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Ralph Nader: “Con la tiranía de los dos partidos las empresas tienen más poder”
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EL líder de los consumidores estadounidenses

Ralph Nader: “Con la tiranía de los dos partidos las empresas tienen más poder”

Ralph Nader es el mayor activista de los derechos de consumidores de EEUU y lleva presentándose 30 años como eterno tercer candidato. Tiene un nuevo plan

Foto: Ralph Nader durante un mitin en Wall Street en las elecciones de 2008. (Reuters)
Ralph Nader durante un mitin en Wall Street en las elecciones de 2008. (Reuters)

En 1959 el abogado estadounidense de origen libanés Ralph Nader (Winsted, 1934) se compró doce pares de zapatos en el economato de la Armada, justo antes de licenciarse. Pasados los años 80 todavía seguía utilizándolos. Y no es porque no tuviera dinero, sino porque creía, y sigue creyendo, que debemos ser responsables como consumidores.

No es más que una anécdota, pero dice bastante de la tenacidad del que ha sido el mayor activista de los derechos de consumidores de EEUU, que lleva presentándose 30 años como eterno tercer candidato a las elecciones presidenciales.

Nader se dio a conocer en 1965, cuando publicó Inseguro a cualquier velocidad, una investigación periodística que mostraba que muchos automóviles americanos, especialmente los de General Motors, eran defectuosos. La industria trató de desacreditar a Nader de todas las formas posibles: llegaron a pinchar su teléfono y a contratar a prostitutas para que le pillaran en una situación comprometida. Nada funcionó. Nader ganó un juicio contra la industria por invasión de la privacidad y, además, logró que el Gobierno obligara por ley a que todos los vehículos cumplieran con unos nuevos estándares de seguridad.

Pese a tener ya 80 años, el hombre que logró vencer a la General Motors sigue teniendo un discurso enérgico al otro lado del teléfono, y tiene tiempo para preguntar por la fortaleza de las asociaciones de consumidores en España y la situación de los trabajadores de la Corporación Mondragón. Pero además, tal como ha explicado a El Confidencial, en su nuevo libro, Unstoppable (Nation Books), propone un plan para que el pueblo recupere el poder que le ha sido arrebatado.

PREGUNTA. ¿Sigue siendo posible que la sociedad contenga el poder de las grandes corporaciones?

RESPUESTA. Sí. Y sigo pensando que es mucho más fácil de lo que creemos. El mayor problema es que mucha gente piensa que es imposible. ¿De verdad es imposible? ¿Por qué no le echas un vistazo a la historia? Mira cómo unas cuantas personas que reflejaban la opinión pública consiguieron en los años 70 que se regulara la industria automovilística. Los bancos se regularon en los años 30. Si tan sólo el 1% de la gente se organizara en cada distrito para representar a la opinión pública ganaríamos. Y ni siquiera necesitaríamos un 1%. El problema es que hay más gente interesada en jugar a los videojuegos que en hacerse con el control del Congreso, por un margen muy muy grande. Las asociaciones de observación de las aves tienen más miembros que las asociaciones que vigilan que los miembros del Congreso hagan lo correcto en Washington.

P. ¿En el capitalismo de hoy en día son los derechos de los consumidores la mejor herramienta con la que cuenta la gente para influir en política?

R. Sí, no hay otra alternativa. Pregúntate en qué se centran los lobbys de las grandes empresas: en los diputados y los legisladores estatales, así que es ahí donde debemos centrarnos también. Convocar actos y manifestaciones no es suficiente. Son importantes, porque movilizan a la gente, pero hay que acceder al siguiente nivel. Hay 535 congresistas. ¿300 millones de personas son incapaces de controlar a 535 miembros del congreso? El problema es que los estudiantes crecen aprendiendo a manejarse con un ordenador para conseguir un trabajo, pero no aprenden habilidades cívicas, no aprenden cómo organizarse. No aprenden lo poderosos que pueden ser, aprenden lo poco poderosos que son. “Todo depende de las grandes empresas, van a hacer lo que quieran, así que ni lo intento”. Pero en nuestra historia, cuando alguien ha reventado ese mito, y se ha movilizado por los derechos y libertades civiles, los consumidores, el medio ambiente o la justicia, el resultado es que acaban ganando, porque representan a la mayoría de la opinión pública.

P. Uno de sus principales lemas es que “no puede haber democracia todos los días si no somos ciudadanos todos los días”. ¿En qué momento nos hemos dejado de preocupar por nuestra responsabilidad como ciudadanos?

R. Ha sido un proceso gradual. En primer lugar, no aprendemos sobre ello en las escuelas. Pero tampoco nos damos cuenta de que el poder tiene que estar organizado. Puedes tener millones de votos pero si no los organizas para un objetivo concreto no sirven de nada. Las empresas entienden cómo organizarse. Tienen asociaciones comerciales, tratados internacionales, defienden sus intereses en el congreso… Están trabajando con ahínco, todos los días, para controlar todo lo que tocan. Tienen planes estratégicos para controlar nuestra política, nuestro gobierno, nuestras elecciones, nuestras condiciones como trabajadores, nuestros acuerdos comerciales, nuestro sistema impositivo… Están planificando incluso nuestra herencia genética, a través de Monsanto. Lo planifican todo. Ahora quieren comercializar la educación y determinar el temario de las escuelas. Y hacen planes para lograrlo, para asegurarse que lo controlan todo y que pueden obtener más beneficios, y puedan predecir cuáles van a ser sus siguientes movimientos. Así que es difícil plantarles cara en todos los campos. Pero se puede. Tenemos más votos. Las empresas tienen más dinero, pero no tienen votos, y el dinero no vota, votamos nosotros, así que tenemos que movilizarnos.

P. El dinero no votará, pero es decisivo. Recientemente ha animado a la “gente rica relativamente culta” a que se presente a las elecciones presidenciales de 2016. ¿Por qué? ¿Cree que Bill Gates sería un buen presidente?

R. Bueno. Lo que quiero es que haya más voces para que los votantes tengan más opciones. Quiero que cualquier persona que pueda afrontar los costes de una campaña presidencial se moje y expanda la agenda, las cosas sobre las que se discuten. Los dos grandes partidos mantienen fuera de la mesa un montón de asuntos importantes. En mi web de candidato para estas elecciones verás 18 cosas, que están apoyadas por la mayoría de los ciudadanos, que los republicanos y demócratas sencillamente no discuten, como acabar con los crímenes empresariales o elevar el salario mínimo.

P. En Unstoppable habla de la posibilidad de que políticos de izquierda y de derecha lleguen a acuerdos para ir en contra de los intereses de las grandes corporaciones. ¿Cree que es posible que veamos pactos de este tipo entre los nuevos partidos que están surgiendo en Europa a izquierda y derecha de los partidos tradicionales?

R. Sí. No sé si pasará esto en Europa, pero sé que es la mayor esperanza que tenemos en EEUU. Para que haya un reajuste político necesitamos ver en qué está de acuerdo la mayoría de gente en las encuesta de opinión, y lo están en muchas cosas: están en contra de los rescates a las empresas, de los acuerdos comerciales comandados por las grandes empresas, de las restricciones a las libertades civiles, del sangrante presupuesto monetario… La opinión pública ya la conocemos. Sabemos que el 80% de la gente quiere que se suba el salario mínimo. Ahora tenemos que hacer que esto se haga notar en las decisiones políticas. Y se está notando en algunas áreas. La reforma del sistema penitenciario la están promoviendo legisladores estatales de izquierdas y de derechas. Esa es la mayor esperanza que tenemos. No sé qué está ocurriendo en Europa, pero sé que todo empieza con la opinión pública. En otras palabras, los consumidores y votantes están de acuerdo en muchísimas cosas, pero a la estructura del poder le encanta centrarse en lo que no están de acuerdo. Así que estamos todo el día hablando del aborto, de las leyes educativas, del equilibrio presupuestario… Toda la atención se la llevan las cosas que nos dividen.

P. En Europa hay bastantes formaciones políticas con posibilidades reales de gobernar, que han tenido éxito al canalizar la desafección de la gente con los grandes partidos y el mundo de los negocios. ¿Por qué no existen este tipo de partidos en Estados Unidos?

R. No tenemos un sistema multipartidista porque los dos partidos controlan el acceso a las elecciones, tienen el dinero y deciden quién participa en los debates. Así que hay unas barreras de entrada mucho más grandes para que los candidatos de terceros partidos se enfrenten a los dos grandes partidos que en ningún otro país occidental. Tienes que conseguir millones de firmas para poder presentarte en 50 estados. Pero además, aunque consigas hacerlo, va a ser muy difícil que llegues a los votantes. Los grandes partidos tienen muchísimo más dinero, controlan los debates y pueden excluir a los terceros partidos, y estos debates son la forma principal por la que terceros candidatos pueden llegar a la gente, porque no tienen dinero para poner anuncios en la televisión o en el periódico. Lo llamamos la tiranía de los dos partidos ("Two-Party Tyranny"),

P. ¿Cuál va a ser el futuro del movimiento de los consumidores en EEUU? Viendo los abusos de las grandes compañías debería seguir creciendo y teniendo más poder.

R. El entramado empresarial nunca ha tenido tanto poder sobre los consumidores como el que tiene ahora. Por las siguientes razones: los dos grandes partidos, tanto los republicanos como los demócratas, están recaudando fondos de los mismos grupos de intereses empresariales. Así que, por ejemplo, Obama y McCain recibieron mucho dinero de los bancos de Wall Street y las compañías aseguradoras. Cuando llamas para sacar el dinero a los mismos sitios ambos partidos se parecen más y les importan menos los derechos de los consumidores. Además, los sindicatos son cada vez más débiles. Solían trabajar hombro con hombro con las asociaciones de consumidores y ahora son muy débiles, por la globalización, la automatización… Ya conoces las razones. Y la tercera razón de nuestro declive es que los medios de comunicación están muy concentrados y no dan la cobertura que solían dar a las luchas de los consumidores. Cuando los congresistas piensan en convocar una audiencia para denunciar una injusticia hacia los consumidores lo que piensan en el fondo es “¿van a cubrir los medios esto?”. Si piensan que no van a venir no convocan la vista. Así que hay menos audiencias, menos estándares regulatorios y se eligen jueces muy favorables a las grandes corporaciones. Es muy difícil ganar nada en los tribunales, porque están restringiendo el derecho a poner demandas colectivas. Y hacen esto con las leyes. Atan a los jueces de pies y manos y cada vez son más procorporativos, porque quien designa ahora a los jueces es el Partido Republicano, que tiene mayoría.

P. ¿Es imposible hacer política fuera de los grandes medios de comunicación?

R. Es muy difícil. Al contrario que en Europa tenemos un sistema por el que el ganador se lo lleva todo, si alguien consigue el 51% de los votos y el otro un 49% el segundo no se lleva nada. En otros países de Europa Occidental, no sé si en España, si consigues un 10 o un 20% consigues una parte de la acción. En este país si no ganas no tienes nada, y es muy difícil crecer de unas elecciones a las siguientes si estas todo el rato perdiendo.

P. Pero a lo largo de tu carrera sí que ha estado muy presente en los medios, incluso en la cultura popular. A finales de los 70 una conocida banda inglesa, The Buzzcocks, hizo una canción sobre tu lucha por los derechos de los consumidores en la que decían “tarde o temprano tendrás que escuchar a Ralph Nader”. ¿Cree que, al final, la gente le ha escuchado?

R. Ahora es más difícil que me hagan caso. Hemos perdido el gobierno en manos de las empresas, y tenemos muchos adversarios en el Congreso y la Casa Blanca. Es más difícil ahora, e internet no ha sido tan exitoso como se creía para movilizar a los consumidores. Puedes decirle a la gente qué está pasando, qué estamos haciendo, pero es difícil conseguir que la gente se mueva de la realidad virtual a la realidad. A veces pasa. Está pasando ahora mismo con las manifestaciones contra la brutalidad policial. ¿Ya sabes lo que ha pasado, no? 70 estudiantes de medicina de 70 escuelas se han concentrado en contra de los excesos de la policía. Y eso sólo puedes hacerlo rápido gracias a internet. Hay signos de que internet está empezando a transformar la realidad virtual en realidad, pero falta mucho por hacer. Debemos desarrollar nuevas estrategias y tácticas para contrarrestar las nuevas formas de poder empresarial.

P. ¿Cree que para impedir que las grandes empresas controlen nuestras vidas debemos ser responsables como consumidores?

R. Sí, tienes razón. No solo podemos votar con una papeleta, podemos votar eligiendo qué compramos y qué no. Yo empleo mucho tiempo para aconsejar a los consumidores sobre qué comprar y qué no comprar. Deberíamos tratar de comprar energía solar, siempre que sea posible; comer alimentos nutritivos, para no ser obesos, no enfermar, y no gastar dinero del sistema de salud; deberíamos aprender a no usar la tarjeta de crédito para no endeudarnos… Lo que está claro es que la escuela no está haciendo un buen trabajo para enseñar a los alumnos a ser consumidores habilidosos, pero si lo fuéramos mandaríamos un poderoso mensaje a la economía y determinaríamos qué se produce y qué se vende.

P. Lleva siendo candidato en las elecciones presidenciales de los EEUU desde los años 90. ¿Qué es lo más importante que ha aprendido sobre la política en todo este tiempo?

R. La lección más importante es que tenemos que motivar a más ciudadanos para que actúen por las cosas en las que ya creen. Y la acción son las elecciones, lo que está entre las elecciones, presentarse a elecciones locales… Por ahí empieza todo. ¡Poder para pueblo! [en español].

P. Le veo relativamente optimista…

R. No hay otra alternativa al optimismo. El pesimismo es la indulgencia de las mentes que se han rendido. No sirve para nada, sólo le da una excusa a la gente para no hacer nada.

En 1959 el abogado estadounidense de origen libanés Ralph Nader (Winsted, 1934) se compró doce pares de zapatos en el economato de la Armada, justo antes de licenciarse. Pasados los años 80 todavía seguía utilizándolos. Y no es porque no tuviera dinero, sino porque creía, y sigue creyendo, que debemos ser responsables como consumidores.

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