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La guerra por la escasa arena que queda: qué pasa cuando este material se agota
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La guerra por la escasa arena que queda: qué pasa cuando este material se agota

Solemos pensar que disponemos de toda la que necesitamos, pero la importación y exportación de arena es una gran industria; pronto, no habrá para todos

Foto: Un preciadísimo material. (iStock)
Un preciadísimo material. (iStock)

Si nos dijesen cuál es la materia prima más valiosa por su escasez, quizá pensaríamos en el petróleo, el gas natural o incluso el agua… Pero probablemente nos olvidaríamos de una de las bases de la economía global por su papel esencial en sectores clave como la construcción o las infraestructuras: la arena, un bien que parece ilimitado (como también lo parecía el agua) y cuya demanda, sin embargo, está superando ampliamente a la oferta en ciertas regiones del mundo como Asia, donde el boyante sector de la construcción requiere grandes cantidades de estos fragmentos de rocas y minerales.

Un informe publicado en el año 2014 por la ONU ponía de manifiesto la radical importancia de la arena en la economía global. Esta supone entre un 68 y un 85% de las de 47 a 59.000 millones de toneladas que se extraen anualmente (13.700 de las cuales se destinan a construcción), una cantidad que permitiría construir un muro alrededor del ecuador de unos 27 metros de altura y anchura. La mayoría, no obstante, no se emplea en los países occidentales, sino en Asia. Como recordaba un reportaje de 'The New York Times', entre 2011 y 2013 China utilizó más arena que Estados Unidos en todo el siglo XX. La firma Freedonia Group calcula que Asia consume el 70% de este material.

El Observatory of Economic Complexity, un proyecto del MIT, calculó que la cantidad de dinero que movió la arena en 2015 era de 1.700 millones de euros

Son muchísimos los productos y servicios que dependen de esta materia prima más allá del cemento, material con el que se construyen la mayor parte de edificios de todo el mundo: los cimientos, las carreteras, las ventanas, pero también objetos de uso cotidiano como copas de vino o las pantallas de los teléfonos móviles. También se emplea en los sistemas de filtración de piscinas. Sobre todo, es esencial en la boyante industria del fracking, que necesita la arena a la hora de fracturar el suelo. Según 'The Wall Street Journal', la industria energética utilizó en 2013 hasta 25,5 millones de toneladas de arena.

placeholder La extracción no siempre se realiza de manera legal. (iStock)
La extracción no siempre se realiza de manera legal. (iStock)

Decir que se trata de una industria multimillonaria es decir poco. El Observatory of Economic Complexity, un proyecto del MIT, calculó que la cantidad de dinero que movió la arena en 2015 era de 1.700 millones de euros. Basta con echar un vistazo a los grandes exportadores e importadores del mundo para entender un poco mejor la lucha por el recurso: el mayor exportador es EEUU (382 millones), seguido por Australia (147), Alemania (142), Países Bajos (121) y China (114). Los mayores importadores son Canadá (190), Bélgica-Luxemburgo (130), Países Bajos (109), Singapur (108) y el resto de Asia (87,1).

La carretera que nunca se acaba

Como explicábamos, la demanda se ha disparado en los países asiáticos. Por ejemplo, Singapur ha extendido un 20% su territorio desde su independencia en 1965 a través del depósito de grandes cantidades de arena en el agua. Las autoridades chinas, como explica 'The New Yorker', estiman que para el año 2030 habrán conseguido construir una red de carreteras que multiplique en tres veces y media la estadounidense, y para eso hace falta una gran cantidad de arena. Muchos de los países en los que el sector automovilístico se ha disparado correrán similar suerte. Uno de los principales hándicaps se encuentra en que la arena del desierto, por ejemplo, es demasiado fina y no sirve para cemento; es la razón por la que Arabia Saudí importa desde Australia. No es el único. La arena es difícil de transportar por su elevado peso, por lo que también es cara.

Este mercado negro se centra ante todo en África y el Caribe, donde se están vaciando playas enteras para abastecer a los países asiáticos

De ahí que haya aparecido un potente mercado negro de arena, como explicaba un reciente reportaje de 'The Economist', que aseguraba que “la arena se está extrayendo a una velocidad mucho mayor de la que se repone de forma natural, y el vaciado de las reservas existentes está dañando el medio ambiente”. Este mercado negro se centra ante todo en África y el Caribe, donde se están vaciando playas enteras para abastecer a los países asiáticos. 'Times of India' estimaba que este negocio alternativo, gestionado por mafias locales como las del estado meridional de Tamil Nadu, puede llegar a mover unos 2.300 millones de dólares al año.

Donde hay mafia, hay crimen y pequeños inconvenientes que paga el eslabón más débil. El 'NYT' recordaba que las mafias se han quitado del medio a activistas y autoridades locales que combaten el mercado negro, y ha producido un gran número de muertes accidentales en Arabia Saudí, Sudáfrica o Gambia. En muchos casos, como recuerda un reportaje publicado en 'Investopedia', se ha pasado de obtener arena de los ríos (donde se encuentra la más valiosa) para hacerlo en el mar, lo que es letal para la fauna marina y la pesca local. En muchas ocasiones la arena se extrae de manera totalmente casera, con los lugareños llenando sus cubos.

Una amenaza medioambiental

Como recordaba el informe de la ONU, a pesar de que la escasez de arena llegará más pronto que tarde, muy pocas instituciones y organizaciones han decidido tomar cartas en el asunto, “sobre todo porque la pérdida de arena aún no ha llegado a un nivel que suponga una amenaza para la economía”. Tan solo la Unión Europa y Reino Unido han establecido medidas significativas y estructurales. El informe recomendaba que “la minería a larga escala, las canteras y las actividades de reciclaje se autoricen solo después de una evaluación científica segura que muestre que el impacto en el medio ambiente es limitado”. También, introducir operaciones de minería científica seguidas de restauraciones ecológicas.

placeholder Hay mucha menos de lo que pensamos. (iStock)
Hay mucha menos de lo que pensamos. (iStock)

El problema se encuentra, como en otras cuestiones relacionadas con el medioambiente y las condiciones laborales, en que si las naciones occidentales fijan restricciones para la extracción de arena (como la prohibición de hacerlo cerca de zonas residenciales), la materia puede terminar siendo extraída en Estados con leyes mucho más laxas. Con una diferencia sustancial en este caso, que es que el transporte de arena es muy caro, por lo que poner restricciones a la extracción de este material puede disparar sensiblemente el precio de la vivienda o de las carreteras, lo que impactaría de manera muy notable en la economía, incluso en la de los países desarrollados.

Malasia se han visto obligada a prohibir las exportaciones a Singapur y países como Camboya o Vietnam han fijado restricciones: en Indonesia, varias decenas de pequeñas islas han desaparecido tras el agotamiento de su arena. Los efectos se han dejado notar en otros países como la India, donde la extracción de arena de los ríos está afectando a los ecosistemas, causando la muerte de peces y pájaros. En Vietnam se han arrancado hectáreas y hectáreas de bosque para acceder al suelo arenoso. En Kenia han desaparecido arrecifes de coral y es probable que la erosión de las playas de San Francisco se deba a este factor. Hay otra salida: la aparición de sustitutos que cumplan la misma función a un menor coste.

Si nos dijesen cuál es la materia prima más valiosa por su escasez, quizá pensaríamos en el petróleo, el gas natural o incluso el agua… Pero probablemente nos olvidaríamos de una de las bases de la economía global por su papel esencial en sectores clave como la construcción o las infraestructuras: la arena, un bien que parece ilimitado (como también lo parecía el agua) y cuya demanda, sin embargo, está superando ampliamente a la oferta en ciertas regiones del mundo como Asia, donde el boyante sector de la construcción requiere grandes cantidades de estos fragmentos de rocas y minerales.

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