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Los 3 misteriosos experimentos que lograron explicar por qué vemos fantasmas
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LA CLAVE SE ENCUENTRA EN LOS INFRASONIDOS

Los 3 misteriosos experimentos que lograron explicar por qué vemos fantasmas

¿Son las apariciones fantasmales sólo un producto de la imaginación? Una línea de investigación que se remonta a los años 60 es capaz de explicar por qué determinados edificios parecen encantados

Foto: Personajes como la simpática niña de 'The Ring' han alimentado nuestra imaginación a la hora de creer en fantasmas.
Personajes como la simpática niña de 'The Ring' han alimentado nuestra imaginación a la hora de creer en fantasmas.

“¿Alguna vez has visto un fantasma? No, pero seguro que has oído hablar de ellos”. Esta no es una frase promocional del programa de Iker Jiménez, sino un verso de «Spirit on the Water», la canción de Bob Dylan. Efectivamente, todos sabemos lo que son los fantasmas, aunque muy pocos hemos visto alguno. Y seguramente, si hubiésemos experimentado alguna vez una visión de este tipo, no lo admitiríamos, por una mezcla de miedo a que los demás nos tomen por unos crédulos e incertidumbre ante lo que realmente hemos experimentado y que puede decir poco de nuestra estabilidad mental.

Pero no deberíamos tener miedo de haber perdido la cabeza si en algún momento de nuestras vidas sentimos un escalofrío en la espalda al entrar una habitación o percibimos una extraña figura sentarse a nuestro lado. Aunque la cultura nos empuje a pensar que se trata de un fantasma, existen otros fenómenos de los que apenas somos conscientes que explican la aparición de dichas presencias en entornos determinados. Para ello, debemos profundizar en las investigaciones de tres hombres, cuyos nombres recoge un artículo publicado en Cracked: se trata de Vladimir Gavreau, Vic Tandy y Richard Lord, que se enfrentaron con lo desconocido y terminaron por toparse con lo extraño.

El enigma del estómago revuelto

De orígenes rusos, aunque nacionalidad francesa, Gavreau fue uno de los grandes investigadores de los infrasonidos, es decir, las ondas acústicas cuya frecuencia se encuentrapor debajo del espectro audible del oído humano (unos 20Hz), durante los años 60. Director del departamento de Electroacústica y Automatización del Centro de Investigaciones francés, Gavreau trabajaba regularmente en experimentos robóticos, tal y como explica el libro Sonic Warfarede Steve Goodman. Un buen día, Gavreau se encontró con que sus compañeros y él experimentaron náuseas, e incluso uno de ellos empezó a sangrar por el oído sin haber sufrido ningún accidente.

Estaba sudando pero tenía frío, y el sentimiento de depresión era evidente, pero también había algo más

Gavreau se dio cuenta que este malestar físico podía deberse a la vibración de algunas de las tuberías con las que trabajaban (que oscilaban a razón de unas siete veces por segundo), por lo que empezó a ir cada vez más lejos hasta identificar la clase de frecuencia que causaba espasmos intestinales, lo que se podría convertirse en la base del desarrollo de armas de infrasonidos. Las tuberías se convertían en el laboratorio en una especie de lenguas en una boca que era todo el edificio en el que los científicos llevaban a cabo sus experimentos, y que funcionaba como caja de resonancia.

“La clave se encontraba en que un sonido inaudible y direccional en cierta frecuencia, ‘al actuar directamente en el cuerpo’, podía provocar ‘una fricción intensa entre los órganos internos, lo que resultaba en una grave irritación de las terminaciones nerviosas’”. Goodman señala que algunos testimonios llegan a asegurar que un investigador vio sus entrañas hechas papillagracias a los métodos utilizados por Gavreau, pero muchas de las aseveraciones sobre el franco-ruso suenan a producto de la imaginación científica.

De lo que no cabe duda es que determinados infrasonidos pueden ocasionar una larga serie de respuestas en nuestros organismos de las que no nos damos cuenta, y que abarcan desde el mal cuerpo hasta miedo, escalofríos o nerviosismo. O, en un sentido más general, que algo extraño está ocurriendo, sin que sepamos muy bien qué. ¿Recuerdan la nota marrón de la serie de animación South Park, aquella que provocaba que los protagonistas se defecasen encima? Aunque no existen evidencias de que exista una frecuencia entre los 5 y los 9Hz que provoque dicha hecatombe intestinal, su leyenda se basa en la teoría de los infrasonidos. ¿Qué tiene que ver con los fantasmas? Más de lo que parece.

Los fantasmas de Londres

Saltemos a principios de los años 80, al laboratorio farmacéutico en el que trabajaba un joven inglés llamado Vic Tandy, que un buen día descubrió que algo peculiar estaba ocurriendo en la habitación en la que se encontraba. “Estaba sudando pero tenía frío, y el sentimiento de depresión era evidente, pero también había algo más”, explicó. “Era como si hubiese alguien más en la habitación conmigo”. Por el rabillo del ojo, Tandy percibió una presencia, pero cuando giró la cabeza para verla de frente, esta se esfumó.

Como buen científico, Tandy descartó la posibilidad de que esa presencia en la estancia tuviese un origen sobrenatural y empezó a preguntarse por las posibles causas de la aparición. Al fin y al cabo, no era el único que había sentido cosas extrañas: otros compañeros manifestaban una sensación de desesperación, pérdida y malestar al penetrar en él, así como haber presenciado alguna que otra visión extemporánea. Por lo tanto, el origen de la aparición no se encontraba en el propio Tandy, sino fuera de él. Pronto se dio cuenta de que no era el edificio entero lo que parecía embrujado, sino una sección del mismo, en la que los objetos metálicos vibraban al contacto con las superficies, algo que descubrió mientras sacaba brillo a su florete. Sí, era un gran aficionado a la esgrima.

Al igual que ocurría con su laboratorio o el de Gavreau, dicho edificio funcionaba como la caja de resonancia de una vibración de 18,9 Hz

El causante de dicha vibración, de los sentimientos negativos y de las visitas poco amistosas era nada menos que un extractor de aire cuyo movimiento producía una vibración que, a su vez, rebotaba en las paredes hasta ampliarlo a una frecuencia de 18,9 Hz. En otras palabras, se trataba de un ultrasonido cuyo área de influencia tenía su origen en el escritorio del propio Tandy, justo donde había percibido la extraña presencia. Pero, ¿cómo puede un ultrasonido afectar nuestra visión? Según sugieren los investigadores y el propio Tandy en su artículo publicado en el Journal of the Society for Psychical Research, estos sonidos pueden producir pequeños defectos en la visión debido a la vibración ocular, como percibir movimiento en objetos estáticos.

Tandy prosiguió sus investigaciones el año 2000 en una cercana abadía de Coventry que, durante años, había sido considerada encantada y que albergaba el Centro Turístico de la localidad. Al igual que ocurría con su laboratorio o el de Gavreau, dicho edificio funcionaba como la caja de resonancia de una vibración de 18,9 Hz. Tandy se convirtió durante sus últimos años en una referencia de lo paranormal en Inglaterra, apareció en documentales como Ghosts on the London Underground y gracias a su interés en los trucos de magia, formó parte de la Sociedad Mágica de Leamington y Warwick.

Los que desconfíen de Tandy pueden echarun vistazo a la investigación que Richard Lord, del Laboratorio Nacional de Física de Inglaterra, y sus compañeros, llevaron a cabo. En ella, los físicos reprodujeron varias canciones en directo, algunas de las cuales eran acompañadas por infrasonidos, en una sala de conciertos de Londres, y pidieron a los presentes que describieran sus sensaciones. Los temas reproducidos junto aestas vibraciones dieron lugar a un 22% más de sentimientos de tristeza, escalofríos, miedo o intranquilidad, a pesar de que los participantes no conocían el objetivo del experimento. El sonido fue generado, cerrando el círculo abierto por Gavreau, por una gigantesca tubería de siete metros de longitud.

Como explicó Richard Wiseman, psicólogo de la Universidad de Hertfordshire y coautor de algunos de los estudios de Tandy, “algunos científicos han sugerido que estos niveles de sonido pueden estar presentes en algunas supuestas casas encantadas y provocan que la gente experimente sensaciones extrañas que atribuyen a un fantasma”. A veces, estas vibraciones pueden ser consecuencia de ciertos edificios y dispositivos realizados por el hombre, como las fábricas, dichas tuberías o los instrumentos musicales que, como un órgano de iglesia, generan sonidos oscilantes y prolongados; en otras, encuentran su origen en fenómenos naturales como los terremotos, los volcanes o los tsunamis. ¿Recuerdan que los elefantes huyeron en diciembre de 2004 horas antes de la llegada del tsunami? Algunos lo llamaron instinto animal; otros dirían que habían visto un fantasma; y Darth Vader afirmaría que habían sentido una perturbación en la Fuerza. Pero también podría decirse, simplemente, que los infrasonidos les alertaron de la catástrofe que se avecinaba.

“¿Alguna vez has visto un fantasma? No, pero seguro que has oído hablar de ellos”. Esta no es una frase promocional del programa de Iker Jiménez, sino un verso de «Spirit on the Water», la canción de Bob Dylan. Efectivamente, todos sabemos lo que son los fantasmas, aunque muy pocos hemos visto alguno. Y seguramente, si hubiésemos experimentado alguna vez una visión de este tipo, no lo admitiríamos, por una mezcla de miedo a que los demás nos tomen por unos crédulos e incertidumbre ante lo que realmente hemos experimentado y que puede decir poco de nuestra estabilidad mental.

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