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Los libros que deberías leer para ser un hombre de verdad
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Los libros que deberías leer para ser un hombre de verdad

Un año después de haber descubierto el pastel de Harvey Weinstein, ¿cómo se puede evitar caer en una masculinidad tóxica? Un profesor sueco tiene la respuesta

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"Me cubrió la boca con la mano y me introdujo el pene. Pensé que mi hora había llegado. Se me revolvió el estómago, tuve la sensación de que estaba dando vueltas". Estas no son las palabras de una mujer que haya testificado como parte del movimiento #MeToo y tampoco las de Christine Blasey Ford, quien ha testificado contra Brett Kavanaugh, candidato a la presidencia de la Corte Suprema de EEUU, por haber intentado violarla en 1982. Es la experiencia relatada por la feminista y filósofa francesa Simone de Beauvouir en su libro 'El segundo sexo', escrito en 1949.

Carl Cederström, profesor asociado de estudios de organización en la Escuela de Negocios de Estocolmo, asegura que es hora de leer un poco sobre clásicos feministas. Afirma a 'The Guardian' que sacó el ejemplar de Beauvoir de la estantería hace un mes. Aquel tomo estuvo allí sin tocar durante años y muchas veces fingió haberlo leído en ocasiones en las que alguien lo mencionaba en una cena o en un seminario de la universidad donde trabaja.

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Un año después de las primeras revelaciones sobre el productor de Hollywood Harvey Weinstein, quiso sentarse y leer sobre las experiencias de las mujeres, guardar silencio por un tiempo y, con suerte, aprender algo. "Ha sido doloroso escuchar los relatos de abuso sexual sistemático que han surgido como resultado del movimiento #MeToo, y también un proceso de aprendizaje; me ha obligado a darme cuenta de cosas que no había visto en el pasado. Antes, sabía que las agresiones sexuales eran endémicas, pero no a qué nivel. También entendí que a menudo se culpa a la víctima. Pero nunca lo había entendido realmente, no de una manera tan concreta y sorprendentemente visible", asegura.

Despertar tardío

Nunca es tarde para darse cuenta de lo importante que es esta cuestión. A lo largo del año, le surgieron un par de preguntas que debió hacerse anteriormente: ¿qué pueden hacer los hombres para mostrar solidaridad con las mujeres?, ¿y qué podemos hacer para abordar una cultura de masculinidad tóxica y comenzar a examinarnos a nosotros mismos?

Hay más de una forma de conseguir ese objetivo. Para ello, Cederström acude al periodista Richard Godwin, que describió cómo, en su intento de examinar la hombría moderna, encontró grupos donde ellos estaban haciendo "ejercicios de respiración, hablando de sus padres, fingiendo ser valientes, apoyándose el uno sobre el otro, y tratando de articular por qué todos nos sentíamos tan a la defensiva, enfadados e incomprendidos la mayor parte del tiempo".

Todos estamos llenos de contradicciones, nadie es un feminista perfecto, pero es mejor serlo un poco a no serlo en absoluto

Este profesor asociado optó por un enfoque más tranquilo, siguiendo el consejo de que, para mostrar solidaridad con el movimiento, podría comenzar por escuchar seriamente a las mujeres. Así que decidió pasar un mes leyendo algunos libros feministas importantes que nunca había leído. "Estoy seguro de que hay razones subyacentes embarazosas y poco halagüeñas para esta omisión, pero no estoy seguro de cuáles son. Tal vez fue tan deprimentemente simple como que las obras de los autores (blancos) de sexo masculino siempre estuvieron más cerca de las listas de lectura y reseñas de libros y recomendaciones que el resto".

13 obras

Con la ayuda de dos editores de 'The Guardian', compiló una lista de 13 libros que, aun lejos de ser completa, incluye algunos de los más influyentes de los últimos siglos. 'Vindicación de los derechos de las mujeres', Mary Wollstonecraft (1792); 'El segundo sexo', Simone de Beauvoir (1949); 'La mística de la feminidad', Betty Friedan (1963); 'La mujer eunuco', Germaine Greer (1970); 'El odio a las mujeres', Andrea Dworkin (1974); 'Mujeres, raza y clase', Angela Davis (1981); 'Sister Outsider', Audre Lorde (1984); El género en disputa', Judith Butler (1990); 'El feminismo es para todo el mundo', bell hooks (2000); 'Lean In for Graduates', Sheryl Sandberg (2013); 'Los hombres me explican cosas', Rebecca Solnit (2014); 'Mala feminista', Roxane Gay (2014), y 'Todos deberíamos ser feministas', Chimamanda Ngozi Adichie (2014).

placeholder Simone de Beauvoir. (Wikimedia)
Simone de Beauvoir. (Wikimedia)

A principios de septiembre, comenzó a leer. A mitad del relato de Beauvoir, encontró un pasaje que parecía resumir la sorprendente visión de #MeToo. La autora escribe que casi todas las mujeres jóvenes, incluyendo las que ella llama "bien protegidas", han estado expuestas a "incidentes lamentables" que, en círculos convencionales, se "silencian por acuerdo común". Carl recuerda episodios cuando empezó todo el movimiento y un pasaje de 'El segundo sexo': "La chica generalmente soporta en silencio tales incidentes por la vergüenza que causan. Además, si ella se los revela a sus padres, su reacción a menudo es reprenderla. 'No digas cosas tan estúpidas... tienes una mente perversa".

Vergüenza

Nunca antes había captado la vergüenza de ser la víctima como lo sintió al leer aquella frase de una de las mujeres que habían sido violadas y no mostraban su rostro en un caso sucedido en la Academia Sueca: "Me avergonzaba ser una de las víctimas que él eligió, ser una de esas mujeres 'dañadas'. Peor que ser simplemente la agredida, la había escogido porque estaba 'mal' y demasiado débil para decir que no".

Las mujeres blancas se centran en su propia opresión e ignoran las diferencias de raza, preferencia sexual, clase y edad

"Sabía, desde hace mucho tiempo, que la culpa se atribuye casualmente a las mujeres que son atacadas. Lo conocía, en teoría, como una abstracción. Me pregunto por qué el #MeTo tuvo que suceder para dejar de verlo así. Esta historia, después de todo, ha sido contada miles de veces antes. Estaba allí, en letra grande, en los libros que leí en septiembre. Quiero decir, ¿es posible leer otros y todavía pensar en la vergüenza como una abstracción?".

Unas semanas después de las acusaciones contra Weinstein, una periodista sueca escribió que necesitamos distinguir entre las víctimas reales y las falsas, afirmando que "si todas ellas fueran tan fuertes como su hija de 19 años, no sería necesario ningún movimiento feminista". El problema, continuó, es que demasiadas asumen ese papel victimista porque no saben cómo decir que no y mantenerse firmes. Tras estas declaraciones, cientos de actrices suecas se reunieron bajo el 'hastag' #SilenceAction, publicando una larga serie de relatos detallados de brutales agresiones sexuales en que muchas le recriminaban cómo su hija podría haber lidiado con todo aquello.

Poder y abuso sexual

El sueco afirma que antes del #MeToo nunca se habría propuesto entender la conexión entre el poder y el abuso sexual. Lo había visto, sí. Pero solo teóricamente. 'Los hombres muertos no violan', decía un cartel que solía colgar sobre el escritorio de Dworkin. Cuando leyó un tercio de las obras de la lista, no la culpó. En las mordaces páginas de 'El odio a las mujeres', la autora escribe que, como mujer, debe hacerse una serie de preguntas apremiantes: "¿Por qué existió en todos lados la opresión de las mujeres a lo largo de la historia? ¿Cómo podían los inquisidores torturarlas y quemarlas como brujas? ¿Cómo podrían ellos idealizar los pies atados de las féminas lisiadas? ¿Cómo y por qué?".

placeholder Audre Lorde, en 1983. (Getty Images)
Audre Lorde, en 1983. (Getty Images)

Pero, además, el problema también es intermo. Según Lorde, "las mujeres blancas se centran en su propia opresión e ignoran las diferencias de raza, preferencia sexual, clase y edad". Y como consecuencia, "las de color se vuelven 'las otras', las de fuera".

Feministas

"Cuando terminé el último libro, estaba pensando en todas las personas que se niegan a llamarse a sí mismas feministas. Algunas aseguran que cada vez que se presentan con ese término, la gente responde que son lesbianas que odian a los machos y quieren hacer la vida miserable a los hombres blancos. Pero cuando se les pregunta acerca de los libros feministas que han leído, se quedan en silencio".

La mujer generalmente soporta en silencio tales incidentes por la vergüenza que causan

Necesitamos "crear un movimiento educativo basado en la realidad (y para las masas) para enseñar a todos sobre el feminismo", escribe hooks en 'El feminismo es para todo el mundo', "y no puedo dejar de pensar que esto es lo que #MeToo es", añade. Es más cosas, a pesar de haber sido criticado por muchas de ellas y por sugerir que muchos accidentes son menores y no merecen la misma atención.

Hay que recordar el porqué de este movimiento, ya que sus historias no son nuevas, han estado ahí siempre, pero silenciadas. "Estoy seguro de que hay mucho que aprender y discutir. Leer, preguntar, escuchar, ampliar nuestra perspectiva y poner la propia en duda es algo que todos deberíamos hacer. Todos estamos llenos de contradicciones, nadie es un feminista perfecto, pero es mejor serlo un poco a no serlo en absoluto".

"Me cubrió la boca con la mano y me introdujo el pene. Pensé que mi hora había llegado. Se me revolvió el estómago, tuve la sensación de que estaba dando vueltas". Estas no son las palabras de una mujer que haya testificado como parte del movimiento #MeToo y tampoco las de Christine Blasey Ford, quien ha testificado contra Brett Kavanaugh, candidato a la presidencia de la Corte Suprema de EEUU, por haber intentado violarla en 1982. Es la experiencia relatada por la feminista y filósofa francesa Simone de Beauvouir en su libro 'El segundo sexo', escrito en 1949.

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