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Los trabajadores mayores de 55 años en España: o ricos o pobres
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Los trabajadores mayores de 55 años en España: o ricos o pobres

Varios estudios muestran dos realidades paralelas para los trabajadores mayores de 55 años: mientras unos ocupan puestos directivos, otros se quedan en un paro cronificado

Foto: Un obrero mayor de 55 años. (iStock)
Un obrero mayor de 55 años. (iStock)

La pirámide de población española y la llegada a los 55 años de los ‘baby boomers’ (nacidos entre 1960 y 1975) dibujan un panorama laboral inédito en España. En 2031, más del 25% de los ciudadanos tendrá más de 65 años. Los trabajadores séniors, tradicionalmente arrumbados y apartados en la cultura empresarial nacional (en otros países de la OCDE, la media es varios años superior en los trabajadores por cuenta ajena), van a ser mayoría. Y mientras tanto, se siguen reproduciendo algunos hábitos que dibujan sus trayectorias laborales: mientras los grandes ejecutivos y empresarios tienen y, en ocasiones, superan con creces esa edad sin encontrar grandes dificultades en sus centros de trabajo, los puestos intermedios o menos cualificados son despedidos y tienen enormes dificultades para hallar otra ocupación remunerada.

Más de la mitad de los currículos que llegan a las empresas españolas de personas mayores de 55 años son descartados sin siquiera echarles un somero vistazo. Eso indica un estudio reciente de la Fundación Adecco. Y aún dice más cosas: más del 70% de los responsables de Recursos Humanos no han seleccionado a ninguna persona por encima de esta franja de edad en el último año. También, que es el grupo de desempleados que más dificultades está teniendo para volverse a subir al carro laboral tras la recuperación económica. En opinión de Alfonso Villarroel, experto en procesos de selección de personal, esto es un error que en gran medida parte de la propia actitud del trabajador sénior: “Tienen que poner en valor lo que saben hacer y que lo saben hacer muy bien”, sentencia.

Me he establecido por mi cuenta porque si esperaba a que alguien me ofreciera un contrato, podía quedarme sentado

El Instituto de Empresa también ha elaborado un prolijo estudio, coordinado por Rafael Puyol, centrado en esta misma franja de edad en las empresas en que pone de relieve varios aspectos: “Los mayores de 55 años pueden proseguir su labor porque gozan de una mayor salud que las generaciones anteriores y nuestro mercado laboral está cada vez más dominado por actividades que no requieren una especial fuerza o resistencia y en las que apenas se produce desgaste físico”. Unas observaciones que fundamentalmente atañen a los empleados de 'cuello blanco', pero que perjudican bastante a los que se dedican a empleos poco cualificados en los que el físico es importante. Según los datos de Adecco, los parados de esas edades en 2010 eran el 7% y ahora suponen exactamente el doble, el 14%, y son más de medio millón de personas.

Es el caso de Sara, cocinera gallega de 60 años, que se lamenta de que tengan prejuicios con su edad. “Me daba miedo que no me quisieran por estar vieja, cuando yo estoy estupendamente”, dice con un acento tan marcado que en ocasiones parece que está directamente hablando en gallego. Tras unos meses de búsqueda, finalmente se colocó “en un restaurante en el que me tratan muy bien”. Así que sus temores fueron infundados. Pero no siempre la cosa es así. Ramón, instalador, sigue buscando y ya ha tirado la toalla: “Me he establecido por mi cuenta porque si esperaba a que alguien me ofreciera un contrato, podía quedarme sentado”. "Yo sé que ya nadie me va a coger y a mi edad no pienso aprender ni ruso ni chino", era el triste resumen para este diario hace unos meses del administrativo de 57 años Jorge Rodríguez.

Altos directivos

En total, cerca del 20% de los empleados de las empresas supera esta edad. Pero hay un detalle importante: casi la mitad tiene estudios superiores. Es decir, que quienes han accedido al trabajo ejerciendo puestos de mayor responsabilidad y remuneración permanecen con más facilidad en el mercado laboral. Eso sí, cuando les despiden, es precisamente por eso mismo: cobran mucho más que los demás. Hay un dato bastante esclarecedor: casi el 10% de los trabajadores mayores de 55 años en las empresas está vinculado a la alta dirección.

En el extremo opuesto a esos ejemplos de los directivos se pueden encontrar casos como el de Luis (nombre supuesto), que lleva más de seis años en paro y tiene ya más de 60 años. Trabajó de oficinista y nunca prosperó. Cuando llegó la crisis, lo despidieron para contratar a otras personas más jóvenes y no ha podido reengancharse nunca. “En estas franjas, el riesgo es la cronificación del paro”, sentencia Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, que también apunta a otro aspecto muy frecuente con estas personas: “Que se dediquen a la economía informal”. Esto es lo más usual en esas personas sin estudios.

Más del 50% de los currículos de mayores de 55 años van directamente a la papelera sin echarles siquiera un vistazo

Las empresas consultadas por el IE definen a sus trabajadores sénior como experimentados, con un sólido conocimiento de sus tareas, muy comprometidos y buenos trabajadores en equipo. Los defectos que observan son haberse quedado desfasados en algunos aspectos y que son caros. Precisamente eso, que son caros, es lo que ha hecho que algunos perdieran sus puestos durante la crisis. Unos cargos a los que ya desde el desempleo no pueden aspirar: recuerden que más del 50% de los currículos de mayores de 55 años van directamente a la papelera sin echarles siquiera un vistazo.

La pirámide de población española y la llegada a los 55 años de los ‘baby boomers’ (nacidos entre 1960 y 1975) dibujan un panorama laboral inédito en España. En 2031, más del 25% de los ciudadanos tendrá más de 65 años. Los trabajadores séniors, tradicionalmente arrumbados y apartados en la cultura empresarial nacional (en otros países de la OCDE, la media es varios años superior en los trabajadores por cuenta ajena), van a ser mayoría. Y mientras tanto, se siguen reproduciendo algunos hábitos que dibujan sus trayectorias laborales: mientras los grandes ejecutivos y empresarios tienen y, en ocasiones, superan con creces esa edad sin encontrar grandes dificultades en sus centros de trabajo, los puestos intermedios o menos cualificados son despedidos y tienen enormes dificultades para hallar otra ocupación remunerada.

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