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Por qué los niños no deben dormir en la misma habitación que los padres
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UN DIFÍCIL EQUILIBRIO DE SUEÑO

Por qué los niños no deben dormir en la misma habitación que los padres

Aunque las guías recomiendan dejar al niño cerca hasta que cumpla al menos un año, una nueva investigación sugiere que esta costumbre puede ser muy perjudicial

Foto: ¿Qué deberían hacer? El debate está abierto. (iStock)
¿Qué deberían hacer? El debate está abierto. (iStock)

Una de las dudas más habituales entre los padres primerizos es en qué momento deben buscarle una habitación a sus hijos para que duerman solos. No nos referimos al polémico colecho, es decir, a que los bebés duermen en la misma cama que los adultos y que, como puso de manifiesto un estudio publicado en el 'British Medical Journal' en 2013, tienen hasta cinco veces más posibilidades de sufrir una muerte súbita, muchas veces por asfixia, sino a separarnos de ellos durante la noche.

Una nueva investigación publicada en la revista 'Pediatrics', una de las referencias académicas en el mundo de la infancia, puede cambiar por completo todo lo que pensábamos hasta el momento. Según la mayor parte de guías, como la de la American Academy of Pediatrics, los niños deben dormir en la misma habitación que los padres, cerca de su cama –pero en una superficie diferente–, “idealmente hasta el primer año, pero por lo menos durante los primeros seis meses”. Deben encontrarse en “posición supina (es decir, completamente de espaldas) hasta que cumplan el primer año”.

A la edad de un año, los niños que pernoctaban en su propia habitación dormían de media 40 minutos más que los que aún lo hacían en el cuarto paterno

El estudio advierte que los niños que duermen en la misma habitación que los padres descansan mucho peor que los que lo hacen en una habitación separada, y ello tiene consecuencias negativas tanto para los pequeños como para los padres. Según las conclusiones del estudio, “compartir la habitación con los niños de edades entre los cuatro y los nueve meses está ligado a un menor tiempo de sueño durante la noche, menos ratos de sueño y prácticas de sueño poco saludables asociadas con el SMSL (síndrome de muerte súbita del lactante)”.

Aunque a los cuatro meses el tiempo de descanso de unos y otros es similar, la distancia se ensancha a medida que pasa el tiempo, han comprobado los autores después de revisar los patrones de sueño de 279 familias. A esa edad, los niños que habían aprendido a reposar solos en su propia habitación dormían de media 40 minutos más que los que aún pernoctaban en el cuarto de sus padres y 24 que aprendieron más tarde a descansar lejos de sus padres. Una sustancial diferencia que puede determinar la salud de toda la familia.

Como ha señalado el autor principal del estudio, el doctor Ian M. Paul de la Escuela de Medicina de la Universidad de Penn, “los bebés tienen breves episodios en los que se despiertan por las noches, y sospecho que si los padres están en la misma habitación tienen más posibilidades de responderles que dejar que vuelvan a dormirse por sí mismos”. De esa manera, los pequeños se acostumbran a la rápida reacción de sus progenitores, por lo que no llegan a aprender a reposar por su cuenta.

Un equilibrio difícil de encontrar

No se trata solamente de la duración del sueño, sino también, de las interrupciones nocturnas. De media, los niños que se habían acostumbrado pronto a dormir lejos de sus padres eran capaces de mantenerse dormidos 100 minutos más de media que los que compartían habitación, y 45 más que los que habían tardado más tiempo. Cuando los niños habían cumplido 30 meses, aquellos que descansaban solos a los nueve meses dormían cada noche 45 minutos más que los que no lo habían hecho.

Las parejas que comparten la habitación con el niño muestran unos resultados relacionados con el sueño más pobres

Si el niño duerme menos horas de las que debería o lo hace mal –la National Sleep Foundation recomienda de 14 a 17 horas hasta los tres meses y de 12 a 15 hasta los 11–, las consecuencias pueden perjudicar tanto a los niños como a los padres. Los primeros porque un descanso poco reparador multiplica las posibilidades de que sufran sobrepeso y problemas de sueño a una edad más avanzada; los padres, por razones obvias relacionadas con la calidad de su descanso.

Estos resultados plantean, lógicamente, una pregunta: ¿qué es preferible, dejar que los niños duerman con los padres por su seguridad, aunque ello empeore la calidad de su sueño, o enseñarles desde el principio a ser independientes? Precisamente, el año pasado la American Adamy of Pediatrics publicó una actualización de sus recomendaciones para 2016 para intentar reducir el número de muertes anuales causadas por el síndrome de muerte súbita del lactante, alrededor de 3.500 en Estados Unidos.

El documento señalaba que “hay pistas de que dormir en la habitación de los padres, pero en una superficie diferente, reduce el riesgo de SMSL en un 50%”, para lo cual se apoyaba en antiguas investigaciones como la editada en el 'British Medical Journal' o 'The Lancet'. “La cuna del niño, el transportín o el parque deben situarse en el dormitorio de los padres hasta el primer cumpleaños del niño”, señalaba el documento. “Aunque no hay evidencias específicas para trasladar a un niño fuera de su habitación antes de esa edad, los primeros seis meses son particularmente críticos, porque los niveles de SMSL, y otras muertes relacionadas con el sueño, especialmente aquellas que se producen en situaciones de colecho, son más altas”.

Guerra de niños

Según las recomendaciones de dicha organización, se debe colocar la cuna cerca de la cama de los padres, de forma que se encuentre siempre a su vista, y sea de fácil acceso para facilitar “la alimentación, el consuelo y la monitorización del niño”. Los responsables de la nueva investigación no están tan de acuerdo, especialmente en lo que se refiere al tiempo que debe pasar el niño junto a sus padres, y que hace justicia a lo de “pan para hoy y hambre para mañana”.

Descansar en la misma habitación se asociaba con una transición de un día para otro a compartir la cama, algo desaconsejado

“Nuestros hallazgos muestran unos resultados relacionados con el sueño más pobres y unas prácticas de sueño menos saludables entre las parejas que comparten la habitación más allá de la primera infancia y sugiere que la AAP debería reconsiderar y revisar sus recomendaciones en lo que concierne a compartir habitación hasta el primer año”, ha declarado el doctor Paul a 'MedPage Today'.

El investigador propone revisar de nuevo las guías de la AAP, pero también, la manera en que muchos padres implantan estas recomendaciones. “Quizá el descubrimiento más impactante era que descansar en la misma habitación se asociaba con una transición de un día para otro a compartir la cama, algo que está totalmente desaconsejado por la AAP”, explicaba Paul. La diferencia de criterio entre unos y otros es, ante todo, una muestra de que en la crianza hay pocos acuerdos unánimes y muchas dudas. Si hace unos años el doctor Eduard Estivill se enfrentó con su 'Duérmete, niño' al pediatra Carlos González respecto a si había que dejar llorar o no a los niños, dividiendo a los padres en dos escuelas distintas, pronto este tema puede dar lugar a nuevas (y enconadas) discusiones.

Una de las dudas más habituales entre los padres primerizos es en qué momento deben buscarle una habitación a sus hijos para que duerman solos. No nos referimos al polémico colecho, es decir, a que los bebés duermen en la misma cama que los adultos y que, como puso de manifiesto un estudio publicado en el 'British Medical Journal' en 2013, tienen hasta cinco veces más posibilidades de sufrir una muerte súbita, muchas veces por asfixia, sino a separarnos de ellos durante la noche.

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