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Frases para un discurso de boda: cómo hablar en un enlace y no morir en el intento
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es importante ensayar antes de la ceremonia

Frases para un discurso de boda: cómo hablar en un enlace y no morir en el intento

Hay que mezclar un humor sutil, que no avergüence a ninguno de los novios, con detalles emotivos, con los que todos los invitados a la ceremonia se sientan implicados

Foto: El discurso de boda tiene que ser breve (Pixabay)
El discurso de boda tiene que ser breve (Pixabay)

Tu mejor amigo se casa y tú estás muy contento por él. Pero un día se le ocurre lo que cree que es una brillante idea: que seas tú el que ofrezca el tan temido discurso de boda, el que se levante en medio del convite para, tras golpear suavemente la primera copa que encuentras en la mesa con una cuchara de postre y un suave carraspeo, diga esas palabras que hacen llorar y reír a partes iguales y que ponen en vergüenza a alguno (o a ambos) de los novios.

Foto: Hasta el invitado más bienintencionado puede arruinar el día más perfecto. (iStock)

El papel de padrino del novio suele tenerlo uno de sus mejores amigos. Pocas veces tiene que asesorar al prometido sobre algo relacionado con la ceremonia y su principal labor es mezclar a los amigos de toda la vida del protagonista, sus compañeros de trabajo y a sus familiares aptos para tal evento en una despedida de soltero que no olvide nunca. Sin embargo, el día D, cuando todo son nervios, el padrino suele levantarse y decir unas palabras. Unos minutos, no más. Pero unos minutos cargados de excitación e intranquilidad, de desasosiego y sudores fríos. Nadie dijo que hablar en público fuera fácil. ¿Pero qué se puede y qué no se puede decir en un discurso de boda?

Lo más importante es preparar el discurso con antelación. Jamás se debe dar un discurso de boda improvisado —a no ser que seas el rey de la improvisación— y, además de escribirlo con antelación, es importante ensayar: leerlo frente a un espejo, frente a tus familiares o pareja, frente a alguien que sea capaz de decirte qué estás haciendo bien y qué puedes hacer mejor. A la hora de redactar el discurso, es importante tener en cuenta algunos aspectos:

  • Ser breve, sin quedarse corto: ya lo dijo Monica Geller en el ensayo de la cena de boda de Phoebe en la mítica Friends: «No hay nada más aburrido que un discurso largo. Así que entra, haz lo tuyo y sal». Quizás no haya que ser tan exagerado, pero sí hay que tener en cuenta la extensión del discurso: no todos los invitados van a entender todas las referencias del discurso, y es necesario conseguir mantener la atención de todos ellos a pesar de ellos. Lo mejor, no pasar de los cinco minutos.
  • Gracias, gracias y gracias: es importante agradecer a los novios el participar en la boda: no sólo haber sido invitado, sino el hecho de que te hayan pedido que digas unas palabras durante un día tan especial para ellos. No pases por alto este detalle.
  • Utiliza el humor, pero de forma sutil. Un discurso de una boda tiene que hacer reir, pero tiene que hacer que sean todos los invitados los que se rían, así que si habías pensado alguna broma de mal gusto que sólo los colegas más cercanos van a entender, abstente para el momento de las copas. Escoge momentos de los que se pueda hablar delante de los familiares de los dos novios —aunque sean algo embarazosos— y trata de no enfocarte sólo en aspectos del novio, sino también de su pareja.
  • Valora a la persona con la que se va a casar. Es tu mejor amigo y con él has disfrutado innumerables fiestas de soltero. Ahora, la vida cambia y a vuestra relación se suma una nueva persona: recuérdale lo importante que es para ti su amistad y lo que contribuirá esa persona con la que ahora va a compartir el resto de su vida a vuestra relación.
  • Lleva el discurso apuntado. Puede que no tengas una célebre memoria, ni la mejor soltura para hablar en público, así que lo mejor es llevarse el discurso en una chuleta o una serie de anotaciones que ayuden a recordar cuál era el siguiente tema del que ibas a hablar, en caso de olvidarte.
  • ¡No te preocupes si se te traba la lengua! A todos nos ha pasado alguna vez hablando en público. Recuerda: no estás ante ningún tribunal, nadie va a juzgarte por confundirte y, seamos francos, todos habrán bebido una copa de vino o dos (o tres, o cuatro) en el momento del discurso. Estarás más desinhibido, pero tal vez más torpe. No lo pongas en tu contra: disfruta del momento y si te confundes, ¡ríete con los invitados! Eso sí, intenta evitar que la confusión sea, por ejemplo, el nombre de la pareja de tu mejor amigo...

¿De qué hablo en el discurso?

Los temas que se hablen durante el discurso son de tanta o más importancia que el modo de pronunciarlo. De poco sirve no recurrir a las bromas de mal gusto si, en medio del discurso, recuerdas aquella vez que tu mejor amigo quiso plantearse, por ejemplo, engañar o dejar a la que ahora va a convertirse en su pareja hasta que la muerte los separe. Como ya hemos dicho, es imprescindible evitar temas polémicos: desde detalles íntimos que puedan avergonzar a los novios —o provocar vergüenza ajena a los invitados— así como detalles escatológicos de determinadas historias. Es crucial que la persona que dé el discurso muestre que sus palabras son un fiel reflejo de su persona: no trates de utilizar vocabulario que no sueles usar, ni ser demasiado culto si eres muy coloquial y al contrario. Si te han pedido que seas tú el que da el discurso, debes demostrar que eres tú y no tratar de aparentar ser otra persona.

Escoge temas divertidos: recuerda cómo os conocisteis, alguna historia de la infancia, adolescencia o juventud común; habla de por qué es una persona tan importante para ti con algún detalle gracioso que pueda comprender todo el mundo. Si una parte de los invitados no entiende la broma, se verá en sus caras y si ves caras de aburrimiento puedes llegar a ponerte nervioso durante el discurso.

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'Tres bodas de más'

Recurre a alguna historia o poesía de amor, si lo crees necesario. Es mucho mejor contar historias personales, redactar un discurso que esté 100% basado en la historia común y en anécdotas que os han pasado a lo largo de la historia que intentar emular otros personajes con otras vidas. Pero si las ideas se te agotan y crees que te quedas corto, opta por algo más clásico, aunque breve.

Una buena opción es Mario Benedetti, que tiene a sus espaldas palabras comoo 'Almas Gemelas': «Tu alma gemela no es alguien que entra en tu vida en paz, es alguien que viene a poner en duda las cosas, que cambia tu realidad, alguien que marca un antes y un después en tu vida. No es el ser humano que todo el mundo ha idealizado, sino una persona común y corriente que se las areregla para revolucionar tu mundo en un segundo». Si bien es posible recurrir a los clásicos, es recomendable buscar algún libro o película que represente a los novios. El Principito, La Princesa Prometida o Romeo y Julieta son algunas de las obras de las que se puede sacar un extracto para incluir en el discurso.

Eso sí, siempre es necesario cerrar el discurso. A pesar de que la emotividad de algunos puede llevar a querer concluir el discurso con un profundo abrazo, antes de eso es importante hacer partícipes al resto de invitados, por ejemplo, proponiendo un brindes y alzando la copa por la felicidad de la pareja.

Tu mejor amigo se casa y tú estás muy contento por él. Pero un día se le ocurre lo que cree que es una brillante idea: que seas tú el que ofrezca el tan temido discurso de boda, el que se levante en medio del convite para, tras golpear suavemente la primera copa que encuentras en la mesa con una cuchara de postre y un suave carraspeo, diga esas palabras que hacen llorar y reír a partes iguales y que ponen en vergüenza a alguno (o a ambos) de los novios.

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