Los pilotos denuncian un problema grave que está siendo ocultado por las aerolíneas
Según un informe de la Autoridad de Aviación Civil de Reino Unido en sólo cuatro meses se han registrado 167 casos de aire contaminado en cabina, lo que puede provocar graves problemas
“Gases en cabina. Once de los miembros de la tripulación se encuentran mal, con síntomas de aturdimiento, náuseas y mareos. Se ha administrado oxígeno. El avión regresa”.
No es el parte de un avión que pasaba por el Triángulo de las Bermudas, es el informe real de un vuelo reciente que se ha filtrado a la prensa británica. La mayoría de pasajeros no se lo plantean, pero el aire que respiramos dentro de la cabina de un avión se suministra desde los motores de éste. Normalmente es seguro, pero la maquinaria de las turbinas requiere un aceite sintético para su correcto funcionamiento que puede contaminarlo.
Cuando hay una fuga de gravedad el aire desprende un olor característico que algunos afectados aseguran que les recuerda a un “calcetín sudado”, un “perro mojado, o un “vómito” e, incluso, se puede observar una pequeña neblina, pero en la mayoría de los casos el aire contaminado no es detectable, lo que no significa que deje de ser peligroso.
El síndrome aerotóxico se definió por primera vez en 1999 pero aún se desconoce su verdadera incidencia
El primer incidente conocido en relación al aire de cabina contaminado data de 1977, cuando el piloto de un C-130 Hercules perdió el conocimiento tras inhalar éste. Pero hubo que esperar a 1999 para que los doctores Harry Hoffman, Chris Winder y Christophe Balouet, hablaran por vez primera del síndrome aerotóxico, y apuntaran que la contaminación de la cabina no sólo se da en casos puntuales: respirar el aire contaminado, aunque sea en niveles supuestamente seguros, puede ocasionar efectos dañinos a largo plazo.
El hecho es de sobra conocido por los pilotos, que en Reino Unido tienen una asociación que lucha por dar a conocer el problema, la Aerotoxic Association. Esta organización denuncia que el problema está siendo ocultado por las aerolíneas, a las que no les interesa escarbar mucho en el asunto. Pero podría ser mucho más habitual de lo que parece.
Según un informe de la Autoridad de Aviación Civil de Reino Unido, al que ha tenido acceso la cadena ITV News, en sólo cuatro meses (entre diciembre de 2014 y marzo de 2015), se han registrado 167 casos de aire contaminado en cabina, no atribuible a fallos en los hornos, las cafeteras o cualquier otro instrumento de cabina. En doce de ellos, los pilotos tuvieron que pedir un aterrizaje prioritario, uno fue desviado y en dos casos los pilotos realizaron una llamada de emergencia.
Vídeo: El síndrome aerotóxico en dos minutos
Un problema poco estudiado
Según un informe del UK Committee on Toxicity of Chemicals in Food, Consumer Products and the Environment (COT) en uno de cada 100 vuelos de 2007 se registró la presencia de gases tóxicos, pero los pilotos de la Aerotoxic Association insisten en que estas cifras podrían ser mucho mayores.
Cuando los químicos que contienen los aceites que lubrican el avión pasan al aire de cabina, esta se llena de organofosforados, un tipo de compuestos entre los que se encuentran, por ejemplo, el gas sarín, y que pueden provocar problemas cognitivos, mareos, desorientación, náuseas, dificultad para respirar, malestar general y diversos problemas neurológicos.
No hay ninguna razón para no mejorar la calidad del aire en cabina, pues contamos ya con la tecnología para hacerlo
En pequeñas cantidades estos compuestos no tienen por qué ser dañinos, pero podrían estar provocando efectos a largo plazo en el personal que se expone a ellos a diario: la tripulación de los aviones.
En 2012 murió Richard Wasgate, un piloto de British Arways que sufría dolores persistentes de cabeza, náuseas y fatiga crónica y que aseguraba que sus problemas de salud se debían a la continua exposición al aire tóxico de la cabina. Su compañero, el comandante Sheriff Payne, se convirtió en la cabeza visible de los pilotos preocupados por el síndrome aerotóxico, y logró que las autoridades británicas reconocieran, al menos, su posible existencia.
En los últimos años se han realizado diversos estudios sobre el asunto, pero no se ha llegado a una conclusión convincente. Un portavoz de la Autoridad de Aviación Civil de Reino Unido ha asegurado en The Daily Mail que “la conclusión general es que no hay evidencia de que exista un vínculo entre la exposición a contaminantes en el aire de la cabina y posibles efectos en la salud a largo plazo”, pero añade que “tal vínculo no se puede excluir”.
En opinión de los pilotos que forman la Aerotoxic Association, no hay ninguna razón para no mejorar la calidad del aire en cabina, pues contamos ya con la tecnología para ello. El nuevo Boing 787 Dreamliner cuenta con un compresor eléctrico que sustrae el aire directamente de la atmósfera, lo que evita que esta pase por los motores y se contamine con sus aceites. Los pilotos proponen además instalar nuevos filtros, usar aceites menos tóxicos para los motores y colocar sensores que detecten la composición química del aire en cabina y disparen la alarma en el caso de que esta supere los niveles admitidos.
“Gases en cabina. Once de los miembros de la tripulación se encuentran mal, con síntomas de aturdimiento, náuseas y mareos. Se ha administrado oxígeno. El avión regresa”.