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Los mitos más comunes de la lotería (tú también los crees)
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NO SIEMPRE ES ASÍ

Los mitos más comunes de la lotería (tú también los crees)

Que si números de la suerte, que si los millonarios acaban en el despilfarro o que un segundo de buena fortuna depara mil años de mala suerte. Hoy los desmentimos

Foto: Foto: iStock.
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La suerte está echada. Que gane el mejor. O en todo caso, el más afortunado. Pero desgraciadamente, nunca toca. Siempre son terceras personas o como mínimo, algún vecino a más de dos calles. Todos hemos escuchado las típicas historias de ganadores que tras tal golpe de suerte, parece que se cierne una maldición sobre ellos y tiran su vida por la borda. Y piensas: si me tocara a mí, "otro gallo cantaría".

Todos creemos que podemos resistir ante este golpe de suerte, este dulce reverso del destino que nos convierte millonarios después de hacernos con unos números o marcar determinadas casillas. Se han realizado diversos estudios sobre los mitos más comunes de todo tipo de sorteos. Entre ellos, que los afortunados dejen el trabajo o sean mucho más felices. Pero no, la experiencia nos demuestra que todo lo que sospechamos que sucede nada más hacerse con un premio es falso. 'Psychology Today' ha recopilado varios de los mitos más populares sobre lo que se cree que le sucede a las personas tras ganar la lotería. Y algunos de ellos son sorprendentes.

Foto: Cartel de 'Villaviciosa de al lado'.

Los números de la suerte

Uno de los mitos más extendidos son las manías personales de cada uno en la elección de los números. Hay personas que llevan usando la misma combinación toda la vida. Y nunca toca. Otros escogen fechas importantes o sus números favoritos. Por más que lo intentes, la numerología no te hará millonario, a no ser que hayas sido agraciado con una especie de don de la adivinación. Pero por más que tengas el pálpito de que tu combinación es la correcta porque pertenece a una serie de cifras importantes para ti, todos tienen la misma posibilidad de salir. Ningún número es mejor que otro objetivamente, aunque si vives con la misma ilusión con la que juegas a la lotería, tal vez coseches más éxitos en tu vida personal.

Son despilfarradores

La investigadora sueca de la Universidad de Gotemburgo, Anna Hedenus, examinó atentamente cómo los ganadores de lotería reaccionan tras obtener el premio gordo. En su libro, "Pennies from Heaven?" ("¿Peniques caídos del cielo?", en español) señala que la prosperidad financiera repentina puede afectar drásticamente a la salud psicológica y el entorno social del afortunado. Pero todo influye: si el montante total es compartido, el grado (alto o bajo) de riqueza, y si el dinero puede suponer un riesgo o bien una oportunidad para mejorar la vida de quien lo obtiene. Esto depara varios escenarios, pero no todos están abocados al despilfarro. Se puede usar el dinero ganado para pagar los préstamos, mantener un estilo de vida normal o igual al que llevabas antes, disfrutar de placeres egoístas que los demás no se pueden permitir o bien lograr la independencia económica.

Mejora la salud

Los ricos son mucho más saludables. Esto es lo que comúnmente se cree, ya que tienen acceso a bienes mucho más sanos. Pero también a vicios que no están al alcance de los mortales. Dos investigadores del Institute of Labor Economics, llamados Benedict Pouey y Andrew E. Clark, publicaron un estudio en el que exploraron la relación entre el nivel de ingresos y la salud bajo el contexto de haber ganado la lotería. De esta forma, examinaron cómo podía afectar a la salud física y mental el hecho de haberse convertido en millonario de la noche a la mañana.

Las personas que sienten el trabajo como parte de su vida es más probable que no lo dejen después de hacerse millonarios

¿El resultado? Ganar la lotería no mejora la salud, para nada. Pouey y Clark descubrieron que si en algo afectaba era a la salud mental de quien se hace con los primeros premios. Normal, con tal cantidad de dinero da para replantease la vida unas cuantas veces. Del mismo modo, habría que tener cuidado y vigilar la cartera, no sea que con la celebración, el champán e invitar a los amigos, te lleves una sorpresa en el saldo de tu cuenta corriente.

"No vuelvo a trabajar"

Quizás el más famoso de todos ellos. Arramplas con el premio gordo e instantáneamente te despides de tus compañeros de oficina. Pero esto no sucede así exactamente. Richard D. Arvey, de la Universidad Nacional de Singapur, estudió bajo qué condiciones los ganadores de lotería podrían continuar en sus trabajos. Después de atender al género, la edad, la educación, la ocupación o la satisfacción laboral, descubrieron que la centralidad del trabajo y la cantidad de ganancia económica recibida eran los factores que influían en su elección.

Si sientes que el trabajo es el motor de tu vida y aporta fondo a tu identidad, aunque te toque la lotería, no lo dejarás

La centralidad del trabajo viene definida por "el grado de importancia general que tiene el trabajo en la vida de una persona en un momento determinado". Los resultados mostraron que aquellos que tenían un alto grado de satisfacción laboral no lo abandonaban, como es lógico, mientras que los que no, sí. Al margen de esto, los autores señalan otros dos elementos que hacen decantar la balanza en esta "centralidad del trabajo". Una perspectiva es extrínsica, en la que el empleo funciona como medio para conseguir seguridad financiera y cubrir las necesidades materiales; la intrínseca y se refiere al refuerzo de la autoestima, el sentido de éxito, así como la identidad personal que se desprende de la actividad.

Aquí es donde puede estar la razón que lleva a las personas a abandonar su trabajo o quedarse en él después de haber ganado la lotería. Es decir, es más probable que una persona que solo posee la perspectiva extrínseca tome la decisión de no volver a madrugar; mientras que para los que sienten que es uno de los motores de su vida y aporta fondo a su identidad, tal vez continúen trabajando.

La suerte está echada. Que gane el mejor. O en todo caso, el más afortunado. Pero desgraciadamente, nunca toca. Siempre son terceras personas o como mínimo, algún vecino a más de dos calles. Todos hemos escuchado las típicas historias de ganadores que tras tal golpe de suerte, parece que se cierne una maldición sobre ellos y tiran su vida por la borda. Y piensas: si me tocara a mí, "otro gallo cantaría".

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