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Cómo pensaba Darwin: la regla de oro de uno de los grandes científicos
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Cómo pensaba Darwin: la regla de oro de uno de los grandes científicos

Su obra 'El origen de las especies' revolucionó nuestro pensamiento y la idea que teníamos sobre nosotros mismos, pero, ¿cómo era realmente el naturalista inglés?

Foto: Charles Darwin.
Charles Darwin.

El 19 de abril de 1882 fallecía una de las personas que han sido capaces de cambiar nuestra perspectiva del mundo y sobre todo de nosotros mismos. Charles Darwin moría en Inglaterra y recibía un funeral de estado, un honor al alcance de solamente cinco personas más en el siglo XIX, aunque en vida tuvo que soportar críticas y problemas de salud por el exceso de trabajo.

No habría sido el alumno más brillante de su promoción. Así lo describía el multimillonario Charlie Munger en un discurso en la escuela Harvard-Westlake en Los Ángeles: "La vida de Charles Darwin demuestra cómo una tortuga puede superar a una liebre ayudada por la extrema objetividad". Quizá no era el más brillante, no, pero ahí le tenemos, enterrado con Newton y Stephen Hawking en la Abadía de Westminster.

Anotaba absolutamente todo, no solo sus pensamientos sino cualquier cosa que pudiera refutarlos, para poder volver a analizarlos

¿Qué se puede aprender del hombre que planteó la idea de la evolución biológica a través de la selección natural en su libro 'El origen de las especies'? La primera pista se encuentra en su propia autobiografía, se trata de pura concentración, una atención constante en sus tareas, algo que comparte con Einstein y hasta con Sherlock Holmes: Centrar toda la atención en su tarea era fundamental y no solo eso, también pensaba detenidamente. Así lo dice David Quanmen en 'The Reluctant Mr. Darwin': "Una de las grandes fortalezas de Darwin como científico también fue, en cierto modo, una desventaja: su extraordinaria curiosidad. Buscaba constantemente datos, leía y guardaba notas. No solo buscó patrones sino también excepciones. Pensaba detenidamente y no quería equivocarse".

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Un ejemplo interesante: cuando nació su hijo decidió apuntar cada uno de los detalles. La primera vez que guiñaba los ojos, que movía las manos, incluso cuando comenzó a reconocerse a sí mismo en el espejo. Compartía algo con otros muchos otros triunfadores: lo anotaba absolutamente todo. Llenó de observaciones de viajes, trabajo científico o su propia vida miles de cuadernos.

"Era como big data antes de que existiera", explican en 'Farnam Street' sobre él. "Reunía todas las especies posibles para encontrar distintas variedades en ellas, lo que fue crucial en su teoría. Quería descubrir las diferencias sobre las que trabaja la selección natural. Percebes, aves muertas o vivas, zorros, perros, patos, conejos, gatos... nada escapó a su competencia mientras vivía en una casa aislada en la Inglaterra victoriana".

La regla de oro

El trabajo, que le costó la salud (sufrió problemas estomacales y dolores de cabeza, entre otros, durante buena parte de su vida) le llevó a la conclusión de que las especies no son inmutables, todas forman parte del mismo árbol genealógico. Evolucionan a través de un proceso de variación, pero no sabía cómo; le llevó años para que otros se dieran cuenta a través del estudio de la genética y la supervivencia diferencial a través de la selección natural. Prestó atención a la recopilación de datos que estaban en contra de sus concepciones anteriores y a esto lo llamó 'la regla de oro'.

Foto: Charles Darwin sigue siendo reconocido a día de hoy como uno de los científicos más influyentes. (Cordon Press)

En sus propias palabras: "Durante muchos años seguí una regla de oro: cada vez que se me presentaba un hecho publicado, una nueva observación o pensamiento que se oponía a mis resultados generales me dedicaba a hacer un memorándum sin falta y de inmediato. Debido a este hábito, hubo muy pocas objeciones contrarias a mi punto de vista que yo no conociera o hubiese tratado de responder y refutar".

El gran éxito de Darwin, según su propio análisis, se debe a su capacidad para ver, observar y aprender de las objeciones a sus pensamientos. 'El origen de las especies' se ha enfrentado a 157 años de investigaciones biológicas posteriores porque Darwin tuvo mucho cuidado de asegurarse de que la teoría fuera casi imposible de refutar. Quizá había partes incompletas, pero no equivocadas.

A veces puedes ser brillante. En otras ocasiones puedes ser constante y probablemente eso ayude más. Darwin se encontraba en el lugar correcto en el momento correcto, pero también sus hábitos de integridad, diligencia, precisión y objetividad fueron los que finalmente le llevaron a realizar sus mayores avances, y eso es lo que quizá todos deberíamos emular.

El 19 de abril de 1882 fallecía una de las personas que han sido capaces de cambiar nuestra perspectiva del mundo y sobre todo de nosotros mismos. Charles Darwin moría en Inglaterra y recibía un funeral de estado, un honor al alcance de solamente cinco personas más en el siglo XIX, aunque en vida tuvo que soportar críticas y problemas de salud por el exceso de trabajo.

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