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Reinventarse o morir... ¿en serio?
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Reinventarse o morir... ¿en serio?

Hace poco un cazatalentos me describió la situación de nuestro mercado laboral diciendo que “la calle está llena de gente buenísima y las oficinas están plagadas

Hace poco un cazatalentos me describió la situación de nuestro mercado laboral diciendo que “la calle está llena de gente buenísima y las oficinas están plagadas de medianitos asustadizos”. ¿Será verdad?

Y si lo es, ¿qué debemos concluir al observar estos resultados? ¿Es mejor no arriesgarse y quedarse como se está para salvar el empleo? ¿O merece la pena reinventarse, granjearse enemigos a cambio de promover innovaciones valiosas, y arriesgarse a perder algo de dinero en la búsqueda del éxito empresarial?

Os imaginaréis que yo soy firme defensora de lo segundo, ¡por supuesto! No hay que olvidar, sin embargo, que el que elige este camino vive lo que alguien llamó “la larga noche oscura del innovador”, y en esas frías horas de madrugada, le parece haber cometido una soberana estupidez. O varias…

Para el que se lo ha jugado todo y ha perdido, lo peor es el sentimiento de fracaso. Según todos los libros y los expertos, arriesgarse y reinventarse es el camino necesario para triunfar. Pero cuando los que no hicieron nada siguen trabajando y los que retaron al sistema están en paro, es muy difícil seguir confiando en el mercado laboral español. No digamos en uno mismo.

Uno pasa de no tener tiempo ni para pensar, desear llegar a casa sin conseguirlo, y de cruzar la calle leyendo correos en su blackberry (a riesgo de ser atropellado)…al súbito silencio. Un teléfono que nunca suena, un inbox cuyos únicos mensajes son correo basura, y cuatro paredes que amenazan con asfixiarlo a uno en cualquier momento.

El directivo sin trabajo se obliga a salir de casa, hacer networking en múltiples eventos y conferencias, contar una versión más positiva de lo que pasó y vender una confianza que en realidad no siente. Sobre todo si se encuentra a sus ex compañeros de tarea.

Es inevitable buscar culpables al volver a la soledad de casa, y si uno es responsable y emprendedor, está acostumbrado a asumir los errores de los demás, reflexionando sin cesar sobre lo que podía haber hecho de modo diferente. Después de todo, la gente a la que considerabas débil, trepa o vaga sigue teniendo su puesto o su empresa, y tú no.

Tampoco es una sensación exclusiva de los parados, ésta que discutimos aquí. Hay gente que ha visto cómo promocionaba otro más popular en su lugar, o que sencillamente se siente atrapada en un trabajo que se ha hecho repetitivo a pesar de haber intentado estirarse, hacer un máster o proponer nuevos proyectos a su jefe.

No elegir un trabajo nuevo también fue una elección. También siente las dudas de fracaso y la soledad de su despacho, por mucho que actúe como si todo va bien cuando se encuentre a sus colegas. Quizás la situación es menos intensa, pero se prolonga mucho en el tiempo, fatigando más al sufrido trabajador con cada día que pasa.

El problema de reinventarse es que uno asume riesgos, e igual que ocurre en el casino, puedes perder todos los recursos que apostaste. Esto no quiere decir, por el contrario, que te vayas con una mano delante y otra detrás. Mi mensaje de hoy es precisamente este: ¡Este juego aún no ha terminado!

El que apuesta se lleva aprendizajes que los demás ni imaginan. No sólo se le quedan grabados a fuego todos los detalles del mercado y del modelo de negocio que puso en marcha, sino que además aprendió a convivir con el miedo y con el riesgo durante muchos días seguidos. Cuanto más arriesgó, más intensa fue la experiencia, y más fortaleza desarrolló.

El silencio, la soledad, las dudas sobre tu propia valía y los escenarios catastróficos de acabar debajo de un puente o en la cárcel por no pagar la hipoteca son como una fiebre de cuarenta grados. Cuando se te pase la gripe, también desaparecerá la fiebre.

No te creas nada de lo que estás pensando en tu casa mientras hablas solo con tu blackberry como Tom Hanks hablaba con su balón pintado en la isla desierta en Náufrago.

No son más que síntomas de un proceso de pérdida que es inevitablemente emocional. Se llama duelo y tiene cinco etapas, cómicamente ilustradas en ese vídeo de youtube de la jirafa que se hunde en arenas movedizas.

Recuerda que estás en medio de la larga noche oscura, y busca a alguien que te recuerde lo que te hace grande. Los Canarios que me siguen los viernes podrán venirse a escucharme en directo el jueves 11 de Noviembre en Las Palmas. Los detalles están en mi web.

Como me dijo a mí mi madre en una de mis noches oscuras, “¡Léete tu propio libro, hija!”. Efectivamente necesitaba que alguien me recordase que yo soy de las que “Toman las riendas”. ¿Y tú, qué?

Hace poco un cazatalentos me describió la situación de nuestro mercado laboral diciendo que “la calle está llena de gente buenísima y las oficinas están plagadas de medianitos asustadizos”. ¿Será verdad?

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