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Los 'cuatro pipiolos' que crearon la revista de videojuegos más leída de España
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hobby consolas cumple 25 años

Los 'cuatro pipiolos' que crearon la revista de videojuegos más leída de España

El 'boom' de SEGA y Nintendo a principios de los 90 propició el nacimiento de una revista dedicada al mundo de las consolas, convertida en referente de la industria

Foto: Ilustración que celebra los 25 años de Hobby Consolas. (Axel Springer)
Ilustración que celebra los 25 años de Hobby Consolas. (Axel Springer)

"Todos éramos muy jóvenes, a excepción del director, Amalio, que no llegaría a los treinta. Yo entré con 19 años, Marcos tenía 22, José Luis 22 o 23 y Juan Carlos un par de años más, 25 o 26". La frase es de Bruno Sol, periodista de videojuegos en España de dilatada experiencia, actualmente coordinador de contenidos de Retro Gamer y colaborador en Hobby Industria, y uno de los miembros iniciales de una revista que nació en el momento justo para convertirse en el referente de la prensa española de videojuegos, Hobby Consolas. 'La Hobby', como se la conocía y se le conoce todavía hoy, está de aniversario: cumple un cuarto de siglo.

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Para ello, la editorial Edaf ha publicado un volumen que recopila parte de las vivencias de esa redacción formada por pipiolos. 'La historia de Hobby Consolas' repasa aquel verano del 1991 en el que el equipo de redacción tuvo el trabajo soñado por cualquier adolescente: enfrentarse a la creación de una revista de consolas con montañas de juegos de Super Nintendo, Mega Drive o Neo Geo y sin las prisas de tener que cerrar a final de mes. Así fue como Hobby Press dio salida a una de las revistas más conocidas de la industria española.

"Teníamos juegos apilados en una esquina y teníamos que hacer una criba para el primer número", explica José Luis Sanz, uno de los padres de la criatura y que abandonó la publicación pocos meses después de su estreno, "en septiembre del 92".

"No teníamos un trabajo definido", recuerda Sanz de aquellas primeras semanas. En aquel pequeño y caótico microcosmos, a dos de los redactores les dio por abandonarse a su afición. ¿El título? "El primer NHL Hockey, de Mega Drive", con el que tanto Sanz como Marcos García, conocido por el apodo de 'The Elf', decidieron batirse en duelos durante días.

Esos motes eran una de las señas de identidad de una prensa que, todavía hoy, arrastra nombres de redactores a los que se conoce por 'nicks' o 'gamertags'. Sanz era 'JL Skywalker' y a Bruno Sol se le conocía, y todavía se le conoce, por 'Némesis'. "El cachondeo en aquella época era demencial. Ahora me cruzo con gente que en aquella época trabajaban conmigo, eran unos cafres de campeonato y que ahora ocupan cargos directivos", recuerda Sol.

Una revista para entretener

Hobby Consolas nació como respuesta a un ascenso fulgurante que se intuía a principios de los noventa y que explotó pocos años después: el de las consolas. Después del 'crack' de Atari en el 83, los microordenadores se hicieron con el monopolio del ocio en Europa que, a duras penas, vio proliferar la vetusta Nintendo Entertainment System.

Europa, España incluida, era territorio de Spectrum, Amstrad, MSX o Commodore 64. Fue en la transición a las máquinas de 16 bits, Commodore Amiga y Atari ST, cuando la industria del videojuego decidió contraatacar con fuerza. Pero no lo hizo desde Estados Unidos, sino desde Japón con dos colosos dispuestos a batirse mercado a mercado para hacerse con el pastel del videojuego. Hablamos, claro, de SEGA y Nintendo.

Pero antes de llegar a ese duelo es necesario recordar que el panorama de la prensa española del videojuego estaba dominado por otro tipo de revistas. Micro Hobby y Micro Manía, la última todavía en activo y ambas del grupo Hobby Press, eran hijas de los años ochenta, una época en que las revistas de videojuegos combinaban una labor de divulgación, actualidad y análisis con otra didáctica.

"Se quería cambiar la filosofía —anota Sanz—. Nos obligó a mirar en otros sitios, especialmente en la prensa inglesa, que ya llevaban unos meses trabajando en este tipo de revistas". Por componente didáctico, Sanz se refiere a las guías y trucos que las citadas revistas del grupo Hobby Press incluían en sus páginas para que los lectores pudieran hacer sus primeros pinitos con la programación. Era una época, los años ochenta, en la que escaseaban las academias de informática y proliferaban los autodidactas.

Hobby Consolas era una revista pensada para el entretenimiento. A diferencia de Micro Hobby o Micro Manía, no tenía secciones para aprender a programar

De aquellas revistas inglesas que Sanz citaba, el equipo de Hobby Consolas se fijó en un par: Mean Machines y Computer and Video Games. La primera estuvo cerca de tener su versión en España, como recuerda Bruno Sol: "Negociaron con el dueño de Hobby Press, José Ignacio Gómez-Centurión, para hacer una versión española. Este pensó que para qué comprar la licencia si la podía hacer él, y gratis. Era un tío muy listo, apostó desde el principio por este tema y fue a machete".

El objetivo de esa nueva revista era ser hija de los años noventa, hija de una época que comenzó dominada por SEGA y Nintendo y que terminó bajo el yugo de Sony y la aparición de la primera PlayStation. Pero un vistazo al diseño de esos primeros números recuerda que las líneas maestras de Hobby Consolas, en el apartado visual, se asemejaban a las de sus cabeceras hermanas.

Ni SEGA ni Nintendo: los Simpson

Veinticinco años después, todavía resulta sorprendente que la primera portada de la revista no fuera ni para SEGA ni para Nintendo. Es más, el primer Sonic era uno de los juegos destacados y su presencia se limitó a un pequeño recuadro en la esquina superior derecha de la portada.

Ambas compañías niponas, con los responsables de sus filiales en España enfrentados incluso en el terreno personal, decidieron apostar fuerte por aquella primera portada. SEGA tenía la baza de Sonic mientras que Nintendo organizó un sorteo en el que regalaba un millar de Game Boy. Hobby Consolas decidió tirar por la calle del medio y ejecutar una decisión salomónica: portada para Los Simpson, lo que podía inclinar la balanza a favor de Nintendo y póster central de Sonic.

"La industria ha cambiado para bien y para mal. Recuerdo con orgullo haber vivido una época muy inocente, donde todos aprendíamos y nos equivocábamos. Veías lo que hacía SEGA con el 32X o el Mega-CD y era de locos, parecía que el segundo lo habían anunciado sin haberlo desarrollado", recuerda Sanz.

Un testimonio de cómo ha cambiado la industria lo aporta Bruno Sol. En la actualidad, lo más común es que el encargado de analizar un juego reciba una copia física, un código o una versión para jugar en una versión especial de una consola (las llamadas máquinas 'debug'). En aquellos primeros años, el método era mucho más rudimentario.

"SEGA nos mandaba unos chips que se podían grabar y regrabar. Nos mandaban unos tubos de plástico y nosotros montábamos las placas que nos daban". En esas placas se ponían unas memorias que eran los juegos que tenían prevista su salida al mercado en cuestión de semanas o meses. "Eran unas placas que tenían seis interruptores, funcionaban en binario. Y para jugar a un juego tenías que activar la secuencia correcta de interruptores. Subías uno y bajabas el resto, no va. Subías dos y bajabas los otros. Tampoco. Y así hasta que arrancaba".

"Todos éramos muy jóvenes, a excepción del director, Amalio, que no llegaría a los treinta. Yo entré con 19 años, Marcos tenía 22, José Luis 22 o 23 y Juan Carlos un par de años más, 25 o 26". La frase es de Bruno Sol, periodista de videojuegos en España de dilatada experiencia, actualmente coordinador de contenidos de Retro Gamer y colaborador en Hobby Industria, y uno de los miembros iniciales de una revista que nació en el momento justo para convertirse en el referente de la prensa española de videojuegos, Hobby Consolas. 'La Hobby', como se la conocía y se le conoce todavía hoy, está de aniversario: cumple un cuarto de siglo.

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