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Un último esfuerzo: no queda nada para las vacaciones
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Un último esfuerzo: no queda nada para las vacaciones

Piensa en ese día cercano, con el que fantaseas a menudo imaginando que estás ya en la playa disfrutando de tus merecidas vacaciones. Piensa en ese día, pero hazlo de una manera distinta

Foto: Sólo queda un 'sprint' final antes de vacaciones. (iStock)
Sólo queda un 'sprint' final antes de vacaciones. (iStock)

A estas alturas del año y con el verano ya asomando empiezan a pesarnos los meses de trabajo y nos va resultandodifícil recordar la última vez que descansamos de verdad. El cansancio y las pequeñas heridas que los problemas van dejando en nuestra experiencia emocional se van haciendo cada vez más evidentes. Una de las señales más claras de este desgaste es la dificultad para ilusionarnos, para implicarnos con energía en lo que hacemos.

Para bien o para mal muchas de las incertidumbres con las que empezamos el año o el curso lectivo se han resuelto y es posible que tengamos la sensación de que ya queda poco que nos pueda sorprender y poco que podamos hacer para sorprender al resto del mundo.Como consecuencia mucha gente "apaga los motores" dejando que sea el viento quien empuje el barco en cualquier dirección, y exponiéndose a que esa dirección no sea la más adecuada.

Perdemos así la motivación y el rumbo y nos volvemos más reactivos y normativos. Reactivos porque nuestra actitud es dejarnos llevar hasta que algo es lo suficientemente grave como para hacernos reaccionar, y normativos, porque la mejor forma de que no se nos pueda echar en cara nuestra pasividad es cumplir escrupulosamente con las normas, escudándonos detrás de ellas cuando los resultados no son los que queríamos, y limitando nuestras aportaciones y compromiso a la mínima expresión. Por lo general esto no suele hacer que nos sintamos mucho mejor.

¿Cómo te gustaría sentirte?

Piensa en ese día cercano, ese con el que fantaseas a menudo imaginando que estás ya en la playa, en la montaña o en cualquier sitio disfrutando de tus merecidas vacaciones. Piensa en ese día, pero hazlo de una manera distinta. Trata de imaginarte que ya es ese día y piensa en cómo te gustaría sentirte, en cómo te gustaría recordar estos días, en cómo tendrían que haber sido las cosas para que te sintieras realmente bien al recordarlas y se te escapara una leve sonrisa de satisfacción.Séque es difícil, y que es probable que creas que ya te mereces un descanso, pero tienes una oportunidad de hacer que ese descanso sea aún mejor. Busca pequeñasoportunidadesparaaproximarte aesaversióndeti quete gustaríarecordar cuando estés en la playa. Seguro que aún hay cosas que puedes hacer, seguro que aún no has agotado todas y cada una de las vías que podían acercarte a esas metas que te fijaste.

Es fundamental desconectar los motores de vez en cuando, pero ¿no es mejor hacerlo con el rumbo bien fijado?

Recuerda que cuando la comodidad compite con la satisfacción, nuestra parte más primitiva secuestra temporalmente a nuestros cerebros y nos hace pensar de manera muy cortoplacista, dando una inmerecida importancia al alivio momentáneo de los estados emocionales negativos y dejando a un lado todo aquello que hemos elegido como importante en nuestras carreras y nuestras vidas.

Muchos pacientes aquejados del"síndrome postvacacional" nos cuentan que vivieron con tal intensidad esa necesidad de descanso que perdieron la visión global de sus vidas, y cuando por fin llegó el ansiado descanso les resultó frustrante, “¡al final no he descansado todo lo que quería!”,“no he desconectado del todo…”. Volviendo al ejemplo del barco, es fundamental desconectar los motores de vez en cuando y dejar que el viento y las corrientes hagan el trabajo sucio, pero ¿no es mejor desconectar con el rumbo bien fijado?

Pues lo dicho, que tengas un gran día.

*Daniel Peña Molinoes doctor en psicología, consultor de Recursos Humanos ycoachejecutivo.

A estas alturas del año y con el verano ya asomando empiezan a pesarnos los meses de trabajo y nos va resultandodifícil recordar la última vez que descansamos de verdad. El cansancio y las pequeñas heridas que los problemas van dejando en nuestra experiencia emocional se van haciendo cada vez más evidentes. Una de las señales más claras de este desgaste es la dificultad para ilusionarnos, para implicarnos con energía en lo que hacemos.

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