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La verdadera historia del hombre que más sabe sobre la mafia e inspiró 'Kojak'
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SELWYN RAAB Y EL PERIODISMO AL LÍMITE

La verdadera historia del hombre que más sabe sobre la mafia e inspiró 'Kojak'

Nació en Nueva York en 1934, y gracias a su trabajo se convirtió en uno de los grandes periodistas americanos, además de un experto en la mafia y en el sistema judicial

Foto: Selwyn Raab, durante su aparición en el documental ' The Making of the Mob: New York'. (AMC)
Selwyn Raab, durante su aparición en el documental ' The Making of the Mob: New York'. (AMC)

Aunque cada vez sabemos más sobre el auténtico funcionamiento de la mafia italiana, incluso a día de hoy no podemos estar seguros de muchos de sus entresijos. Ello a pesar de su cercanía temporal o quizá precisamente por ello: hay muchos intereses políticos, policiales y judiciales como para contar la verdad y nada más que la verdad. Esos intereses le han dado bastante igual durante toda su vida a Selwyn Raab, el legendario periodista estadounidense que, desde las páginas de medios como 'The New York Times', expuso el funcionamiento de la mafia italiana, a la que conoció de primera mano, y ayudó a resolver los casos de Rubin 'Huracán' Carter y George Whitmore Jr., condenados por crímenes que nunca habían cometido.

El libro que lanzó a la fama a Raab fue 'Justice in the Back Room' (The World Publishing Company), publicado en 1967 y en el que explicaba el caso Whitmore. Los derechos fueron comprados por Universal Studios y terminaron convirtiéndose en 'Kojak', la popular serie emitida entre 1973 y 1978. Sin embargo, y a diferencia del popular detective, Raab no era calvo, sino que incluso a día de hoy, a sus 81 años, puede presumir de una buena mata de pelo.

También, de haber publicado uno de los libros definitivos sobre la mafia: 'Five Families: the Rise, Decline and Resurgence of America's Most Powerful Mafia Empires' (Griffin), obra comparable al 'Honrarás a tu padre' de Gay Talese, cuyas teorías, no obstante, Raab apenas comparte. Si este se ha convertido en uno de los grandes historiadores de la mafia americana, es porque la conoció de primera mano: criado en el Lower East Side de Manhattan, barrio vecino de Little Italy, las actividades de la mafia formaban parte de su día a día.

La visión del joven Raab de los tejemanejes criminales era, por aquel entonces, muy similar a la del resto de neoyorquinos. Como explica en una entrevista con Michael Woodiwiss publicada en 'Trends in Organized Crime', “la mafia era básicamente un grupo de criminales locales cuyo principal interés eran las apuestas que no hacían mal a nadie, los juegos de cartas, la lotería y la industria del juego”. Por lo general, no representaban un peligro para la integridad de nadie que no se metiese en sus asuntos; es más, eran percibidos como un modelo de conducta para los jóvenes que querían “ser más fuertes, más listos y más valientes en las guerras por la dominación callejera o los deportes como el béisbol, el fútbol americano o el baloncesto”.

Una jerarquía de éxito

La opinión de Raab comenzaría a cambiar durante los años 60, cuando se lanzó a investigar el funcionamiento de la mafia. Un despertar paralelo al de la sociedad estadounidense. Si bien muchas de sus actividades parecían inocuas, era cada vez más evidente que la mafia estaba infiltrada en las industrias más importantes de Nueva York: la construcción, la recogida de basuras o los mercados de carne y pescado, que estaban controlados por la mano dura de las cinco familias de la Cosa Nostra, a través de los sindicatos o su infiltración en los escalafones más poderosos, y protegidas por regulares sobornos a la policía: “Estaba claro, incluso para un joven periodista, que en los 60 la Cosa Nostra en Nueva York era una empresa boyante”.

"El individuo está subordinado a la supervivencia de la familia": eso es lo que ha garantizado el éxito de los italoamericanos frente a otras etnias

Ni la policía ni la prensa se atrevían a hablar en voz alta de la mafia, más allá de lo imprescindible, y preferían retratarla como una nota de color de la Gran Manzana. Mucho ha cambiado la situación desde entonces, explica Raab, aunque la organización aún pervive. Una de las herramientas más importantes a la hora de combatir el crimen fue ideada por Rudy Giuliani, fiscal del distrito sur de Nueva York durante los años ochenta y alcalde de la ciudad entre 1994 y 2001. Fue él quien ideó un sistema de control administrativo de la mafia, exigiendo revisiones de antecedentes y autorizaciones a los trabajadores y dirigentes de la industria del pescado y de recogida de basuras de Nueva York, dos de las más corruptas de la ciudad. Una estrategia que se mostró inútil en la mucho más poderosa industria de la construcción.

Esta herramienta tenía como objetivo contarrestar la que, a juicio de Raab, es la gran estrategia del éxito de la mafia italiana: su organización estructural. “Su principal pilar mantiene que el individuo está subordinado a la supervivencia de la familia”, explica en dicha entrevista. Mientra que en otros grupos étnicos, como irlandeses o judíos, la desaparición del líder criminal solía desencadenar la desintegración del entramado criminal, la mafia italiana planteaba “un plan de sucesión para el reemplazo del jefe y sus lugartenientes, y para un conjunto de normas supervisada por la Comisión, la así llamada junta de directores”.

La reunión de la Comisión en la primera parte de 'El padrino'.

Muchos recordarán esta Comisión de la célebre secuencia de 'El padrino' en la que Vito Corleone convoca a las cinco familias para pacificar las crecientes tensiones. En realidad, se trata de uno de los órganos más poderosos –y, sobre todo, organizativamente útiles– del entramado italoamericano: “Tenía poder para resolver las disputas entre las familias e imponer las reglas generales y un código de conducta –lo que se podía hacer y lo que no, incluyendo que los miembros solo podían ser hombres italianos– para todas las familias de Estados Unidos”. Sin embargo, dentro de cada familia, el jefe tenía las competencias de un líder supremo que “reinaba como un autócrata con poder absoluto sobre la vida y la muerte y tenía la autoridad para nombrar a sus subordinados y 'consiglieri'”.

El botín de todos los crímenes obtenidos por la organización era repartido desde la base hasta el jefe, de forma vertical. Esta estructura, señala Raab, fue ideada por Lucky Luciano a comienzos de los años 30, y rápidamente se convirtió en uno de los elementos distintivos de la mafia, inspirado por la forma de organización de la Camorra siciliana. A ella hay que añadirle la inteligente diversificación del crimen italoamericano, que nunca dependió de un único sector, sino que concilió el tráfico de drogas, los robos, las apuestas u otras actividades ilegales con los crímenes de cuello blanco.

El periodismo de investigación no interesaba: era caro, las historias eran difíciles de documentar y no conseguían atraer al público

Ello ha permitido que “los lazos históricos no hayan sido rotos por completo en la industria de la construcción neoyorquina”, como muestran “las ocasionales condenas de líderes sindicales y gángsters por corrupción y trabajos testimoniales”, según el autor. Algo aderezado por las buenas cantidades de dinero que pueden permitirse gastar en sobornos y asesoramiento legal, así como por el 'laissez faire' de las autoridades, para las que el terrorismo se ha convertido en su principal preocupación desde el 11 de septiembre: “La mafia ha sido severa pero no fatalmente dañada”, concluye.

Lecciones de periodismo

La entrevista por correo electrónico mantenida entre Raab y Woodywiss es también un buen vistazo a los años en que surgió el Nuevo Periodismo. El neoyorquino estudió en el City College (CCNY), conocido como “el Harvard de los pobres”, donde tuvo problemas con las autoridades académicas por sus publicaciones sobre la gestión del centro. Pronto aprendería que “el buen periodismo y la buena escritura son artes instintivas que no se pueden aprender en clases de posgrado o teóricas”. Sin embargo, los años 50 y 60 no eran la mejor época para el periodismo de investigación, a pesar de que todos los reporteros eran conscientes de “las injusticias raciales y dobles raseros del sistema judicial”: “La lógica era que el periodismo de investigación era caro, las historias sobre corrupción eran difíciles de documentar y no conseguían atraer al público”.

'Hurricane' de Bob Dylan.

Sin embargo, sin Raab no se podrían haber resuelto los casos de Rubin Carter y George Whitmore Jr., dos de los grandes escándalos judiciales de la historia de EEUU. Whitmore fue acusado en 1964 de los asesinatos de las 'Career girls', dos jóvenes que vivían en un apartamento del Upper East Side, entre las que se encontraba Janice Wylie, sobrina del novelista Philip Wylie. Whitmore fue encarcelado ese año y liberado ocho años después, en 1972. Raab descubrió que Whitmore tenía una coartada fiable, una historia a la que sus editores apenas dieron importancia… hasta que el verdadero asesino confesó su culpa, momento en el que los artículos de Raab sirvieron para que se colgasen la medalla.

Algo similar ocurrió con el caso de Rubin 'Huracán' Carter, el célebre hombre “encarcelado por algo que no había hecho” de la canción de Bob Dylan. Raab explica que, durante una entrevista con el detective jefe del caso, este amenazó con dispararle; además, el fiscal le amonestó públicamente por obstrucción a la justicia cuando el periodista intentó recabar testimonios que refutaban la tesis de que Carter era el culpable del asesinato de tres personas en Paterson (Nueva Jersey). Hace un par de años, el propio Raab firmaría el obituario de 'Huracán' Carter.

Aunque cada vez sabemos más sobre el auténtico funcionamiento de la mafia italiana, incluso a día de hoy no podemos estar seguros de muchos de sus entresijos. Ello a pesar de su cercanía temporal o quizá precisamente por ello: hay muchos intereses políticos, policiales y judiciales como para contar la verdad y nada más que la verdad. Esos intereses le han dado bastante igual durante toda su vida a Selwyn Raab, el legendario periodista estadounidense que, desde las páginas de medios como 'The New York Times', expuso el funcionamiento de la mafia italiana, a la que conoció de primera mano, y ayudó a resolver los casos de Rubin 'Huracán' Carter y George Whitmore Jr., condenados por crímenes que nunca habían cometido.

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