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¿Comodidad? Por qué las chanclas y las sandalias te pueden fastidiar la vida
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No dejes los tacones tan lejanos

¿Comodidad? Por qué las chanclas y las sandalias te pueden fastidiar la vida

Llega el verano y muchas personas exclaman 'alabado sea el señor, ¡por fin podemos sacar los pies al aire!'. Pero el calzado pensado para las altas temperaturas puede tener consecuencias irreversibles

Foto: Aparte de los pisotones que te puedas llevar, las chanclas de playa te pueden causar graves problemas de salud. Atento. (iStock)
Aparte de los pisotones que te puedas llevar, las chanclas de playa te pueden causar graves problemas de salud. Atento. (iStock)

Una vez pasado ese extraño periodo de entretiempo en el que la gente lo mismo se planta unas botas altas que unas sandalias mínimas, ha llegado el momento en el que el zapato cerrado vuelve a sus cajones hasta que las temperaturas sean menores a los 30 grados. Llega el verano y con él las sandalias.

Mientras muchos hombres se ven obligados a renunciar al uso de las mismas como consecuencia de las normas de empresa respecto a la vestimenta veraniega, para muchas mujeres, por el contrario, podría decirse que el verano comienza con la primera herida derivada del roce de uno de estos zapatos de temporada. Y es que, por muy fresquitas que sean, las chanclas no son el calzado más adecuado para la salud de nuestros pies.

Te sudan más los pies, se ensucian que da gusto y además tienes que procurar llevar la piel y las uñas bien cuidadas porque están más a la vista que nunca. A la vista y al tacto, porque la posibilidad de llevarte pisotones parece incrementarse en un 90% cuando llevamos medio pinrel al aire. Sin contar con eternas cuestiones que parecen derivadas de la magia negra como por qué unas sandalias que el verano pasado te resultaban comodísimas, éste año te están destrozando los pies.

Pero cuidado, porque al margen de las visibles consecuencias estéticas del uso de zapatos veraniegos, los expertos coinciden en que usar chanclas y sandalias planas puede ser la peor elección para nuestros pies, por muy cómodas que creas que son.

Comodidad vs glamour. Adivina cuál gana

Un reciente estudio en el que se demostraba que las mujeres que usan tacones vertiginosos habitualmente corren riesgo de dañar sus tobillos permanentemente puso en alerta a todas aquellas aficionadas a las alturas que tan bonitas piernas lucen. Pero cuidado, que los zapatos planos no son la alternativa a estas lesiones a medio y largo plazo, y mucho menos las sandalias. Como explica Hannah Ebelthite en el Daily Mail, “los podólogos coinciden en que la búsqueda de la comodidad por encima del glamour puede causar importantes lesiones”.

Las incómodas y antiestéticas durezas que se forman en los talones derivadas del uso de tacones y cuñas han hecho que muchas féminas den la bienvenida al verano y al uso de sandalias planas, zapatos fresquitos y chanclas como la solución a sus problemas. Sin embargo, la mayor parte de los especialistas en podología parecen coincidir en que llevar chanclas puede tener terribles consecuencias a largo plazo como infecciones, insoportables dolores e incluso cojera permanente.

“Caminaba con ellas a todas partes y pensaba que eran una buena opción”, explica Cindy Croucher-Wright, de 44 años, quien se confiesa poco seguidora de los zapatos de tacón y convencida de que el uso de chanclas era la mejor y más cómoda opción que tenía en su armario. Fue hace cuatro años cuando comenzó a experimentar inexplicables molestias que le afectaban desde los talones hasta los arcos de los pies que fue yendo a más: “llegó un momento en el que el dolor era tan agudo y palpitante que apenas podía ponerme en pie por las mañanas. Pasados unos minutos la sensación de cojera se aliviaba, pero si permanecía largos periodos de tiempo parada o sentada volvía”. Fue entonces cuando acudió al fisoterapeuta y le diagnosticaron fascitis plantar –una inflación aguda que ocurre cuando la banda gruesa de tejido de la planta del pie se estira o sobrecarga demasiado–, lesión típica entre algunos corredores o personas con sobrepeso. Pero en el caso de Cindy el único responsable eran sus adoradas chanclas.

Sin la suerte en los talones

La fascitis plantar suele corregirse con una combinación de masaje deportivo y ejercicios diarios que el paciente puede realizar en su casa como hacer rodar una botella de agua o una pelota con las plantas de los pies o tratar de coger y elevar una toalla con los dedos de los pies. Cindy estuvo durante meses llevando a cabo esta recuperación pero los daños persistían. Fue entonces cuando su fisioterapeuta, al verla entrar en la consulta calzada con unas chanclas ,dio con el verdadero culpable de unas dolencias que en ocasiones se traducen en una incómoda sensación de espasmo o ardor muscular.

“Se trata de una lesión muy común en aquellos que se pasan la vida utilizando zapato plano, pero en realidad las chanclas son el peor enemigo”, explica el podólogo Tariq Khan quien basa su argumento en que “el hecho de que tener que agarrarse a la suela del zapato haciendo presión con los dedos de los pies genera mucha tensión y presión entre estos y los arcos”.

Los expertos creen que lo ideal sería que se utilicen zapatos que tengan un tacón de alrededor de una pulgada y media –unos 3,8 centímetros– ya que la falta de elevación del talón se traduce en que la planta del pie se estira demasiado y la fascia plantar (la banda de tejido elástico que va desde el calcáneo hasta la zona metatarsal, debajo de los dedos) se inflame provocando la mencionada lesión cuyo tratamiento puede incluso requerir inyecciones de esteroides, cirugía o un procedimiento conocido como terapia de ondas de choque.

Llevar chanclas puede tener terribles consecuencias a largo plazo como infecciones, insoportables dolores e incluso cojera permanente

Antes de llegar a ese punto, descansar los pies, tomar antiiflamatorios y algo tan sencillo como alternar y cambiar de zapatos puede aliviar el malestar antes de que se desarrolle la lesión. “Según cambié mis chanclas por unas sandalias con un poco de cuña mi fascitis plantar se solucionó completamente”, explica Cindy.

No pises, que llevas chanclas

Rik Mellor, profesor de Anatomía en la Universidad deTwickenham está convencido de que no pueden usarse chanclas en lugar de zapatos durante todo el día: “sólo deben utilizarse para periodos cortos de tiempo como para moverse por la playa o la piscina”.

Según el experto, el problema es que cuando llega el verano la gente se decanta en masa por este ligero calzado cuando no han utilizado nada parecido durante el resto del año, y, dado que el pie no está acostumbrado a llevarlo, aumenta el riesgo de lesiones: “El cambio repentino puede provocar enfermedades agudas inflamatorias en un espacio de tiempo muy pequeño”, asegura Mellor.

Desde dolor muscular por sobrecarga en las espinillas, los tobillos, las plantas o los dedos de los pies, hasta pequeñas cojeras o cambios en la forma de caminar que, a medio y largo plazo, podría conducir al desarrollo de problemas biomecánicos en las rodillas o en la espalda. No hay que dejar de usarlas radicalmente, pero “es importante procurar que los tejidos blandos en los pies y las piernas se adapten correctamente al uso de diferentes calzados”, recomienda el especialista.

Los peligros a ras de calle

“Exponer los pies a los elementos ambientales durante todo el verano se puede traducir en que la piel se queda seca, áspera y agrietada”, explica el podólogo Michael Ratcliffe quien insiste en que “no sólo es un problema de estética sino que las grietas y fisuras dejan los pies vulnerables a infecciones”. Lo que, sumado a la exposición directa a la suciedad y gérmenes de la calle, convierte a las chanclas en el mejor amigo aliado para coger una buena infección por hongos.

La cosa puede ir a más y si la infección alcanza la segunda capa de la piel –la dermis– en la que se encuentran los vasos sanguíneos y las terminaciones nerviosas, puede convertirse rápidamente en un problema grave. “'Si las grietas de los pies se ven de color rojo, se inflaman y el dolor al apoyar el peso sobre ellos es insoportable, debe mantener los pies limpios y cubiertos y acudir a su médico de cabecera o podólogo rápidamente”, aconseja Ratcliffe. Antes de llegar a estos extremos, hábitos tan sencillos como lavar y secar nuestros pies a fondo y utilizar a diario cremas hidratantes intensivas que contengan urea, pueden salvarnos antes de dolorosas infecciones.

Por si parecía poco, el doctor Khan advierte que usar chanclas puede provocar accidentes que van desde simples heridas o rozaduras a caídas y resbalones que pueden acabar en fracturas. Es más, según reveló un estudio, son unas de los principales enemigas de conductores: solo en Reino Unido, este tipo de zapato es responsable de hasta 1,4 millones accidentes en las carreteras al año y su uso hace que el pie de uno de cada nueve automovilistas quede atrapado bajo el pedal en algún momento.

Una vez pasado ese extraño periodo de entretiempo en el que la gente lo mismo se planta unas botas altas que unas sandalias mínimas, ha llegado el momento en el que el zapato cerrado vuelve a sus cajones hasta que las temperaturas sean menores a los 30 grados. Llega el verano y con él las sandalias.

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