la fealdad. Giovanni Aluigi ha sido presidente del club durante ocho años, y menos por el hecho de que no conserva mucho pelo, nadie le calificaría como poco agraciado, por lo menos no tanto como para dirigir un club de feos oficiales. "Nuestro lema es que la fealdad es una virtud, la belleza, esclavitud", cuenta. El club de los feos no solo sirve para calificar a la gente según su aspecto físico, sino que históricamente también funcionaba como servicio de emparejamiento para las mujeres solteras de la ciudad.

El primer domingo de septiembre se realiza el Festival Anual de Feos y en el bar del club celebran la fealdad con mucha cerveza de por medio

Los aldeanos locales creen que es importante recordar la misión actual, que ha ido evolucionando con el tiempo: la sociedad debe entender que la belleza interior es más importante que la apariencia física, y tanto es así que en 2007 Piobbico dio a conocer una estatua dedicada a las personas feas de la ciudad. "Antes, el club era como una especie de Tinder", cuenta Benedetta Aluigi, miembro del club, "que servía para emparejar. Piobbico es un pueblo muy pequeño y todos nos conocemos, la empatía es algo esencial aquí. El club contribuye a que nos ayudemos entre nosotros".

Piobbico ama a su club y cada año hay elecciones para elegir al presidente. El primer domingo de septiembre se realiza el Festival Anual de Feos y en el bar del club celebran la fealdad como mejor puede hacerse: con música, trufas, pasta y mucha cerveza de por medio. Los 'nuevos feos' se inscriben en ese momento, aunque, quizá la pregunta más importante sea: ¿cuánto de feo hay que ser para poder ser miembro de ese prestigioso club? En realidad es bastante sencillo, los miembros senior solo tienen que clasificar la "fealdad" de los miembros potenciales, que puede variar de "no especificado" a "extraordinariamente feo", aunque lo que verdaderamente importa es la celebración de la belleza interior y, sobre todo, no preocuparse en absoluto por lo que piensan los demás.

Todos los pueblos del mundo gozan de costumbres y celebraciones raras. Nosotros estamos familiarizados con la tomatina, pero no son menos sorprendentes la tradición de comer cenizas de los muertos (sí, como lo lees), que hace la tribu Yanomami de Brasil y Venezuela, o la muy mediática (gracias en parte a la película 'Atrapado en el tiempo') marmota Phil, un roedor al que se le consulta cada año el tiempo en Pennsylvania, para saber cuándo llegará la primavera, por poner algunos ejemplos.

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