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Cómo ganar cuatro millones al año jugando (mal) a los videojuegos
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EL YOUTUBER SUECO 'PEWDIEPIE' ES UN REFERENTE

Cómo ganar cuatro millones al año jugando (mal) a los videojuegos

Los 'youtubers' son como los restaurantes: nunca sabes cuándo va a funcionar uno, aunque su carta no sea destacable. Este es el caso del sueco PewDiePie

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Una carrera de prestigio, una novia formal y no dar mucho que hablar. Los padres parece que lo tenemos claro en lo que respecta al devenir de nuestros hijos, pero en esta vida uno no tiene muy claro por dónde le vienen los tiros y si alguien afirmara a los progenitores de Félix Kjellberg que aquel zángano se haría millonario algún día a fuerza de hacer caso omiso de las broncas de su madre, no lo creerían fácilmente.

¿Queréis carrera? Pues carrera. Nuestro protagonista cursó a la fuerza los estudios universitarios que tanto ansiaban sus padres, pero las horas en clase de la facultad ubicada en la ciudad de Gotemburgo pasaban pesadamente para nuestro haragán particular que soportaba como podía el tono monocorde de los diferentes profesores que hablaban de temas tan inteligibles como sombríos para el joven sueco. Menos mal que al terminar la jornada se encerraba en su cuarto y ahí sí, daba rienda a su talento, consistente en… jugar a videojuegos.

Menudo panorama, estará pensando, pero en esta loca sociedad tocada por la mano de la worldwide web no se sabe a ciencia cierta cómo terminan las trayectorias, y la de nuestro Félix, convirtiéndole de oro.

El joven sueco tiró la toalla. No aguantaba un día más aquella tortura de escuchar a profesores hablar de temas que no le interesaban en un entorno que no le atraía en absoluto, tal y como explica en TheWall Street Journal en una de las escasísimas entrevistas concedidas a los medios. Disgusto tremendo en casa ¿qué será del chico? Aquella bala perdida comenzó a vender perritos calientes en la calle al tiempo que comenzó a forjar lo que sería más adelante su dorado futuro. Creó un canal de YouTube en el que comentaba los diferentes juegos que iba probando.

Y los comienzos fueron duros. Reconoce que par ganar el número de páginas vistas, tecleaba una y otra vez F5 con la idea de recargar el navegador y así aparentar ser un canal con más visitas de las que realmente tenía. En circunstancias normales, aquí terminaría la carrera de este frustrado estudiante, como tantos otros que han tratado de hacerse un hueco en la red con lo que ellos creían que era su mejor talento, pero el de Gotemburgo no era uno más en la red y su talento despuntó, aunque tardó lo suyo. El canal de YouTube lo creó en 2009 y no fue hasta 2012 cuando realmente comenzó a despuntar alcanzando el millón de suscriptores y con ellos el dinero, el inesperado dinero. Pero aquello no había hecho sino comenzar y en apenas dos meses duplicó el número de seguidores hasta amasar ahora mismo la friolera de casi 28 millones de suscriptores que le reportan cerca de 4 millones de dólares al año y sin despeinarse.

¿Qué tiene de especial? En realidad a Félix nadie le conoce así en la red, sino como PewDiePie, “pew” del sonido de un disparo láser, “die” de morir y “pie” de tarta, pero en realidad reconoce que esto último lo añadió "porque sonaba bien”. Así, un niño grande haciendo lo que le gusta y amasando una creciente fortuna mediante la publicidad de YouTube, pero convirtiéndose además de un influyente prescriptor de juegos, un caramelo para los desarrolladores y las firmas que les pagan.

Un jugador influyente

Se cuenta que con su demoledora crítica de Flappy Bird, fue uno de los artífices de la explosión en descargas de este atípico juego. Lo que dice Pew en materia de juegos va a misa, y que nadie se espere una crítica depurada de los gráficos y la jugabilidad del título, o de comentarios sobre los cores que necesita el ordenador para mover convenientemente un juego… No. Nuestro Pew triunfa porque combina sabiamente la naturalidad con el sentido del humor. Del “esto es una puta mierda” al “¿qué se supone que tiene que pasar ahora?” entre carcajadas, Félix disfruta comentando a su manera desgarradora los títulos. Sus peculiares análisis los efectúa con dos cámaras: una registrando la pantalla mientras juega, y una segunda, la realmente divertida, enfocando su rostro, sus risotadas y gestos exagerados.

Este rubio que aunque cueste creerlo se define como tímido, se ha trasladado con su novia al Reino Unido y se muestra azorado por el éxito mediático y el revuelo al que le han llevado sus millones de seguidores. Está en el ojo del huracán y ahora le llueven las propuestas. Una de ellas pasa por montar un estudio en condiciones con un cámara y asistente que grabe un vídeo con aspecto más profesional, pero esto sería acabar con la gallina de los huevos de oro, según entiende nuestro protagonista: “quiero que YouTube siga siendo YouTube” explica y no anda descaminado. Su éxito parte de la naturalidad y esa mezcla entre acidez y gracia con la que destripa sin piedad los títulos.

Su fuerte personalidad le ha hecho granjearse no pocas críticas y canales “anti Pew”, que el sueco observa con indiferencia. Nos asomamos a Twitter para ver cómo respiraante el éxito de haber salido en uno de los medios más influyentes y se queja amargamente ante sus seguidores: “Nadie ha mencionado el millón de dólares que he recaudado para la beneficencia”. Y lo ha hecho. Otro mensaje nos dibuja la personalidad de este genio que no tenemos claro que lo sea por accidente: “He comido pizza. Ya no puedo cenar pizza”. Lo dicho: un niño grande.

Una carrera de prestigio, una novia formal y no dar mucho que hablar. Los padres parece que lo tenemos claro en lo que respecta al devenir de nuestros hijos, pero en esta vida uno no tiene muy claro por dónde le vienen los tiros y si alguien afirmara a los progenitores de Félix Kjellberg que aquel zángano se haría millonario algún día a fuerza de hacer caso omiso de las broncas de su madre, no lo creerían fácilmente.

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