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Las técnicas psicológicas que utilizan los bancos para quedarse con tu dinero
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Cómo pertrecharse ante un posible fraude

Las técnicas psicológicas que utilizan los bancos para quedarse con tu dinero

El primer error que cometemos es considerar que a nosotros nadie nos puede encandilar. Sin embargo, ante ciertas estratagemas cualquiera puede encontrarse desprotegido

Foto: La avaricia como leitmotiv. (iStock)
La avaricia como leitmotiv. (iStock)

No es necesario tener un máster en psicología para ser un experto embaucador. Basta comprender ciertos comportamientos instintivos de las personas y conocer algunas triquiñuelas efectivas que permitan encandilar a las víctimas.

Hoy, más que nunca, es necesario estar ojo avizor ante posibles estafas. En el mundo en que vivimos, un astuto individuo puede estar acechándonos hasta en nuestra propia sucursal de banco, y para muestra, los sonados casos que se han publicado en los últimos años.

Siguiendo la opinión de diferentes expertos, te ofrecemos algunos consejos para no picar en el tentador anzuelo que las instituciones financieras ofrecen y que pueden poner en peligro a nuestra economía.

Atención a los regalos

Desde el tradicional juego de sartenes hasta la bici de montaña promocionada por un ciclista de élite. Cuando uno mira con detalle el obsequio que nos dan por contratar algunos productos bancarios, su valor suele ser ridículo en comparación con las cantidades finales que se acaban depositando.

Escapa si la persona que te está vendiendo un producto financiero utiliza expresiones como “seguro que un experto inversor como usted...”

Se trata de un truco muy común en el que nadie está exento de caer. Según Stephen Lea, profesor de la Universidad de Exeter especializado en psicología económica: “La gente me pregunta con frecuencia si hay un tipo particular de sujeto que es más susceptible de ser defraudado, esperando que les describa a una persona muy distinta a ellos mismos. Es una actitud muy peligrosa. Todo el mundo es vulnerable. Un estudiante puede picar ante la oferta de un iPad barato y falso, mientras la gente más mayor es a menudo víctima de estafas de inversión, ya que son más propensos a tener dinero ahorrado”.

Ese “regalo” puede presentarse bajo promesas más subrepticias y falaces: asegurar que la legislación va a cambiar en breve y es necesario adelantarse para sacar el mayor beneficio posible o apelar a supuestas informaciones publicadas en la prensa que apuntan a un repunte de ciertos valores.

Los cumplidos son una alarma

Una de las técnicas más recurrentes consiste en lisonjear a la víctima destacando ciertas cualidades que incluso el inversor o depositario potencial no posee. Si la persona que te está vendiendo un producto financiero utiliza expresiones como “seguro que un experto inversor como usted...” o “usted, que sabe utilizar tan bien su dinero...”, la regla es clara: escapa.

Si se apremia con la prisa y la escasez, nuestro cerebro reacciona con un impulso de urgencia por hacerse con aquello que puede desaparecer

Paul Seager, psicólogo experto en detención de mentiras, explica que: “Todos nos construimos una imagen ideal sobre cómo somos y cómo queremos ser percibidos por los demás. Los timadores se valen de ese recurso”.

Te provocan para conseguir un sí

Según Seager: “Una buena técnica de venta es abrir una discusión con una pregunta a la que el interlocutor se vea forzado a responder con un sí. En cuanto este haya asentido tres veces seguidas, probablemente se encontrara atrapado”.


El objetivo que se oculta tras esta treta es obligar psicológicamente a la víctima a sentirse comprometido sin que se dé cuenta. Ante la posibilidad de que se rompa el pacto por una negación surgen sentimientos como la culpabilidad que mantienen enganchada a la persona perjudicada. Sin duda, una trampa muy peligrosa y de la que no es fácil salir.

Te presionan con la última oportunidad

Si se instilan los principios de la prisa y de la escasez, nuestro cerebro reacciona automáticamente con un impulso de urgencia por hacerse con aquello que puede desaparecer rápidamente.

Si un consultor o un agente nos apremia con una ganga que está por acabarse, convendría pararse un momento a pensar por qué motivo lo está haciendo. A fin de cuentas no hay razones para que un desconocido nos quiera beneficiar porque sí, más allá de los intereses finales que hay detrás y que desconocemos.

Intentan crear cercanía

Si delante de ti se sienta un agente vestido de punta en blanco que solo te presenta tablas con datos de difícil comprensión, la posibilidad de sentirse involucrado con lo que te están vendiendo acaba siendo bastante remota. Si el mismo individuo comienza a dirigirse a ti utilizando supuestas experiencias personales que le han sucedido a él o un familiar cercano como su madre, se puede desencadenar un mecanismo de enganche tan peligroso como la empatía.

Cada segundo que le otorgas a un embaucador es un punto a su favor. El autocontrol tiene un límite y se debilita con el paso de los minutos

Si además el sujeto comienza a engatusarte para que hables sobre tu propia familia, el agente empezará a no parecer alguien tan lejano para transformarse en una persona parecida a ti. Según el doctor Joan Harvey, especialista en psicología del consumo de la Universidad de Newcastle, estas estratagemas persiguen dos fines pues “no solo dibujan al estafador como un hijo o una hija leal, apelando a los mismos valores de la víctima, sino que le permite también valorar el riesgo de que un familiar pueda echar por tierra en algún momento la estafa”.

Te roban tu tiempo

Cada segundo que le otorgas a un posible embaucador es un punto a su favor. El autocontrol tiene un límite y se debilita con el paso de los minutos. Una manera de quebrarlo es, sin duda, con la insistencia.


En las prácticas interrogatorias abusivas está comprobado que la gente interpelada durante mucho tiempo confiesa a veces crímenes que no ha cometido tras quedarse exhaustos. En una escala menor, el mecanismo que se emplea a veces con la reiteración funciona de forma parecida.

La práctica puede ser tan diabólica que, como dice el profesor Lea, “comienzas a pensar: le he quitado a esta persona buena parte de su tiempo, así que le debo algo. En realidad la cosa debería funcionar en sentido opuesto: me han sustraído una buena parte de mi tiempo. Pero esa no es la manera en que nuestra mente funciona”.

No es necesario tener un máster en psicología para ser un experto embaucador. Basta comprender ciertos comportamientos instintivos de las personas y conocer algunas triquiñuelas efectivas que permitan encandilar a las víctimas.

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