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“Ha pasado el momento del pacto educativo: hay que ser ma´s ambiciosos”
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ENTREVISTA CON JOSÉ ANTONIO MARINA

“Ha pasado el momento del pacto educativo: hay que ser ma´s ambiciosos”

El filósofo y profesor aborda algunas cuestiones de actualidad en esta entrevista en la que propone un nuevo y ambicioso pacto que vaya más allá de lo propiamente educativo

Foto: El filósofo ganó el Premio Nacional de Ensayo por 'Elogio y refutación del ingenio'.
El filósofo ganó el Premio Nacional de Ensayo por 'Elogio y refutación del ingenio'.

El filósofo José Antonio Marina, a sus 79 años, está siempre liado. No solo está a punto de publicar uno de sus trabajos más ambiciosos, 'Biografía de la humanidad', que se editará el 20 de octubre, sino también porque sigue de forma activa al frente de su puesto como rector en la Universidad de Padres y aun así, tiene tiempo para analizar la actualidad educativa con una mezcla de desencanto y optimismo. “Doy esta legislatura por perdida educativamente”, confiesa a El Confidencial respecto a una de las cuestiones candentes: el pacto educativo. “No tienen ni mucho interés ni muchas ideas. Creo, sin embargo, que es momento de sacar el tema antes de que haya elecciones”.

Puede parecer paradójico que la Ministra Isabel Celaá siga sin cerrar las puertas al entendimiento cuando fue el PSOE el que abandonó la comisión para el pacto a comienzos de marzo del año pasado. Sin embargo, Marina recuerda que “ahora que estamos en período preelectoral es momento de volverlo a sacar, porque yo ya vi en su día que si no se firmaba algo antes de las elecciones no se firmaba”. La lógica política, explica, ha demostrado que “en el momento en que sale un gobierno, si lo propone, la oposición le va a decir que no, y si lo presenta la oposición, el gobierno va a ser el que lo rechace”. Como sugiere con ironía, él ya sabía que alguien se iba a levantar de la mesa, “lo que no sabía era ni quién ni por qué”. De ahí que sea casi una cuestión de ahora o nunca, en un momento en el que los partidos “parece que se vuelven más generosos”.

El Ministerio de Educación debería gozar de una vicepresidencia porque debe coordinar elementos que tienen que ver con bienestar, sanidad, empleo...

No obstante, Marina considera que “ha pasado el momento del pacto educativo” y propone algo más ambicioso: “Un pacto por la protección y desarrollo de la infancia y la juventud que integre dentro el pacto educativo, pero que no sea solo eso”. El filósofo se ampara en los datos del último informe de la OCDE para recordar la gran influencia que la situación familiar tiene en el posterior rendimiento educativo de los alumnos. Por eso, explica, limitar el pacto a la educación sería quedarse cortos: “Tiene que estar incluido el apoyo a las familias, el bienestar social, el desarrollo de la Formación Profesional, además de todas las mejoras que ya sabemos que hay que llevar a cabo en la educación: la formación del profesorado, la organización de los centros y los sistemas de dirección”. También orientar mejor a los alumnos o aprender de los programas de apoyo a la infancia y la adolescencia que se han puesto en marcha en localidades de EEUU.

Una fórmula que los una a todos

El rol de la familia ha sido durante los últimos años una de las obsesiones del responsable del libro de texto de Educación para la Ciudadanía, especialmente desde que la Universidad de Padres abriese las puertas: “Si no apoyamos a la otra gran institución, la familia, por mucho que sí lo hagamos con la escuela no lo vamos a conseguir”. En comparación con una década atrás, el escritor ve a los padres “más comprometidos, más asustados y más confusos”. De igual manera que ocurría en la innovación educativa, como expuso en 'El bosque pedagógico', los padres se sienten confundidos ante fórmulas que lo único que hacen es cargarles de trabajo, y por ello se refugian en lo ya conocido. Su centro, explica su máximo responsable, “intenta facilitar la tarea a los padres, no diciéndoles lo que deben hacer, sino cómo”.

placeholder La Ministra de Educación y portavoz del gobierno, Isabel Celaá. (Reuters/Susana Vera)
La Ministra de Educación y portavoz del gobierno, Isabel Celaá. (Reuters/Susana Vera)

Volviendo al Pacto, el filósofo recuerda una vez más una de sus viejas propuestas: que el Ministerio de Educación tenga una vicepresidencia del Gobierno, “porque debe coordinar elementos que no dependen de él y que tienen que ver con bienestar, industria, sanidad...”. Una muestra de la importancia de esta última, señala, es el trabajo realizado por Miquel Casas, Jefe del Servicio de Psiquiatría del Vall d'Hebron, que tras estudiar más de 20 colegios catalanes descubrió que entre un 18 y un 22% de los alumnos presentaban “problemas psicológicos serios que, o no estaban diagnosticados, o lo estaban, pero no tratados”. Marina recuerda que Casas decía “y creo que se excedía en el optimismo pero tenía parte de razón, que con cuidar esas cuestiones la educación española mejoraría como para colocarnos en el top”.

Otra de las patas debe ser la Formación Profesional, que Celaá también ha prometido reforzar. Marina cree que en este caso está en buenas manos: “Hay que hacer caso a la Ministra, porque siendo consejera de Educación ha organizado el mejor sistema de Formación Profesional dual, el del país Vasco; fue la primera en montar una viceconsejería”, explica. “La razón por la que ha funcionado es porque se tomaron mucho trabajo en formar redes con las empresas pequeñas, medianas y grande o con los institutos de investigación tecnológica”. Uno de los resultados es el centro Tknika. Marina recuerda que en una visita descubrió que una empresa les había regalado una impresora digital de última generación, y los alumnos fueron a Alemania a aprender a usarla: “Ganaron todos, el sistema de formación profesional y las empresas, que solucionaban el problema de la formación”.

Las propuestas de los sindicatos son una especie de igualitarismo receloso que lleva a un desencanto de los buenos y a la pereza de los malos

¿No tiene miedo que ello termine produciendo programas educativos hechos a medida de las empresas? “No, porque no es tener aprendices, parte del programa se da en el aula, y parte, aprobado por la Consejería y dado por tutores especializados, en las empresas”, matiza. “El único problema que surgió en Alemania fue que cuando se cargaba demasiado en la parte de las empresas se ampliaba la capacitación de los alumnos pero se reducía su capacidad de decisión”. Añade otro ejemplo más para demostrar cómo estas colaboraciones pueden “dar prestigio a la FP”: “En el Hospital de Cruces tenían que hacer una operación muy complicada para extirpar un tumor de pulmón, y fueron al departamento de Formación Profesional a ver si podían hacerle un modelo exacto de la caja torácica. Me llenó de orgullo, porque eso significa que son rápidos, aprenden con facilidad, pueden adaptar los programas más rápido que la universidad...”

Y los profesores, ¿qué?

El pasado miércoles, la ministra anunció su intención de impulsar la trayectoria profesional de los docentes, uno de los puntos calientes del debate educativo durante los últimos años. Mientras tanto, en Francia, el ministro de Educación Jean-Michel Blanquer exponía su voluntad de recompensar económicamente a los colegios, equipos directivos y profesores que alcanzasen los objetivos educativos previstos. “Me parece perfecto, hay que premiar a los que lo hacen bien”, añade Marina. “Premiarlo con un bonus es solo una de las formas más fáciles, pero hay otras. Por ejemplo, nosotros proponíamos en el programa que presentamos que hay que hacer una carrera profesional. No puede ser que alguien entre como profesor con un nivel 30 y salga con el mismo”.

Foto: José Antonio Marina es un colaborador habitual de El Confidencial. (Efe/Cabalar)

El problema, recuerda el profesor que dio clase en La Cabrera, es que ahora mismo la única promoción es pasar de Primaria a Secundaria y, de ahí, a la Universidad. “No puede ser, porque entonces estás sacando a los mejores del sistema: si uno es bueno en Primaria, debería quedarse ahí”, razona. “Pero también disponer de otros premios, como ser tutor de otros profesores, obtener becas de estudio, años jubilares para poderse formar en otros países… No tan solo un bonus económico, que es lo más sencillo”. En definitiva, el filósofo echa en falta algo más de “imaginación” para conseguir que todos salgan ganando: “Cuando ves las propuestas de los sindicatos, ves que son una especie de igualitarismo receloso que solo lleva a un desencanto de los buenos y a la pereza de los malos. Hay que cambiar todo eso”.

El filósofo José Antonio Marina, a sus 79 años, está siempre liado. No solo está a punto de publicar uno de sus trabajos más ambiciosos, 'Biografía de la humanidad', que se editará el 20 de octubre, sino también porque sigue de forma activa al frente de su puesto como rector en la Universidad de Padres y aun así, tiene tiempo para analizar la actualidad educativa con una mezcla de desencanto y optimismo. “Doy esta legislatura por perdida educativamente”, confiesa a El Confidencial respecto a una de las cuestiones candentes: el pacto educativo. “No tienen ni mucho interés ni muchas ideas. Creo, sin embargo, que es momento de sacar el tema antes de que haya elecciones”.

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