Es noticia
Tenía 3 carreras, hablaba 7 idiomas y se hizo culturista: esto es lo que descubrió
  1. Alma, Corazón, Vida
Músculo y materia gris

Tenía 3 carreras, hablaba 7 idiomas y se hizo culturista: esto es lo que descubrió

La historia de Nasser El Sonbaty es el mejor ejemplo del auge y declive de una disciplina continuamente manchada por las sospechas de manipulación y dopaje

Foto: El Sonbaty en la portada de una popular revista de 'bodybuilding'.
El Sonbaty en la portada de una popular revista de 'bodybuilding'.

130 kilos en 1 metro y 80 centímetros de puro músculo. A sus espaldas, más de 50 competiciones profesionales de ‘bodybuilding’ entre las que se cuentan un segundo y dos terceros puestos en Mister Olympia, la máxima competición del culturismo profesional que el actor Arnold Schwarzenegger ganaría en siete ocasiones. Así era Nasser El Sonbaty por fuera. Por dentro, su bagaje académico no fue insignificante: licenciado en Historia, Ciencias Políticas y Sociología y hablante de siete lenguas (serbio, inglés, árabe, francés, italiano, español y alemán).

Considerado el Raymond Poulidor de esta actividad, El Sonbaty siempre fue un gran defensor del ‘mens sana in corpore sano’: "Deporte más educación; siempre supe que era la mejor combinación posible" defendía en una entrevista en 'Bodybuilding.com'

El 95% de los profesionales tienen que vender drogas, prostituirse, trabajar en seguridad o hacer porno para subsistir

Como símbolo de esta fusión de mente y cuerpo que promulgaba, el eterno segundón del culturismo salía al escenario con sus características gafas de montura metálica. El Sonbaty siempre consideró injustos los resultados obtenidos. Harto de lo que él estimaba como unas competiciones manipuladas, decidió contar los secretos más oscuros de esta disciplina. En el año 2013, el mundo del culturismo lloraría su muerte. Entre los más afligidos no se hallaron, precisamente, los máximos responsables de la IFBB (Federación Internacional de Bodybuilding y Fitness).

Drogas y amaños

Nacido en Stuttgart, de padre egipcio y madre Serbia, su carrera en el ‘bodybuilding’ daría comienzo en 1983, cuando apenas contaba con 18 primaveras. Su llegada a Mister Olympia no sucedería, sin embargo, hasta 1994. Durante todo ese tiempo El Sonbaty seguiría asistiendo a sus clases en la universidad: “Mi padre, que es ingeniero y trabajó para Mercedes Benz, siempre me enseñó, desde que era niño, que tenía que completar mi educación superior para tener un título, pero sobre todo, para disfrutar de una formación y no tener que vivir a las órdenes de nadie”, confesaba.

Tras una temporada repleta de éxitos, 1995 se presentaba como su año, sin embargo, el tercer puesto otorgado en la máxima competición sería el primer ejemplo de toda la frustración posterior que acabaría viviendo hasta su retirada: "Hubo múltiples razones por las que no gané. Algunos jueces no querían decepcionar a su amigo Dorian Yates. Otros no querían que ganase alguien que no fuera de los Estados Unidos”, afirmaba el culturista alemán quien se atrevía a asegurar que en su época los jurados se elegían a dedo y el vencedor estaba ya decidido antes de que la competición tuviera lugar.

Yo era demasiado educado e inteligente y eso era peligroso. Querían culturistas alienados que no pensaran por sí mismos

En 1996 subiría de nuevo al tercer escalón del podio, siendo posteriormente descalificado por un positivo por diuréticos, sustancias que se utilizan antes de las competiciones para la eliminación de líquidos con el fin de afilar el físico, reduciendo la hinchazón muscular.

El punto máximo de su indignación llegaría tras su segundo puesto en 1997 cuando acudió a Mister Olympia con un cuerpo tremendamente trabajado: “Me ha ganado un hombre que tiene el vientre de una embarazada de seis meses. Ha sido el mayor atraco del siglo XX. No tengo ninguna duda de lo que realmente ocurre en este deporte”.

La muerte que acecha

Desde aquel momento comenzaría su declive hasta el final de su carrera en 2005. El Sonbaty no tenía pelos en la lengua: "Los mandamases de este deporte exigían a los atletas ponerse en una condición cercana a la muerte. En el culturismo hay una gran cantidad de atletas adictos. Lo más triste de este negocio es que el 95% de los profesionales tienen que vender drogas, prostituirse, trabajar en seguridad o hacer porno para subsistir. Es un deporte gobernado por hipócritas que solo miran su beneficio”.

La lista de fallecidos dentro del mundo del ‘bodybuilding’ no es pequeña. Entre las muertes prematuras más significativas se encuentran las de Andreas Munzer, Greg Plitt, Chad Brothers, Oli Cooney, Aziz “Zyzz” Shavershian, Anthony D’Arezzo o Steve Michalik: “Se necesita ser fuerte como un caballo para tomar 'megadosis' durante años y no enfermar. Aunque utilices todos los medicamentos del mundo, si no posees una buena genética, olvídate. En el culturismo la genética es clave", confesaba El Sonbaty.

En un mundo donde no era común encontrar personalidades con una alta formación académica, el culturista alemán también achaca buena parte de su fracaso a su nivel de instrucción: “Para ellos, yo era demasiado educado e inteligente y eso resultaba muy peligroso. Querían culturistas alienados, que no pensaran por sí mismos”.

Terminó pagando las consecuencias de las drogas que había tomado, entre otras, diuréticos, anabolizantes, insulina y synthol, un aceite compuesto de ácidos grasos, alcohol benzílico y lidocaína empleado para corregir los defectos musculares en pos de la simetría perfecta. Su historia corre paralela a la de un deporte que alcanzó su mayor auge en las décadas de los 70, 80 y 90 y que ahora no se halla en su mejor momento. Tras los graves daños que arrastraba en sus riñones, El Sonbaty moriría a los 47 años el 20 de marzo de 2013 de una parada cardiaca en la ciudad de El Cairo.

130 kilos en 1 metro y 80 centímetros de puro músculo. A sus espaldas, más de 50 competiciones profesionales de ‘bodybuilding’ entre las que se cuentan un segundo y dos terceros puestos en Mister Olympia, la máxima competición del culturismo profesional que el actor Arnold Schwarzenegger ganaría en siete ocasiones. Así era Nasser El Sonbaty por fuera. Por dentro, su bagaje académico no fue insignificante: licenciado en Historia, Ciencias Políticas y Sociología y hablante de siete lenguas (serbio, inglés, árabe, francés, italiano, español y alemán).

Virales
El redactor recomienda