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Cambio de hora: estos son los revolucionarios que van a acabar con él
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Cambio de hora: estos son los revolucionarios que van a acabar con él

Algunos de los Estados del este de EEUU se han rebelado contra el huso horario que les ha tocado y promueven una nueva división en la que no les afecte el horario de invierno

Foto: Un solo planeta, 24 husos horarios. (iStock)
Un solo planeta, 24 husos horarios. (iStock)

Ahora que el cambio al horario de invierno ha llegado, resurgen las reservas que muchos han mostrado hacia esta solución horaria que, en teoría, sirve para ahorrar energía. Es una medida con más de dos siglos de antigüedad, recuerdan los detractores. Fue Benjamin Franklin quien, en 1784, cuando era embajador de EEUU en Francia, promovió esta solución tras percatarse de que, a la hora a la que se levantaba, el sol ya llevaba mucho tiempo brillando. Era razonable pensar, por lo tanto, que cambiando la hora podríamos adaptarnos mejor a los cambios en la salida y puesta del sol. Sin embargo, este cambio no fue aplicado de forma generalizada hasta después de la primera guerra mundial.

[¿Cuándo es el cambio de hora y por qué no será el último?]

Una de las críticas planteadas, más allá de los desajustes personales y económicos, tiene que ver con la letal combinación con los distintos husos horarios que existen en el planeta, que no siempre encajan con la lógica del cambio de hora. Es decir, Galicia y Polonia oriental comparten huso horario aunque los separen casi 3.000 kilómetros. Otro buen ejemplo es de diversos Estados del este de EEUU como Massachusetts, Nueva Hampshire o Maine, que durante los últimos meses están reivindicando que se adopten diferentes medidas horarias para evitar una situación que, a su juicio, les perjudica sensiblemente.

No tiene sentido que en uno de los grandes centros económicos de la Costa Este anochezca a las 16:15 en invierno, mucho antes que en Nueva York

“¿Por qué nos estamos haciendo esto a nosotros mismos?”, se preguntaba esta semana la senadora demócrata de Maine Donna Bailey en 'The Wall Street Journal'. Es la promotora de una proposición de ley que haría que dicho estado siguiese el tiempo estándar del Atlántico en lugar del horario del este de Norteamérica, como ocurre actualmente. Es decir, tendrían que adelantar una hora sus relojes. Otra medida propuesta es ahorrarse el cambio de hora, que en su caso no tendrá lugar este fin de semana, sino el 5 de noviembre.

Buenas razones

El estado de Massachusetts, cuya capital es Boston, se ha sumado a esta reivindicación a través de una comisión liderada por Tom Emswiler. Como él mismo explicaba en un artículo publicado en 'The Boston Globe', no tiene sentido que en uno de los grandes centros económicos de la Costa Este anochezca a las cuatro y cuarto en invierno, mucho antes que en Nueva York, por ejemplo, lo que provoca que muchos trabajadores deseen abandonar la ciudad en pos de otros destinos con más horas de luz y, por lo tanto, mejor calidad de vida.

placeholder Las desventajas de que anochezca tan pronto. (iStock)
Las desventajas de que anochezca tan pronto. (iStock)

“La verdad es que la idea de cambiar el tiempo dos veces al año tiene un coste psicológico que el presidente Woodrow Wilson y el Congreso no podían haber imaginado cuando lo aprobaron en 1918”, recuerda. El bostoniano se ampara en una investigación publicada en el 'New England Journal of Medicine' que recordaba que el cambio de hora era peligroso para las personas que sufrían problemas cardíacos, especialmente los mayores de 65 años. El cambio, no obstante, era beneficioso en otoño y perjudicial en primavera. No es el único estudio realizado a tal respecto: los accidentes se multiplican el lunes después del adelanto de hora debido a los problema de sueño de los conductores.

Durante la próxima semana, por ejemplo, España habrá adoptado este horario pero Estados Unidos no lo habrá hecho


Pero hay razones que sugieren que acabar con los cambios de hora puede ser una medida inteligente, más allá de la salud de los ciudadanos, y que tienen que ver con la globalización del mercado. Como recuerda en 'Quartz' la economista Allison Schrager, una de las grandes detractoras del cambio de hora, “el principal objetivo de medir el tiempo es facilitar la coordinación económica, así que cuantas más zonas temporales haya, más posibilidades existirán para la confusión”. Su propuesta, por lo tanto, pasa por acabar con los cambios de tiempo y reducir los husos horarios de EEUU de las cuatro que existen actualmente a simplemente dos.

Mientras tanto, al otro lado del Atlántico

Hay otro problema añadido que los revolucionarios americanos no tienen en cuenta, y es que no en todas las partes del mundo el cambio al horario de invierno se produce en el mismo momento, por lo que durante la próxima semana, por ejemplo, España habrá adoptado este horario pero no EEUU. Una situación que da lugar a un gran número de confusiones, especialmente en un momento en el que las comunicaciones entre continentes son cada vez más comunes.

Foto: El cambio de horario en primavera puede perjudicar nuestro rendimiento laboral. (Corbis)

El caso español es aún más peculiar, ya que como se ha recordado a menudo, Franco adelantó los relojes españoles una hora para estar en sintonía con la hora que Alemania había impuesto en todos los territorios ocupados (GMT+01:00) y no con la que le correspondería por su situación geográfica, la del meridiano de Greenwich. Incluso Galicia podría adherirse al siguiente huso, GMT-01:00, por su situación en el mapa europeo. Algo que ha propiciado que nos acostemos mucho más tarde y que nuestros ritmos sean muy distintos a los del resto de Europa.

¿Es posible que un puñado de Estados se declaren insumisos al cambio de hora? Como han recordado esta semana los medios americanos, esto tan solo es posible si hay acuerdo entre un gran número de ellos, puesto que hacerlo de manera unilateral deja en una situación de debilidad al Estado que dé el primer paso. Sin embargo, de llevarse a cabo este cambio, la nueva situación puede ser aún más peligrosa, recuerda Schrager, ya que si simplemente se niegan a cambiar la hora surgirá un nuevo huso horario, otro más. Y la tendencia debería ser la de reducirlos, no la de multiplicarlos.

Ahora que el cambio al horario de invierno ha llegado, resurgen las reservas que muchos han mostrado hacia esta solución horaria que, en teoría, sirve para ahorrar energía. Es una medida con más de dos siglos de antigüedad, recuerdan los detractores. Fue Benjamin Franklin quien, en 1784, cuando era embajador de EEUU en Francia, promovió esta solución tras percatarse de que, a la hora a la que se levantaba, el sol ya llevaba mucho tiempo brillando. Era razonable pensar, por lo tanto, que cambiando la hora podríamos adaptarnos mejor a los cambios en la salida y puesta del sol. Sin embargo, este cambio no fue aplicado de forma generalizada hasta después de la primera guerra mundial.

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