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El arte de discutir bien con la pareja (II): cuatro nuevos consejos que no debes olvidar
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TRUCOS PARA DISFRUTAR DE UNA RELACIÓN

El arte de discutir bien con la pareja (II): cuatro nuevos consejos que no debes olvidar

La psicóloga Montserrat Montaño nos muestra una serie de consejos para mantener discusiones más sanas y mejorar la relación de pareja

Foto: Aprender a discutir es una forma de sana de mantener la pareja. (iStock)
Aprender a discutir es una forma de sana de mantener la pareja. (iStock)

Hace unas semanas publicábamos en este mismo medio El arte de discutir bien en la pareja. Cuatro principios que no debes olvidar. En dicho artículo intentábamos señalar algunas ideas básicas a tener en cuenta al abordar los conflictos en la pareja. Ahora queremos completar estas recomendaciones con nuevos consejos que, esperemos, resulten de utilidad.

Controlemos cómo interpretamos las cosas, en base a eso sentiremos y actuaremos

Muchas discusiones tienen que ver con cómo interpretamos la conducta del otro. A menudo atribuimos malas intenciones cuando la otra persona hace algo que nos duele: “lo ha hecho a propósito”, “no le ha importado cómo me he sentido". Otras veces nos dedicamos a adivinar el pensamiento: “lo conozco y en el fondo lo hace por, “seguro que está pensando que…”. Adivinaciones incontrastables porque si le preguntamos al otro y nos dice que estamos equivocados, seguramente pensemos: claro, ¡qué me va a decir!, así que no habrá forma de salir del error si lo cometemos.

Sin embargo, la mayoría de las veces, la persona que nos quiere no hace las cosas con mala intención, como no las hacemos nosotros cuando, sin querer, le dañamos. A menudo el otro no se ha dado cuenta, se ha despistado, no pensaba que nos podía molestar, incluso a veces ha actuado por hacernos un favor pero… Sencillamente se ha equivocado. Tiempo para pensar mal, tenemos, pero quizá convenga conceder primero el beneficio de la duda, seguro que nos enfadaremos menos y actuaremos de forma más constructiva.

Expresemos lo que queremos y pidámoslo, el otro no es adivino

Igual que nosotros no podemos leer el pensamiento del otro ni saber qué quiere, necesita o espera en cada momento, no podemos pretender que el otro lo sepa respecto a nosotros si no se lo decimos. No nos engañemos, somos personas distintas, venimos de lugares distintos, la complicidad 100% no existe. Tenemos que decir lo que queremos, lo que nos gusta, lo que no, en lugar de esperar a que el otro lo descubra y, si no lo hace, sentirnos frustrados, decepcionados y replantearnos la relación.

Pidamos. Eso sí, cuando lo hagamos, valoremos que el otro trate de agradarnos. Lo fácil es hacer lo que nos sale de forma natural, lo verdaderamente meritorio es hacer algo que no haríamos sólo porque sabemos que al otro le agrada. Si no nos vale que el otro se esfuerce cuando le pedimos algo, no nos valdrá nunca y no llegaremos a puntos intermedios en los conflictos.

No juzguemos en base a nuestra forma de ver las cosas, cada persona tiene su punto de vista

Qué común son los “si de verdad me quisiera, tendría que haber reaccionado de otro modo”, “yo nunca le habría hablado así”. Juzgamos en base a lo que nosotros haríamos y a menudo creemos que hay una única forma de hacer las cosas bien: aquella en la que nosotros las haríamos. Sin embargo, igual que no nos gusta que nadie nos diga cómo tenemos que contemplar el mundo, igual que pedimos respeto y comprensión con nuestra forma particular de hacer las cosas, convendría que respetáramos y comprendiéramos que hay maneras distintas de funcionar tan razonables, tan aceptables y tan legítimas como las nuestras. Si aceptamos esa flexibilidad, nos enfadaremos mucho menos, exigiremos menos cambios en nuestras parejas y creceremos como personas tomando en consideración otros puntos de vista que, sin duda, pueden enriquecernos enormemente.

Actuemos nosotros para que actúe el otro

Cuántas veces hemos oído frases del tipo “hasta que no me pida perdón, no le pienso hablar”, “no pienso ser yo el que se rebaje, la culpa es suya así que, que sea ella la que dé el primer paso”. ¡Cuánto orgullo tan mal entendido! Y cuántas parejas pueden llegar a tener enormes conflictos, incluso llegar a separarse, por orgullo.

Pelear por lo que queremos, por nuestra relación, por aclarar las cosas, por llegar a puntos de encuentro, no es rebajarse, todo lo contrario. Decirle a nuestra pareja cosas como: “me gustaría que hablásemos porque eres muy importante para mí. Siento si hice algo que te molestó pero no me gustó cómo me trataste, me gustaría entender por qué te pusiste así y también pedirte, por favor, que en un futuro intentes cambiar eso que sabes que me hace daño”, no es arrastrarse, no es dar nuestro brazo a torcer, no va a hacer que nos tomen por el pito del sereno. Es la forma de abordar asertivamente una situación que no nos gusta. Actuemos nosotros por nuestro bienestar, si esperamos a que el otro se decida, igual nos pasamos la vida infelices y a la espera de algo que no llega. No merece la pena, la vida es muy corta, seamos proactivos para hacerla lo más agradable posible.

Hace unas semanas publicábamos en este mismo medio El arte de discutir bien en la pareja. Cuatro principios que no debes olvidar. En dicho artículo intentábamos señalar algunas ideas básicas a tener en cuenta al abordar los conflictos en la pareja. Ahora queremos completar estas recomendaciones con nuevos consejos que, esperemos, resulten de utilidad.

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