Una joven visita el museo de Doraemon en Japón y lanza una advertencia: "No vayáis"

Nuria, una entusiasta de la cultura japonesa, recientemente visitó el Museo de Doraemon en Tokio con altas expectativas y un sentimiento de nostalgia por el famoso gato azul del futuro.

Desafortunadamente, la realidad no cumplió en absoluto con lo esperado, calificando su experiencia como una "absoluta timada": "Museo de Doraemon en Tokio (ya he ido yo para que no tengáis que ir vosotros)".

Expectativas versus realidad

Este espacio está dedicado exclusivamente a Doraemon, uno de los personajes más icónicos del manga y anime en Japón. La zona cercana al museo, incluyendo la estación de tren, está completamente decorada con motivos del personaje, destacando los ascensores que imitan su "puerta mágica".

Sin embargo, el contenido del museo, que incluye ilustraciones y algo de historia, no fue suficiente para satisfacer las expectativas de los visitantes.

"¡Mirad qué feo!", exclamó Nuria al referirse a una versión antigua de Doraemon que se exhibe en el lugar. Además, el museo ofrece una recreación de la casa de Nobita, amigo de Doraemon, que describió como "chulísima". A pesar de estos detalles, la oferta principal del museo no logró convencer.

Críticas a las atracciones y gastronomía

La desilusión aumentó al explorar las atracciones adicionales, que se limitaban a un jardín con tres figuras escasas. La gastronomía tampoco estuvo a la altura.

"Es como beberte un caramelo de Sugus, qué empalagoso. Sabe a plástico real"

En la cafetería, los platos temáticos como los Dorayakis con una figura comestible de Doraemon resultaron decepcionantes. "Es como beberte un caramelo de Sugus, qué empalagoso. Sabe a plástico real", comentó sobre el refresco temático.

El coste de la visita también fue motivo de crítica, particularmente el de la merienda, que ascendió a 2.400 yenes (unos 14 euros), lo que consideró exorbitante para la calidad ofrecida. La joven advirtió a futuros visitantes de sus impresiones: "Me quiero meter debajo de una piedra ahora mismo", reflejando su frustración con la experiencia.

En definitiva, la visita de Nuria al Museo de Doraemon en Tokio sirve como un recordatorio de que las expectativas altas pueden llevar a decepciones, especialmente cuando se trata de revivir la magia de la infancia a través de experiencias turísticas.