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¿Eres un trabajador formado? En 2 años serás pobre y estarás en el comedor social
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A FONDO: LOS ERE Y LOS NUEVOS DESEMPLEADOS

¿Eres un trabajador formado? En 2 años serás pobre y estarás en el comedor social

(Segunda parte del reportaje «A fondo: los ERE y los nuevos desempleados'». Puede leer aquí la primera parte del mismo)Pepe tenía un trabajo para toda la

Foto: ¿Eres un trabajador formado? En 2 años serás pobre y estarás en el comedor social
¿Eres un trabajador formado? En 2 años serás pobre y estarás en el comedor social

(Segunda parte del reportaje «A fondo: los ERE y los nuevos desempleados'». Puede leer aquí la primera parte del mismo)

Pepe tenía un trabajo para toda la vida. Había aprobado en 2003 un concurso oposición para una plaza de personal laboral fijo en la comunidad de Madrid y había planificado su vida desde esa confianza en el futuro que da tener unos ingresos continuos y regulares. Hace cuatro meses fue despedido por sorpresa junto con el resto de sus compañeros. Ahora, mientras espera la sentencia (ha recurrido el despido), observa su futuro y no atisba nada bueno. "Las cosas están muy negras. Ayer nos reunimos unos amigos, un informático con 20 años de experiencia profesional, un comercial de alto standing, ambos en paro, y el dueño de una empresa a punto de concursar. No sé qué va a pasar. Han echado a la calle a muchísima gente preparada y no hay ninguna perspectiva de encontrar trabajo, ni cualificado ni no cualificado. Lo único que te puede tranquilizar es que vas a poder vivir durante un tiempo, pero cuándo se acaben las prestaciones, como las cosas sigan así, tendremos que ir al comedor social. Eso es lo que hay, ya me dirás cómo se levanta un país así".

La mezcla de rabia, desesperación y desorientación con que Pepe define esa inesperada travesía del desierto que está realizando señala de forma muy explícita cuáles son los principales sentimientos que se activan en estos procesos. El primero y más acusado (y más aún en el caso de Pedro, cuya situación laboral era prácticamente la de un funcionario) es el de injusticia. Preparó una oposición, la aprobó, siguió formándose para mejorar su rendimiento y cumplió con las tareas que le asignaron. La recompensa es un despido que entiende insostenible jurídicamente y que resulta moralmente reprobable. El segundo sentimiento está a medio camino entre la impotencia y la frustración, porque apenas hay algo que pueda hacer para cambiar lo que le ocurre.

Han perdido el futuro que les esperaba y de eso es muy difícil reponerse

En esa situación traumática se encuentran gran parte de los profesionales y de los trabajadores cualificados, ya que a esa pérdida acelerada de poder  adquisitivo, se suma la quiebra de una perspectiva vital. Como señala Yiannis Gabriel, se trata de unos trabajadores que tienden a vincular su identidad con los valores laborales y el éxito profesional. “Para ellos, la pérdida de un trabajo es más inquietante y dolorosa que para otras personas. Hay muchos estudios, como los de Martin, que demuestran cómo quedarse en el paro es percibida como un dramático voto de desconfianza que suele acarrearles sentimientos de vergüenza, frustración y depresión. La clase media suele ser la más afectada psicológicamente por la pérdida del empleo”.

Ciertamente, quienes viven estas situaciones se enfrentan a una triple pérdida. Se han quedado sin empleo, sin confianza en la sociedad en la que viven y sin demasiadas esperanzas sobre cómo podrán salir adelante. Han perdido el futuro que les esperaba y de eso es muy difícil reponerse. Según los expertos, esa debe ser su principal tarea.

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"Por lo visto, la última reforma laboral obligaba a nuestra empresa, que era un ente público, a que, en aquellos procesos en que hubiera más de 500 trabajadores despedidos, contratase a una firma para que nos aconsejara sobre cómo buscar trabajo y para que nos ayudase a reorientarnos hacia campos laborales  diferentes de los que estábamos realizando. Nos dirían como hacer un currículo, cómo y dónde moverlo, y qué hacer para que nuestros esfuerzos sirvan de algo. Y allí estamos yendo. ¿Para qué? Pues no sé. Formó parte de la negociación, y no sé si finalmente será así o no, que si acudíamos a esta empresa y no  encontrábamos trabajo nos pagarían una nómina más como compensación. Pero la gente duda mucho de que nos vaya a servir de algo".

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Alicia, despedida en un reciente ERE, confiesa que para muchos de ellos la motivación para acudir a esta empresa es la puramente pragmática de conseguir una paga más, porque no confían en que sus consejos les vayan a ayudar en exceso. Hay quienes esperan que el despido se declare nulo (también están inmersos en un proceso judicial) pero la mayoría es pesimista respecto de las acciones legales, y está preguntándose principalmente cómo salir adelante en un contexto tan complicado. La ayuda de la firma de “acompañamiento” debería ser útil, pero muchos de ellos tienen sobrada experiencia y saben cómo desenvolverse en su profesión, por lo que no tienen mucha esperanza en lo que la firma les pueda enseñar.

Si no luchas y te reinventas, serás un perdedor pero por tu propia falta de coraje y de esfuerzo

El caso de Alicia y de sus compañeros es considerado ejemplar para muchos especialistas en estos procesos de reincorporación al mundo laboral, que analizan las enormes resistencias que han desarrollado personas acostumbradas a un trabajo estable y sin riesgo. Se trata de gente que vive en el pasado, que no quiere asumir la necesidad de un cambio, y cuya mayor aspiración sería borrar lo que ha sucedido y regresar al mundo en que se desenvolvían. Pero eso no va a ocurrir y cuanto antes se asuma, mejor.

Las características que definen al trabajo en el capitalismo del siglo XXI, como las carreras fragmentadas, el empleo por proyectos, la ausencia de raíces y las trayectorias discontinuas, tal y como fueron analizadas por Richard Sennett, reaparecen con más intensidad en este momento de expedientes masivos. Según Gabriel, el oportunismo, la flexibilidad y la constante reinvención de sí mismo no sólo dan forma a la nueva economía sino que deben ser rasgos de carácter de sus empleados. Por lo tanto, lo que hay que forjar es una nueva predisposición. Si te quedas en paro, no te dejes vencer, pelea, fórmate, construye tu propio espacio, explora nuevos terrenos, inventa nuevas posibilidades. Si tienes la mentalidad adecuada, conseguirás sacar partido de los nuevos tiempos. Si no es así, te convertirás en un perdedor, pero por tu propia falta de coraje y de esfuerzo. A eso es a lo que deben ayudar las firmas de acompañamiento, a manejar los sentimientos negativos y a mejorar la actitud. Esa es la clave del éxito.

El problema es que las cosas no son tan fáciles. Ni mucho menos…

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Matthew había tenido enorme éxito en su peculiar trayectoria profesional. Fue actor, inventor y empresario y fue condecorado por la Reina británica por los servicios prestados en los sectores del ocio y del turismo. Vivía más que holgadamente hasta que, ya con más de 50 años, una inversión fue tan mal que le sumergió en una espiral de deudas que le dejó sin patrimonio. Trató entonces de reiniciar su carrera o de encontrar un trabajo en otro sector, lo que no consiguió a pesar de enviar numerosos currículos cada semana.

Cuando Yiannis Gabriel, David Gray y Harshita Goregaokar se reúnen con él por primera vez, se encuentran con alguien arrogante y dominante, que saca a relucir en cuanto tiene oportunidad los recuerdos de su extravagante estilo de vida anterior (joyas, camisas personalizadas, etc.) y que exhibe una creciente rabia. Tiempo después, su altivez ha disminuido, apareciendo mucho más la frustración y la depresión, sentimientos que complementa con airados ataques hacia el sistema, el gobierno, los empresarios y una sociedad que desprecia a la gente de más edad. Dice sentirse engañado y utilizado.

El único trabajo que ofrecen a gente de mi edad es el de reponedor en supermercados

Su vida cotidiana consiste en rellenar solicitudes de empleo, y confiesa haber enviado más de 700 en los últimos tiempos. Cuando el entrevistador le pregunta dónde se ve en los próximos cinco años, Matthew contesta que "hay momentos en los que me siento muy negativo y parece que nunca voy a volver a trabajar pero hay otros en los que me siento positivo, como cuando veo que puedo encontrar mi próximo trabajo. Por ejemplo hoy mismo, que he recibido un e-mail de un tipo de Bristol al que le había pedido trabajo hace unos cuatro meses. No conseguí el trabajo pero me mandó información sobre un nuevo empleo que aún tenía que ser publicitado... Así que ha sido muy positivo porque es obviamente una persona que tiene influencia en lo que se refiere a asuntos de selección de personal y se ha tomado la molestia de enviarme la información. Esto me hace recuperar la energía y cuando termine de hablar contigo, es en lo que voy a gastar mi tiempo. Pero este tipo de cosas no suele ocurrir a menudo".

Matthew ha hecho esa tarea de reinvención necesaria para afrontar los nuevos tiempos con la disposición adecuada, y emplea el tiempo preciso en buscar trabajo. A pesar de su creencia en que “el único trabajo que ofrecen a gente de mi edad es el de reponedor en supermercados”, es alguien lleno de energía y de ideas. Ya no es el tipo rabioso y engreído de las primeras entrevistas, sino una persona que trata de salir adelante gracias a una gran energía positiva.

Y, sin embargo, a pesar de su preparación, sus conocimientos y su actitud, sigue sin empleo. Los investigadores se dan cuenta, y el caso de Matthew es el más significativo, que los profesionales con más recursos en términos de cualificación, contactos personales y habilidades comunicativas no son los que han tenido más éxito a la hora de reinsentarse laboralmente. Es probable, apuntan que la causa esté en la adopción de tácticas cortoplacistas más que en una acercamiento estratégico a la búsqueda de trabajo. En la medida en que piensen de otra manera y adopten más la actitud de agente libre que la del viejo profesional tendrán más opciones de lograr el éxito.

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Caminos trazados, caminos por descubrir

Así lo reconoce Alicia. Al creer que el trabajo que tenían sería para siempre, sus compañeros no se preocuparon ni de formarse para otros posibles empleos ni de establecer una red de relaciones amplia que les permitiera buscar una salida. Ahora están desorientados, porque no saben muy bien qué hacer, y en ese sentido, un cambio de mentalidad es necesario, ya que empezar de cero es muy complicado. Sin embargo, no es bastante. Porque pueden haber aprendido las habilidades necesarias para rehacer sus currículos, adquirir la destreza relacional precisa, saber cómo afrontar una entrevista de trabajo y tener la actitud adecuada, pero después de todo eso, dice Gabriel, Gray y Goregaokar, tampoco hay tantas nuevas empresas ni tantos puestos de trabajo disponibles.

Nuestra sociedad está mandando a gente experimentada a la inactividad laboral, sólo que antes se les pagaba una pensión

Individualizar el desempleo, ensalzar la flexibilidad y el aprendizaje permanente como las recetas para volver al trabajo es muy útil porque permite que muchas personas tengan la energía y la esperanza necesarias para seguir intentándolo. Pero esa perspectiva no aborda las causas estructurales del desempleo, y si no se opera en ese terreno es complicado que las cosas puedan arreglarse.

Si continuamos por el camino trazado, los ERE serán lo mismo que las prejubilaciones del pasado, con la diferencia de que éstas se remuneraban. Es decir, nuestra sociedad estará mandando a gente experimentada a la inactividad laboral permanente, sólo que antes se les pagaba una pensión y ahora se le manda a que la familia les mantenga. Y es “un diagnóstico muy plausible”, asegura Carlos Fernández, profesor de sociología de la Universidad Complutense.

Como dice Pepe, “algo tiene que cambiar, no podemos seguir con estas políticas, algo tiene que moverse”. Alicia, por su parte, lo tiene claro. “En cuanto salga la sentencia, si la perdemos, me largo al extranjero”.

(Segunda parte del reportaje «A fondo: los ERE y los nuevos desempleados'». Puede leer aquí la primera parte del mismo)