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¿Cuánto dura una pareja que te echas por Internet?
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¿Cuánto dura una pareja que te echas por Internet?

Juan y Philippe no forman una familia tradicional. Ni aunque se casaran lo conseguirían. Tampoco desde la perspectiva que reflejan los medios de comunicación es “normal”

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¿Cuánto dura una pareja que te echas por Internet?

Juan y Philippe no forman una familia tradicional. Ni aunque se casaran lo conseguirían. Tampoco desde la perspectiva que reflejan los medios de comunicación es “normal” la manera en que se conocieron, a través de una página de contactos gay. Y sin embargo, las estadísticas y la realidad a pie de calle están a su favor. Las parejas gay que no se ocultan son lo común en una urbe como la que habitan (Madrid) y el modo en que se encontraron es ya  perfectamente habitual y lleva camino de ser el dominante.

La red se ha convertido en un utensilio esencial para cualquiera al que le cueste encontrar parejaAsí, al menos, lo plantea el doctor Michael Rosenfeld, de la Universidad de Stanford, que en su estudio How Couples Meet and Stay Together (Cómo las parejas se conocen y permanecen juntas) afirma que la manera principal en que se encuentran las nuevas parejas -gays o hetero- en EEUU es mediante internet, y que en concreto en el caso de las parejas gays el porcentaje es del 61 por ciento. El estudio se realizó en 2009 entre más de cuatro mil adultos y arroja datos terminantes: una de cada dos nuevas parejas se conoce por internet. La red se ha convertido en un utensilio esencial para cualquiera al que le cueste encontrar compañero. Quien tiene internet en casa aumenta sensiblemente su capacidad para encontrar pareja (un ochenta por ciento de quienes lo consiguieron lo tenían). Y lo que es más llamativo: las parejas que se forman de este modo son igual de estables (o más) que cualquier otra.

Reuben Thomas, profesor asistente de sociología del City College de Nueva York y coautor del estudio puntualiza al respecto: “Nuestros dos años de seguimiento nos han proporcionado pruebas de que las parejas que se conocen por amigos son en realidad las menos estables de todas (y suelen romperse unos dos años después de empezar) mientras que las que se conocen en internet son tan estables como cualquier otra. Mucha gente es cautelosa sobre las conexiones a través de la red, como lo son sobre cualquier conexión hecha en un lugar público sin la presentación de un amigo, pero cuando esos encuentros funcionan y conducen a una relación larga, no hay diferencia alguna”.

Las parejas que se forman a través de internet son tan estables como cualquier otraEn cuanto a la influencia de este hecho sobre la estructura y el funcionamiento familiar, apunta que el alejamiento del modelo típico de pareja empezó mucho antes de la irrupción de internet. Primero fue sustituido por el círculo de amigos y ahora la red está sustituyendo a ambos. El retraso del matrimonio a la edad madura y el crecimiento de la independencia de los varones jovenes y solteros de sus familias son responsables de esto”.

Otro de los cambios importantes que apunta su estudio, quizá el esencial, es que cuando se busca pareja por internet la gente se preocupa más por sus preferencias personales que por el “que dirán”. En los modos tradicionales tenía mucho más peso la convención grupal y los patrones sociales preestablecidos. Es, pues, un cambio sustancial que parece venir dado, exclusivamente, por el medio que se usa para el contacto. “Eso”, admite Thomas, “representa un cambio significativo con respecto a la manera tradicional de establecer parejas. Es mucho más difícil que las parejas que se conocen a través de la familia sean interraciales o interreligiosas. Sorprendentemente las parejas que se conocen en la red no tienen más tendencia a ser interraciales que las que se conocen por amigos. Tenemos todavía mucho que aprender sobre las implicaciones de las citas on-line y sobre como cambian las relaciones y expectativas de la gente”.

Pioneros

José, madrileño, es otro ejemplo de que la pareja que se conoce en la red y deviene estable no sólo es habitual sino que lleva tiempo dándose. El es, por decirlo así, un pionero en nuestro país. Encontró a la que sería su pareja en Internet en 1999 y siguen juntos trece años después. Afirma que la manera en que se conocieron “se quedo en anécdota bastante pronto”. “Fue en un chat”, recuerda; “el IRC (internet relay chat) que hoy día se usa minoritariamente por algunos nostálgicos. El IRC ya en aquella época estaba algo anticuado, pero tiene componentes que lo hacen interesante, es anónimo (nada te identifica salvo tu pseudónimo) y casi siempre era un lugar donde conocer gran variedad de gente. Fue casualidad, es más, estábamos ambos en un momento de no querer relaciones, así que supongo que estábamos con la guardia baja.”

Como casi todo el mundo relativamente joven, ellos conocen a otras parejas formadas de la misma manera. “Varias además”, comenta José. “Algunas con cierta espontaneidad como la nuestra y otras a raíz de las pequeñas comunidades de gente 'chatera' que se formaban por aquel entonces”.

La desventaja sería la gran posibilidad de mentir que permite la redJosé reconoce que “siempre habrá diferencias entre el cara a cara y usar texto para hablar/transmitir ideas”, pero afirma que “la gente dentro y fuera de internet es la misma y en ocasiones se comporta de forma muy parecida, aunque en la red se cortan menos a la hora de ciertos comportamientos, buenos y malos”. Para él la ventaja es “lo sencillas que hace las relaciones personales. Ves de forma más directa a la otra persona cuando llevas un tiempo conociéndola”. La desventaja sería la gran posibilidad de mentir que permite la red: “Para encontrar a alguien de verdad sincero te puede pasar por delante en poco tiempo mucha gente que no lo es”.

En las tripas de Meetic

La escritora Lola Beccaria ganó el premio Azorín en 2009 con su novela El arte de perder. En ella abordaba el creciente fenómeno de las citas online y la búsqueda de pareja en la red a través de los ojos de una mujer. Para documentarse se conectó a Meetic, una de las principales herramientas de pago online para búsqueda de compañeros. Aún sigue apuntada. De su buceo en las tripas de la celestina virtual ha sacado unas cuantas conclusiones claras. Cree que es un utensilio positivo para gente como su heroína “a la que de repente no le hace ilusión nada, que se ha cansado”. Enamorarse, considera, “es un chute enorme, es uno de los mayores placeres que hay, y esa persona con una sensación agridulce de que ha perdido algo, esa gente por encima de cuarenta que ya no frecuenta sitios de copas o discotecas tiene una oportunidad ahí”. Y una oportunidad ajustada y a la carta, porque, como apunta la escritora, “aunque por un lado, con tanta ficha, parece un poco un mercado de la carne, que te cosifica, la verdad es que el buscador te permite decir: quiero un tipo que sea arquitecto, con ojos azules, divorciado, con dos hijos y al que le gusten la comida kosher y el senderismo…¡y lo encuentras!”.

Varias cosas le sorprendieron en el proceso. Primero, la variedad de clases y estilos: “Te encuentras gente de todos los niveles, algunos con posición y dinero. Empresarios jóvenes y de éxito, por ejemplo. Y piensas ¿qué hace este tío aquí?”. Pero aún más que eso, le resultó llamativa la cantidad de gente que se conformaba con una relación a distancia. “Mucha gente busca sólo una relación virtual. Me encontré a muchos que lo único que quería era chatear y que nunca llegaban a quedar. Sms, correos… Por muy intensos que fueran, eso era todo”.

Internet provoca la necesidad adictiva de estar conectado permanentementePara Beccaria, conocerse on-line es, en cierto modo, un retroceso positivo hacia las viejas relaciones epistolares de antaño. “A través de internet la guapura no funciona”, explica, “el que escribe mejor es el que más liga, porque se montan unas relaciones más interesantes, en principio, más teñidas de palabras. Eso está muy bien, porque establece un periodo de precontacto que es un poco lo que se hacía antes…Yo no soy nada pacata pero creo que la excesiva rapidez actual no deja construir nada. No damos tiempo, ni llegamos a lugares profundos. Pasamos por tres o cuatro fases de una relación en una sola noche, cuando para que una relación fructifique creo que hay que crear un cierto misterio y un pelín de frustración”.

No obvia, sin embargo, la parte oscura del asunto, y afirma que internet “provoca en cierto modo la necesidad adictiva de estar conectado permanentemente, pero al tiempo un aislamiento terrible. El otro día leí a alguien que afirmaba que prefería tener 'cibersexo' a estar con una tía 'de verdad'. Y yo me pregunto ¿pero a qué llamamos “cibersexo”? Eso es una paja de toda la vida”.

Por otro lado, apunta que el anonimato favorece la posibilidad de la “estafa emocional” sobre un tipo de mujer que “está en una situación de desamparo, susceptible al engaño y el chantaje sentimental”. “En internet”, concluye, “no es oro todo lo que reluce y hay que tener mucho cuidado”.

Superando el tabú

Lo que está claro es que la red ha permitido a mucha gente con problemas personales o impuestos desde el exterior superar su marginación. “Las citas online son una herramienta muy útil”, afirma Thomas, “para cualquiera que no conozca a partenaires adecuados en su vida diaria, incluyendo a las minorías sexuales". “No sé en el caso de las parejas homosexuales”, reflexiona por su parte José, “pero tengo claro que ese territorio 'tabú' abarca también a aquellos con dificultades para las relaciones sociales más normales. Hay gente que no podría hacer amigos sin internet, ya que parecen tenerle miedo a hablar con otras personas (y lo digo porque los he conocido dentro y fuera). Mi conclusión sería que estos medios ayudan a la gente que tiene dificil relacionarse de la manera habitual con los demás”.

En internet no es oro todo lo que reluce y hay que tener cuidado

Claro que, de todos modos, la importancia de la imagen sigue ahí, como reconoce el experto estadounidense: “existe la posibilidad de que las citas formales por internet, que ponen inicialmente el énfasis en los perfiles con foto, puedan aumentar la importancia de la apariencia física, mientras que conocerse a través de amigos puede moderar esa importancia y permitir que el encanto personal y la compatibilidad influyan más tempranamente en el proceso. Es algo que hemos estudiado, pero es una pregunta importante que necesita más trabajo”.

Parece hora, pues, de empezar a abandonar la visión de la pareja que se conoce por Internet como algo “raro” y asumir la realidad. Los que empiezan a a ser raros son los que se conocen en un bar intentando alguna versión 2.0 del “¿estudias o trabajas?” o los que son amigos de la infancia. La pareja que tendremos mañana, muy probablemente, asumámoslo, saltará a la vida real desde la pantalla del PC.

Juan y Philippe no forman una familia tradicional. Ni aunque se casaran lo conseguirían. Tampoco desde la perspectiva que reflejan los medios de comunicación es “normal” la manera en que se conocieron, a través de una página de contactos gay. Y sin embargo, las estadísticas y la realidad a pie de calle están a su favor. Las parejas gay que no se ocultan son lo común en una urbe como la que habitan (Madrid) y el modo en que se encontraron es ya  perfectamente habitual y lleva camino de ser el dominante.