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“¿Cómo distingues a un español?” Los chistes que cuentan de nosotros
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¿DE QUÉ NOS REÍMOS Y POR QUÉ?

“¿Cómo distingues a un español?” Los chistes que cuentan de nosotros

Un nuevo libro recoge cuáles son las chanzas que los países europeos hacen sobre sus vecinos. Y, como cabía esperar, a los españoles nos caen unas cuantas collejas

Foto: Superespañolito dispuesto a reírse de unos cuantos portugueses. (iStock)
Superespañolito dispuesto a reírse de unos cuantos portugueses. (iStock)

Hay varias hipótesis que especulan sobre la razón de por qué los españoles nos divertimos tanto contando chistes de Lepe, ese municipio onubense de 30.000 inocentes habitantes. La más popular es la que atribuye al humorista y director de cine Manuel Summers su popularidad, ya que este visitaba con su familia la localidad todos los veranos. No es que Summers pensase que los leperos eran los patanes de España; más bien, quería reivindicar su gracejo. Sin embargo, el municipio ha pasado a la historia como el objeto de las burlas de todos los españoles.

[Chistes malos cortos: formas de sacar una sonrisa fácil]

El caso de Lepe quizá sea excepcional. No lo es tanto que una localidad o país comience a pergeñar chistes sobre sus vecinos, esos mismos que pueden habernos invadido en una aburrida noche de verano o habernos conducido a una inacabable discusión sobre las lindes. Siglos de historia trufados de guerras, conquistas y disputas diplomáticas han provocado que Europa haya sido el caldo de cultivo perfecto para esta clase de mofas. No, no es nada nuevo ni relacionado con los PIIGS; la confianza da asco, especialmente para el país vecino.

Un nuevo libro, 'De qui se moque-t-on. Tour d'Europe en 345 blagues' (Editions de l'Opportun) recopila, como su nombre indica, 345 de estos chistes europeos. Como cabe esperar, a los españoles nos caen unas cuantas, especialmente de parte de los portugueses. Su responsable es Romain Seignovert, un joven de 29 años francés que ha vivido en España, Alemania y, actualmente, Bruselas. Es el autor del blog Europe's Not Dead, donde ha publicado algunos de los chistes que ahora recoge en este volumen.

“¿Saben ese español…?”

¿Cómo reconoces a un español en una biblioteca? Porque es el único que busca un mapamundi de Madrid.

Como cabía esperar, décadas de chistes sobre las toallas portuguesas y la abundancia de vello de nuestros vecinos de península no podían traer nada bueno. Obviamente, los chistes que los portugueses cuentan sobre nosotros hacen referencia a nuestro orgullo, superioridad y, en una palabra, prepotencia, como ocurre en el que ejemplo anterior o en el que presentamos a continuación, recogido en un artículo de 'The Guardian'.

“Papá, papá”, le dice un niño a su padre, “cuando crezca quiero ser como tú”. “Muy bien, hijo, ¿por qué?”, le responde su padre. “¡Para poder tener un hijo como yo!”

O el siguiente, el último clavo en el ataúd de nuestra humildad:

“En una reciente encuesta, 11 de cada 10 españoles dijeron que se sentían superiores a los demás”

¿Por qué hay una mierda en la puerta de todos los supermercados belgas? Porque pone “empuje” en la puerta

Por supuesto, no nos tiembla el pulso al contraatacar. Como recuerda Seignovert, a pesar de nuestra conciliadora actitud hacia nuestros vecinos, seguimos bromeando “sobre su aspecto físico y sus hábitos simples”, como ocurre en el siguiente chiste o, si se prefiere, proverbio:

“Portugal es el único país del mundo en el que la amante de un hombre es más fea que su mujer”

Las fronteras del humor

No solo existe una enconada guerra humorística entre portugueses y españoles. Allí donde hay una frontera, es probable que haya un buen arsenal de chistes que denigren a los que se encuentran a uno y otro lado. Por lo tanto, a más fronteras, más bromas: es lo que le ocurre a los belgas, que son objeto de mofa de unos cuantos países. Por ejemplo, de los holandeses:

¿Por qué no nació Jesucristo en Bélgica? Porque no pudieron encontrar tres sabios en Bélgica [en otros idiomas, los tres Reyes Magos son los tres sabios]

O de los franceses:

Dos belgas están conduciendo un camión cuando llegan a un puente con un signo de advertencia: “¡Cuidado! Altura máxima: cuatro metros”. Se bajan y miden el camión. Tiene seis metros de alto. “¿Qué hacemos ahora”, pregunta uno. “No hay policía, así que seguir adelante”, responde el otro.

El siguiente es de cosecha propia; recuerdo haberlo escuchado de boca de una profesora de francés:

¿Por qué hay una mierda en la puerta de todos los supermercados belgas? Porque pone “empuje” en la puerta.

¿Qué hace un inglés para sentir que vive al límite? Se come una chocolatina After Eight a las siete y media de la tarde

Como ocurría en el caso de los españoles y los portugueses, los belgas también tienen unas cuantas balas para los franceses, que aluden a su superioridad y prepotencia como referencia global. Y que también son bastante escatológicos, como se puede comprobar:

¿Por qué se dice “ir a los baños” [“aux toilettes”] en francés e “ir al baño” en Bélgica? Porque hace falta visitar muchos para encontrar uno limpio.

Mejor que Eurovisión, y menos hortera

La lista es inacabable (bueno, no, en realidad se queda en 345 chistes) y hay para todos los gustos: el típico chiste de polacos, el típico chiste de escandinavos, la típica mofa de ingleses e irlandeses… Bueno, este última sí que es todo un subgénero en pleno derecho, como demuestra el siguiente chiste de irlandeses sobre británicos:

¿Qué hace un inglés para sentir que vive al límite? Se come una chocolatina After Eight a las siete y media de la tarde.

También cabe la posibilidad de que el enfrentamiento entre dos países se abra a tres o cuatro naciones, como ocurre con los ingleses, escoceses e irlandeses, los Tricicle del humor ofensivo:

Un inglés, un irlandés y un escocés planean una fiesta. “Llevaré seis pintas de bitter”, dice el inglés. “Yo llevaré seis pintas de Guinness”, dice el irlandés. “Yo llevaré seis amigos”, dice el escocés.

Los ingleses Monty Python también tenían algo que decir de la Inquisición española.

¿Escandinavos contando chistes? ¿Es posible? Eso parece, a juzgar por los ataques que noruegos, suecos y daneses se dirigen mutuamente. A nosotros nos gusta especialmente esta síntesis de la inteligencia noruega pergeñada por los suecos:

¿Cómo se dice “genio” en noruego? “Turista”.

Pero tampoco está mal esta cariñosa referencia a los daneses:

¿Por qué los daneses nunca juegan al escondite? Porque nadie quiere encontrar a un danés.

O sobre las archifamosas inclinaciones alcohólicas de los fineses:

La diferencia entre una boda finlandesa y un funeral finlandés es que el funeral hay una persona que no bebe vodka.

¿Cómo sabes que estás hablando con un finlandés extrovertido? Porque cuando charla contigo, está mirando a tus pies en lugar de a los suyos

Una confrontación que también se extiende a los países bálticos, donde los letonios suelen bromear con la lentitud de los estonios (“el Neo de 'Matrix' debía ser estonio”), aunque nosotros prefiramos este desprecio del pueblo lituano a sus vecinos estonios:

¿Por qué en Estonia las madres solo cambian los pañales de sus hijos pequeños una vez al día? Porque en el paquete pone “hasta cuatro kilos”.

Debido a la cercanía entre Estonia y Finlandia, los primeros también se ceban con el carácter introvertido finés, un cóctel perfecto –valga la redundancia– junto a sus tendencias alcohólicas para convertirles en los borrachos más aburridos de toda Europa:

¿Cómo sabes que estás hablando con un finlandés extrovertido? Porque cuando charla contigo, está mirando a tus pies en lugar de a los suyos.

El país que se ríe de sí mismo...

Españoles y portugueses, franceses y belgas, ingleses e irlandeses, estonios y lituanos… Pero, ¿qué pasa cuando un país está acostumbrado a reírse de sí mismo, como ocurre con los italianos? Pues que alumbra algunos de los chistes más divertidos del listado, como es el caso del siguiente:

Hay tres razones por las que Jesucristo es italiano. Solo un hijo italiano habría vivido con su madre hasta los 30 años. Solo un hijo italiano podría pensar que su madre todavía es virgen. Solo una madre italiana podría pensar que su hijo es Dios.

O este, que alude a la popular imagen de un italiano gesticulando sin parar con sus extremidades superiores:

¿Qué es un italiano con las manos en los bolsillos? Un mudo.

Hay varias hipótesis que especulan sobre la razón de por qué los españoles nos divertimos tanto contando chistes de Lepe, ese municipio onubense de 30.000 inocentes habitantes. La más popular es la que atribuye al humorista y director de cine Manuel Summers su popularidad, ya que este visitaba con su familia la localidad todos los veranos. No es que Summers pensase que los leperos eran los patanes de España; más bien, quería reivindicar su gracejo. Sin embargo, el municipio ha pasado a la historia como el objeto de las burlas de todos los españoles.

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