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El anciano doctor Viñals se defiende: “Vino mi hijo porque los demás se fueron de puente”
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COMISIÓN DE INVESTIGACIÓN DEL MADRID ARENA

El anciano doctor Viñals se defiende: “Vino mi hijo porque los demás se fueron de puente”

Más sombras que luces en la primera sesión de la comisión de investigación sobre el caso Madrid Arena, que costó la vida de cuatro adolescentes. Si

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El anciano doctor Viñals se defiende: “Vino mi hijo porque los demás se fueron de puente”

Más sombras que luces en la primera sesión de la comisión de investigación sobre el caso Madrid Arena, que costó la vida de cuatro adolescentes. Si el máximo mandatario de los policías municipales, Emilio Monteagudo, defendió el número de efectivos enviados aquella noche al recinto municipal, pese a que ninguno se percató de botellón alguno en la previa de la macrofiesta, el doctor contratado por Miguel Ángel Flores invalidó la versión del personal del Samur que atendió a las víctimas la noche de autos. Simón Viñals reivindicó en el Consistorio madrileño que no disponía de un servicio médico básico, “sino avanzado y todo el necesario”, que nada pudo hacer por las tres jóvenes “que llegaron a la vez” y que presentaban una parada cardíaca sobrepasada en el tiempo.

En un tono tan ácido (“la reanimación era algo parecido a lo que podíamos hacer con un cadáver en el tanatorio”) como chulesco (“¿cómo no voy a conocer el protocolo de actuación a las víctimas si lo escribí yo?”), Viñals padre se defendió como pudo del bombardeo de todas y cada una de las preguntas de UPyD y PSOE.

El médico, cirujano “y miembro de esta casa durante muchos años” no firmó ningún contrato con Diviertt, aunque no niega que cobrara por el servicio prestado. El acuerdo con Miguel Ángel Flores, el promotor de la fiesta, fue verbal, ya que son viejos conocidos. “Yo no soy ninguna empresa. Soy un profesional liberal colegiado en Madrid. Flores me contrató a mí personalmente, no mediante ninguna empresa”.

Su relación se remonta a cuando el médico, de 77 años, dirigía el servicio médico de la plaza de toros de Vistalegre, donde el dueño de Diviertt ya organizaba eventos. Desde entonces, Viñals reconoce abiertamente haber servido como personal sanitario para el promotor de la fiesta en muchísimas ocasiones.

La última vez, en la fiesta de Halloween donde acudió con su hijo, también médico, funcionario del ayuntamiento de Madrid, un cargo incompatible con una actividad privada. La versión oficial es que no cobró, que colaboró voluntariamente con su padre porque sus tres médicos lo dejaron tirado: “Dos se fueron de puente y al otro su mujer se le puso de parto a las tres de la tarde. Por eso le pedí el favor a mi hijo, médico colegiado también”.  

Viñals negó que contratase a la ambulancia Trusthealth, como recoge la documentación oficial, y asegura que él mismo atendió a “tres de las cinco víctimas”, aunque le auguraron que “venían muchas más”. No salió de la enfermería hasta que se fue el último espectador a las 6 de la mañana. “Si alguien me vio en la puerta sería en la de la enfermería” respondió, intentando desmontar la versión ofrecida por el Samur, que dejó en muy mal lugar la actuación del doctor Viñals. “Cuando yo llamé al Samur tardaron unos segundos en llegar. La primera llamada fue de los jóvenes que estaban allí con sus móviles y vieron lo que estaba pasando”, se defendía.

El médico reconoció que ninguna maniobra de reanimación sirvió para nada. “Cuando me las trajeron a las tres en brazos, comprobamos el estado, les despejamos la vía aérea, introducimos una cánula, hicimos masaje cardíaco y luego utilizamos el desfibrilador”. El Samur asegura que no había. “Tenía uno y lo utilicé. De todas formas, no conozco ningún recinto que disponga de dos ni dieciséis”, insistía el médico en su irónico tono.

Ya era demasiado tarde. Las jóvenes (“yo atendí a tres, no a cinco”) permanecieron en la enfermería hasta que llegó el juez. Allí seguían cuando apareció Flores. “Me preguntó qué había ocurrido y yo le dije: mira, mira lo que pasa”, escenificó el anciano, haciendo aspavientos con los brazos, señalando al suelo, simulando la escena donde tumbaron a las víctimas.  

La versión que el doctor ofreció sobre la frecuencia de las intoxicaciones etílicas contradecía la versión que había sostenido Montegudo dos horas antes. “Antes de la tragedia, la frecuencia de intoxicaciones etílicas que nos llegaba nos impedía hacer informes sobre ellos. Llegamos a tener seis, con tres camillas”, dijo el médico.

La Policía Municipal no vio nada

El máximo responsable de la Policía Municipal reconoció que su equipo, formado por 18 agentes, no se enteró de nada hasta las 3.56 horas de la madrugada, cuando un aviso de la central les alertó de que había una persona “con problemas respiratorios” en el exterior del recinto. Aun así, echa toda la culpa de lo sucedido a la organización y a la seguridad privada, “ya que en ningún momento nos comunicaron incidencia alguna”.

Sin embargo, reconoció que su labor aquella noche era regular el tráfico de la zona, evitar la reventa de entradas y el consumo de alcohol en la calle. Ninguno de estos factores que pudieron influir en la tragedia que luego se vivió en el interior ocurrió en la zona que estaban bajo su competencia, que eran como máximo los 50 metros alrededor del recinto.

Monteagudo, que acudió a la comisión con un gigantesco mapa en el que circunscribía a rotulador fluorescente cuál era su perímetro de actuación, insistió en que el despliegue que dispuso fue “el necesario” y que los policías trabajaron con “absoluta responsabilidad y competencia”. Tampoco hubo descoordinación. Ni con el Samur ni con la Policía Nacional, aunque tampoco conocía la cifra exacta de efectivos que la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, había puesto a disposición del evento y que llegó a ser el triple de los de la Policía Municipal.

Más sombras que luces en la primera sesión de la comisión de investigación sobre el caso Madrid Arena, que costó la vida de cuatro adolescentes. Si el máximo mandatario de los policías municipales, Emilio Monteagudo, defendió el número de efectivos enviados aquella noche al recinto municipal, pese a que ninguno se percató de botellón alguno en la previa de la macrofiesta, el doctor contratado por Miguel Ángel Flores invalidó la versión del personal del Samur que atendió a las víctimas la noche de autos. Simón Viñals reivindicó en el Consistorio madrileño que no disponía de un servicio médico básico, “sino avanzado y todo el necesario”, que nada pudo hacer por las tres jóvenes “que llegaron a la vez” y que presentaban una parada cardíaca sobrepasada en el tiempo.