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Sí, la dieta mediterránea es buena para tu salud, pero solo si eres de clase alta
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LUCHA DE CLASES ENTRE PANES CON ACEITE

Sí, la dieta mediterránea es buena para tu salud, pero solo si eres de clase alta

Una investigación publicada hoy desvela que la incidencia de este régimen tan solo es patentemente positiva entre aquellos que tienen más dinero. ¿Por qué?

Foto: No es para todos igual. (iStock)
No es para todos igual. (iStock)

No cabe duda de que entre todas nuestras opciones dietéticas, la dieta mediterránea es la que goza de una mejor reputación. Es la que dispone de un mayor respaldo científico, especialmente en lo que concierne a sus beneficios para la salud de nuestro corazón. El estudio Predimed realizado en España, por ejemplo, concluía en una investigación publicada en 'The New England Journal of Medicine' que una dieta mediterránea enriquecida con frutos secos y aceite de oliva virgen extra reduce en un 30% la posibilidad de morir por un accidente cardiovascular.

Una nueva investigación publicada hoy en el 'International Journal of Epidemiology', no obstante, matiza la bondad universal de mezclar frutas, verduras, pescado, cereales, legumbres y aceite de oliva, y añade un matiz olvidado para que esta dieta sea verdaderamente eficaz: tener dinero o pertenecer a la clase alta. Según las conclusiones del Departamento de Epidemiología y Prevención del Instituto Neurológico Mediterráneo (Neuromed), la consabida reducción del riesgo de sufrir enfermedades cardíacas solo ha podido encontrarse en “personas con un alto nivel educacional y/o unos ingresos más altos”. En el resto de grupos analizados, los investigadores liderados por Giovanni de Gaetano no han podido identificar ninguna diferencia sustancial.

La calidad de las comidas es tan importante como la cantidad o la frecuencia de consumo

“Por primera vez, nuestro estudio ha revelado que la posición socioeconómica es capaz de modular las ventajas para la salud ligadas con la dieta mediterránea”, ha señalado la investigadora Marialaura Bonaccio. “En otras palabras, una persona de un estrato socioeconómico en el cual tenga que hacer sacrificios para seguir el modelo mediterráneo es poco probable que obtenga los mismos beneficios que una persona con mayores ingresos, a pesar de que ambos se adhieran a la misma dieta saludable”.

Foto: La teoría del 1% también llega al mundo de la alimentación. (Corbis)

Los investigadores han obtenido los datos del conocido como proyecto Moli-sani, uno de los grandes proyectos epidemiológicos de la salud europea. En el Moli-sani, realizado en la región italiana de Molise, se ofrece a los participantes chequeos habituales sin coste. El objetivo es establecer de forma computerizada un potente banco de datos (el MoliBank) que permita comprender los factores de riesgo ligados a enfermedades degenerativas o cardíacas. Entre marzo de 2005 y abril de 2010, 24.325 personas de 35 años o más prestaron su información al sistema.

¿Por qué?

La investigación también intenta responder la gran pregunta: por qué tan solo los más ricos se benefician de la dieta mediterránea. Básicamente, señalan los investigadores, a que no toda la dieta mediterránea es igual de buena. En otras palabras, las personas con mayores ingresos tienen acceso a alimentos de mayor calidad, mientras que los que pertenecen a los escalones más bajos de la sociedad, por mucho que se alimenten a base de fruta, verdura y pescado, tienen que recurrir a alimentos más baratos. Y sí, esta diferencia se nota.

Las personas con menos recursos económicos se decantan por la comida “con menor valor nutritivo”, aunque forme parte de la dieta mediterránea

“Entre aquellos que manifiestan una adherencia óptima a la dieta mediterránea (medida a través de una puntuación que comprende las frutas y los frutos secos, las verduras, las legumbres, cereales, pescado, grasa, carne, productos lácteos, y consumo de alcohol), las personas con mayores ingresos o un nivel educativo más alto consumían productos ricos en antioxidantes y polifenoles, y una mayor diversidad en la elección de frutas y verduras”, señala el estudio. Entre esta clase de alimentos suelen encontrarse legumbres como lentejas o judías, frutas y verduras como la remolacha y la berenjena, el tomate o el trigo. Además, las personas más ricas tienen mayor acceso a cereales de grano entero y suelen cocinar dichos alimentos de la manera más nutritiva.

Frente a la idea popular, la dieta mediterránea no llega igual a todos los habitantes de dicha región europea, ni todos los alimentos gozan de la misma calidad. Una vez más, el dinero marca la diferencia. Como recuerdan los autores, “las diferencias sustanciales a la hora de consumir productos que forman parte de la dieta mediterránea nos llevan a pensar que la calidad de las comidas puede ser tan importante para la salud como la cantidad y la frecuencia de consumo”. A menudo, recuerdan los autores, las personas con menos recursos se decantan por la comida “con menor valor nutritivo”.

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No solo eso, sino que, como recuerda Gaetano, “la diferencia socioeconómica en la salud se está haciendo mayor incluso en el acceso a las dietas saludables”. Una tendencia que cada vez más investigaciones ponen de manifiesto. Hace unos años, la Escuela de Salud Pública de Harvard publicó un estudio que señalaba que la crisis económica ha acentuado los malos hábitos de las capas más bajas de la sociedad y ha mejorado los de los más ricos. Aunque en general se consumas más frutas, legumbres o grasas poliinsaturadas, su calidad (relacionada con su frescura, conservación o recolección), especialmente en lo que concierne al valor nutritivo, varía sensiblemente.

No cabe duda de que entre todas nuestras opciones dietéticas, la dieta mediterránea es la que goza de una mejor reputación. Es la que dispone de un mayor respaldo científico, especialmente en lo que concierne a sus beneficios para la salud de nuestro corazón. El estudio Predimed realizado en España, por ejemplo, concluía en una investigación publicada en 'The New England Journal of Medicine' que una dieta mediterránea enriquecida con frutos secos y aceite de oliva virgen extra reduce en un 30% la posibilidad de morir por un accidente cardiovascular.

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