Es noticia
Las tres clases de gilipollas universales (y una se lleva la palma)
  1. Alma, Corazón, Vida
LOS TONTOS ARROGANTES, EL PEOR TIPO

Las tres clases de gilipollas universales (y una se lleva la palma)

Nos hacen carcajearnos hasta las lágrimas con sus caídas o sus arrogantes torpezas; no obstante, estos bobos de manual existen en la vida igual que en el cine y es importante reconocerlos

Foto: El británico más patoso, Mr. Bean, es uno de nuestros tontos favoritos.
El británico más patoso, Mr. Bean, es uno de nuestros tontos favoritos.

Todo el mundo ha conocido alguna vez a una de esas personas cuya pantagruélica autoestima solo es eclipsada por su extrema estupidez, y por ello son los únicos en no darse cuenta de su ridículo. El expresidente George W. Bush nos regaló (fue lo único) hilarantes imágenes de su tontorrón poderío, como aquella fotografía mirando a través de unos prismáticos sin sacar la tapa, o cuando leía un libro infantil “al revés” en el momento en que le anunciaban los ataques terroristas contra las Torres Gemelas, y continuó manteniendo esa expresión bobalicona que lo acompaña de perpetuo.

De acuerdo, puede que a cualquiera nos ocurriese lo mismo (cuando no peor), solo que la diferencia entre un simpático patoso, como Mr. Bean, y un gran metepatas, como Bush, es precisamente esa aura “superlativa” que a este tipo de idiotas les encanta pasear entre las masas. Porque de entre todos los tipos de estupidez, la más cansina e insufrible es la que los psicólogos denominan “arrogancia confiada”. Una característica de la que el cine y la literatura ha dotado a muchos de sus personajes: villanos de mantequilla, soberbios pero tontos de remate. Como el príncipe Joffrey de 'Juego de Tronos' o el malvado Pier Nodoyuna de 'Los Autos Locos'.

Quienes no son capaces de controlarse o de llevar a cabo cualquier tarea, y quienes no son conscientes de nada, los dos tipos de idiotas más frecuentes

Unos idiotas crispan más que otros, o eso intuimos. Por ello la Universidad de Budapest realizó un estudio para detectar si hay un tipo de imbecilidad más frecuente y en qué nos basamos para calificar a alguien de cretino. Para ello analizaron unas 180 historias provenientes de blogs y foros de Internet y entrevistaron a unas 150 personas. Los resultados revelaron que hay tres clases de gilipollas universales, aunque solo una de ellos se lleva la palma (o la colleja):

1. Era tan tonto que se creía un genio

Los científicos concluyeron que el idiota que nos ataca más los nervios es el antes mentado 'memo prepotente'; es decir, una persona que se cree mucho más inteligente y capaz de lo que en realidad es. De hecho, según la investigación, este tipo de comportamiento está asociado a niveles altísimos de estupidez. “No hay cosa más tonta que sobreestimarse uno mismo. Lo que indica a ojos de los demás no es que tengas un bajo coeficiente de inteligencia, sino una percepción errónea sobre tus habilidades”, afirma el director del estudio, el profesor Balazs Aczel.

2. Catetos que no entiende ni Pitágoras

El segundo tipo de necio que los científicos detectaron es aquel que no tiene ningún tipo de control sobre sí mismo: si siente que tiene que hacer algo, de repente se convierte en una imperiosa necesidad; y al contrario, si se convence de su inutilidad para desarrollar una función, ya pueden colocarlo en una estantería juntos a la colección de perritos de porcelana. Esta tipología de estulto, dicen los investigadores, cancela, por ejemplo, una cita con sus amigos porque siente una súbita urgencia de quedarse en casa y jugar a los videojuegos. Aunque a nosotros nos convenza más este otro modelo: ¿Recuerdan el ministerio de los andares tontos?

3. Cuidado con la escale… ¡Plaff!

Despistados, descentrados e inconsciente provocadores de 'accidentes' de los que no siempre suelen ser la víctima. El 'slapstick' (cine de 'payasadas') nos obsequió con algunos de sus más entrañables modelos, como Buster Keaton y Charlot, o más recientemente el inocentón y digno de lástima Mr. Bean. Aunque la realidad supera muchas veces la ficción, y seguramente conoce a alguien que podría protagonizar él solo una comedia de caídas, empujones y malos entendidos. Tal vez usted mismo…

Lo cierto es que la estupidez nos hace humanos. ¿Quién no ha dicho una bobada alguna vez o sufrido un rapto de suficiencia tontorrona? O bien se pierde cada vez que intenta tomar una ruta diferente para ir al trabajo y siempre tropieza cuando alguien está mirando... La diferencia entre ser tontos a intermitencias o a tiempo completo es que nosotros somos capaces de admitir que a veces nos 'faltan luces' y el zote patológico no lo ve.

Así que ya saben, si no quieren que los tomen por imbéciles, no se las den de listos. Y si les ocurre alguna vez, ríanse, que no funcionan a pilas. Ya lo decía Albert Einstein, quien seguro debió meter la gamba alguna vez: existen dos infinitos, el uno es el universo y el otro, la estupidez humana.

Todo el mundo ha conocido alguna vez a una de esas personas cuya pantagruélica autoestima solo es eclipsada por su extrema estupidez, y por ello son los únicos en no darse cuenta de su ridículo. El expresidente George W. Bush nos regaló (fue lo único) hilarantes imágenes de su tontorrón poderío, como aquella fotografía mirando a través de unos prismáticos sin sacar la tapa, o cuando leía un libro infantil “al revés” en el momento en que le anunciaban los ataques terroristas contra las Torres Gemelas, y continuó manteniendo esa expresión bobalicona que lo acompaña de perpetuo.

El redactor recomienda