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El regreso del Torete: vuelven las pandillas de niños quinquis
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El regreso del Torete: vuelven las pandillas de niños quinquis

El fiscal jefe de Menores advierte de la vuelta de grupos de chavales delincuentes, que se había frenado con el control a las bandas latinas hace casi 10 años

Foto: Un fotograma de la película 'Criando ratas', un film de 2016 que recupera la tradición del cine quinqui español.
Un fotograma de la película 'Criando ratas', un film de 2016 que recupera la tradición del cine quinqui español.

Carlitos es el líder. Se peina con gomina el pelo hacia atrás y dirige a sus muchachos por el barrio, algunos de ellos de hasta 20 años. Un tirón a un bolso por aquí, una paliza a un chaval por allá, un teléfono móvil que cambia de dueño en un callejón, una chica acorralada en un portal. Carlitos tiene ya 14 años, pero cuando comenzó sus correrías en Oviedo ni siquiera había cumplido los 13. “Hay un repunte en las pandillas de chicos menores de edad que se juntan para delinquir desde hace un año y medio. No es una cosa organizada en plan banda de criminales, pero se parece a los delincuentes juveniles españoles de los años ochenta”. Quien certifica este resurgimiento de los quinquis que no levantan metro y medio del suelo es el fiscal jefe de Menores, Javier Huete. En 2016, los menores se vieron involucrados en 45 asesinatos (consumados o en tentativa). En toda España, en total, hubo 298 homicidios.

El caso de Carlitos ya no es aislado. Estos niños no pueden ser condenados. “¡Venga, ven a por mí, poli, que no me puedes hacer nada!”, retaba este menor a la policía en la zona de sus correrías. Las medidas previstas para los menores de 14 años son la tutela de los padres o, en su caso, de las administraciones. Este último caso ha sido el destino del niño vizcaíno que junto con otro compañero de 16 años mató a Ibon Urrengoetxea la madrugada del pasado 26 de diciembre en Bilbao. “Los grupos de chavales delincuentes han repuntado, pero no en plan bandas latinas ni nada de eso, sino que se juntan para fumar unos porros, beber alcohol y pegar algún palo”, confirma un portavoz de la Ertzaintza. Los dos chicos mataron a Urrengoetxea a las cuatro de la madrugada tras intentar robarle. El hombre, de 43 años, se resistió y le dieron un golpe, al caer se dio con la cabeza en el asfalto y falleció.

La pandilla bilbaína, conocida como la 'guetto family', llevaba varios meses alarmando al vecindario de los barrios céntricos

“¡Qué hace un menor a las cuatro de la madrugada en la calle, esa es la pregunta!”, exclamaban las autoridades. “Ambos vienen de familias muy desestructuradas y puede que el padre de uno de ellos tuviera asuntos pendientes con la policía”, comentan desde la Ertzaintza. La novedad es que estas pandillas no se juntan por nacionalidades de origen, sino por intereses comunes. “Son de distintos países, aunque en general todos tienen nacionalidad española”, confirman. El chico de 13 años ha sido puesto bajo potestad de la Diputación de Vizcaya. “Da un poco igual lo que hagan con él, porque si se quiere ir se va a marchar al minuto uno”, comenta con escepticismo Vanessa González, abogada del turno de oficio de menores. “Cuando se quita un menor a sus padres es por su interés, se trata de una decisión muy meditada”, subraya Alberto Sanjuán, director general de la Familia y el Menor de la Comunidad de Madrid. La pandilla bilbaína, conocida como la 'guetto family', llevaba varios meses alarmando al vecindario de los barrios céntricos de la capital vizcaína, hasta el punto de que varios vecinos habían creado un grupo para denunciar la situación.

Lo normal es que se dediquen al hurto y al robo con fuerza, pero es todo bastante chapucero por parte de la policía

Sin embargo, el éxito de los educadores de menores infractores es, estadísticamente, bastante alto. “Hay partes del cerebro del niño que afectan al comportamiento que no están completamente formadas a esas edades”, inciden todos los manuales al uso para tratar a estos chicos. “En general, casi todos los problemas de conducta violenta se van solucionando con los años, por eso es importante que tengan un tratamiento diferencial al de los adultos”. Pero el caso de estos menores que viven en zonas deprimidas y provienen de familias desestructuradas tiene otro diagnóstico. Lo novedoso es que vuelvan a ser muy pequeños en el momento en que entran en la espiral de la pequeña delincuencia.

“Lo normal es que se dediquen al hurto y al robo con fuerza, pero es todo bastante chapucero por parte de la policía, y al final prescribe casi todo”, se lamenta González, que, en su caso por ejercer en Barcelona, apunta a una cierta desidia por parte de los Mossos d’Esquadra para detener a este tipo de delincuente: “No hacen casi intervenciones y además no dejan que entren las acusaciones particulares en este tipo de casos con menores”. En Madrid, los agentes municipales que recorren cada día las calles de la capital no aprecian un aumento significativo de estas pandillas: "En plan organizado y jerárquico no creo que haya más que hace unos años", indica un veterano policía. Los menores no están en ninguna prioridad policial.

Paliza a un supervisor

Sin embargo, solo en el último año ha habido bastantes incidentes en los que estaban involucrados menores de edad. El pasado noviembre, en Ponferrada, un grupo de chicos rodeó a un agente y le propinó una paliza. Los agresores tenían 15 y 16 años y el agredido era el funcionario que se encargaba de supervisar su situación de tutela. Le rodearon cuando salía de su casa, lo tiraron al suelo y empezaron a darle puñetazos y patadas. El grupo era muy numeroso, hasta 12 chavales.

“Hay que ser realistas. No son tantos los chicos menores que son delincuentes y además cada franja de edad tiene distintas responsabilidades”, matiza el fiscal jefe. “Las cifras no indican que esté subiendo el número de delitos, aunque haya números preocupantes como los que arroja la violencia de género, que sí aumenta en los últimos años”, subraya Huete, que también piensa que en general "las cosas van a mejor". Aunque parezca que el Torete y el Vaquilla hayan vuelto a las andadas...

Carlitos es el líder. Se peina con gomina el pelo hacia atrás y dirige a sus muchachos por el barrio, algunos de ellos de hasta 20 años. Un tirón a un bolso por aquí, una paliza a un chaval por allá, un teléfono móvil que cambia de dueño en un callejón, una chica acorralada en un portal. Carlitos tiene ya 14 años, pero cuando comenzó sus correrías en Oviedo ni siquiera había cumplido los 13. “Hay un repunte en las pandillas de chicos menores de edad que se juntan para delinquir desde hace un año y medio. No es una cosa organizada en plan banda de criminales, pero se parece a los delincuentes juveniles españoles de los años ochenta”. Quien certifica este resurgimiento de los quinquis que no levantan metro y medio del suelo es el fiscal jefe de Menores, Javier Huete. En 2016, los menores se vieron involucrados en 45 asesinatos (consumados o en tentativa). En toda España, en total, hubo 298 homicidios.

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