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Así son los ‘aliados’ de Obama en Siria: yihadistas financiados por Arabia Saudí
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LA HISTORIA DEL EJÉRCITO DE LOS REBELDES

Así son los ‘aliados’ de Obama en Siria: yihadistas financiados por Arabia Saudí

Poco queda ya del sueño de un grupo de oficiales desertores que iban a liberar a Siria del yugo de Al Asad para instaurar una verdadera democracia

Foto: Mujeres integrantes de la milicia Sawt al-Haq posan durante un entrenamiento en Alepo. (Reuters).
Mujeres integrantes de la milicia Sawt al-Haq posan durante un entrenamiento en Alepo. (Reuters).

Una cazadora de cuero oculta su uniforme de camuflaje. El cansancio ha ahondado sus ojeras, y su barba desaliñada parece encubrir que el teniente coronel Abu Ahmad fue uno de los primeros mandos de los rebeldes sirios. Había sido oficial de artillería en el Ejército de Bachar al Asad hasta que se atrevió a criticar las reformas políticas emprendidas por el líder. Cometió la osadía de denunciar que eran humo, que sólo existían sobre el papel, lo que le valió un arresto y tres meses de cárcel. Seis meses después fue expulsado del Ejército junto a otros 26 oficiales suníes.

placeholder El teniente coronel del Ejército Libre de Siria, Abu Ahmad (E. Bonet)

Su vida cambió cuando el teniente coronel Husein Harmush, capturado y ejecutado por el régimen de Al Asad en enero de 2012, desertó y se refugió en Turquía un año antes de su muerte. “Yo y otro doce oficiales nos unimos a él y comenzamos a organizar el primer Movimiento de Oficiales Libres. Dos meses después, Riad Asad (jefe del Consejo Militar Supremo), anunció la creación del Ejército Libre de Siria (ELS) y decidimos formar parte del mismo, porque era mejor ser un grupo fuerte y unido que crear varios grupos de oposición”, cuenta Ahmad a El Confidencial. Como teniente coronel de los rebeldes, se enfrenta ahora a una tarea titánica: dirige el frente de Salma, la única localidad suní bajo control rebelde, ubicada en la costera provincia de Latakia, la cuna de la familia Al Asad.

Poco queda ya de aquel sueño, el de un grupo de oficiales desertores que iban a liberar a Siria del yugo del tirano para instaurar una verdadera democracia en el país. A decir verdad, el Ejército Libre de Siria (ELS) es una mezcolanza de grupos mal organizados que sólo tienen en común el pertenecer a la secta suní. Entre sus combatientes no hay ateos ni seculares, todos son musulmanes suníes, cada vez más influenciados por la ideología islamista.

Chechenia, Irak… y ahora Siria

Precisamente, uno de los temores de la comunidad internacional es que la revolución siria termine convirtiéndose en una insurrección islamista. Y lo cierto es que la insurgencia armada que lucha contra Bachar al Asad desde mediados del año 2011 es, únicamente, árabe suní. En el interior de Siria, los rebeldes se han organizado en una división sectaria. “Queremos construir un país hermoso, una democracia para la sociedad civil sin dejar de lado a ningún grupo religioso”, asegura a El Confidencial Abu Musafar al Suri, de la brigada Guraba Al Sham de Alepo, ante la mirada incrédula de esta periodista.

Este antiguo muyahidín, que antes luchó en Chechenia e Irak, nos enseña un video de la creación de su brigada en el que los rebeldes gritan “¡Alá es el más grande!”, sujetando una bandera negra en la que está inscrita la Shahada (“No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta”). Entonces, Al Suri se justifica: “Somos musulmanes, pero somos todos hermanos. No tenemos problemas con los cristianos u otras religiones”.

placeholder Combatientes del frente al nusra limpian sus armas en alepo (reuters)

Financiación saudí para los más extremistas

Los combatientes se sienten naturalmente atraídos por la religión como una herramienta para hacer frente a las tensiones de la guerra. Además, la financiación extranjera es también un factor importante, ya que la mayoría de los principales donantes, -incluidas las redes salafistas, expatriados sirios, y los Gobiernos de Turquía, Qatar y Arabia Saudí-, favorecen a los rebeldes islamistassobre los grupos más moderados.

El factor religioso ha contribuido a fomentar el incremento de grupos extremistas y yihadistas en las filas del ELS. “La ideología del Frente al Nusra es islámica y, al final del día, todos somos musulmanes”, asegura a este diario Abu Ahmad, un miliciano de Idlib. El Frente al Nusra, incluido en diciembre de 2012 en la lista de grupos terroristas de Estados Unidos, se ha ganado la confianza de muchos sirios porque son los que vigilan para que no haya robos ni violencia callejera en las localidades que están bajo su control. Pero el problema es que esta organización, que ha jurado lealtad a Al Qaeda, actúa por cuenta propia y no es una facción del Ejército Libre.

Un Estado islámico al noroeste del país

Este frente islámico se ha hecho con el control de la región de Raqqa, al noreste de Siria, y ha creado un “Estado Islámico”. También controla parte del norte del país, en las provincias de Alepo, Idlid, y Jabal Zawiya. Lo mismo ocurre con el Frente de Liberación de Siria (FLS), que agrupa a una veintena de grupos salafistas y es considerado el movimiento armado opositor más numeroso de Siria, con 20.000 combatientes. Aunque dicen que están bajo el paraguas del ELS, la mayoría de sus miembros se consideran ajenos al ejército rebelde y les deben lealtad a sus propios líderes. El FSL se manifiesta abiertamente islamista y considera que la sharia (la ley islámica) es el punto de referencia para este frente.

Los Hermanos Musulmanes, el grupo islamista más antiguo de Siria, que son mayoría en la Coalición Nacional Siria (órgano político en el exilio), también tiene su milicia armada dentro del país: la Comisión de Protección Civil (CPC). Aunque el grupo armado niega cualquier relación con la Hermandad Musulmana, es una fachada de la organización islamista. El CPC cuenta con 18 facciones afiliadas, distribuidas entre Homs, Damasco, Idlib y otros lugares. Los rebeldes reconocen que no hay colaboración ni coordinación entre las diferentes katibas (milicias) y los grupos de corte islamista apenas tienen relación con estos.

placeholder Milicianos rebeldes que combaten en la provincia de Idlid, dominada por los grupos islamistas (E. Bonet).

Un ejemplo claro fue el ataque a principios de año contra el aeropuerto militar de Taftanas, en la provincia de Idlid, que fue ejecutado por tres milicias islamistas (el Frente de Liberación de Siria (FLS), Ahrar al Sham, y el Frente al Nusra) sin la participación de los rebeldes del ELS. Los combatientes del Ejército Libre de Siria cuentan ahora con más armas, gracias a los asaltos a instalaciones militares, pero “el control de Idlib está prácticamente bajo la influencia de los grupos islamistas. Han ganado mucho terreno”, asegura un activista de Taftanas, de nombre Ibrahim, a El Confidencial.

Al Qaeda se extiende por todo el norte

Sin el control de las fronteras del norte y oeste, el flujo de combatientes yihadistas desde Irak es mayor. “Como musulmanes aceptamos a todos los hermanos musulmanes que vengan a ayudarnos, pero deberán marcharse cuando termine la revolución. No aceptaremos que se queden. Si no se marchan lucharemos contra ellos, al igual que luchamos para derrocar al régimen. Nosotros no queremos a los extremistas, no queremos que Siria sea un nuevo Irak”, asegura Mostafa Geiz Mohamad, un combatiente salafista de Alepo, en referencia al Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL).

Este grupo radical, aliado a Al Qaeda en Irak (AQI), “está tratando de explotar la impopularidad del régimen alauí entre los sunitas sirios como una manera de hacerse un hueco en Siria”, asegura el analista libanés Paul Salem. Y no se equivoca, porque esta filial de Al Qaeda ha extendido sus tentáculos por todo el norte de Siria y es una amenaza para la existencia del propio Ejercito Libre de Siria. Con el asesinato de Kamal al Hamami, del Consejo Supremo del ELS en Latakia, a principios de julio pasado, dejó muy claras sus intenciones.

Una cazadora de cuero oculta su uniforme de camuflaje. El cansancio ha ahondado sus ojeras, y su barba desaliñada parece encubrir que el teniente coronel Abu Ahmad fue uno de los primeros mandos de los rebeldes sirios. Había sido oficial de artillería en el Ejército de Bachar al Asad hasta que se atrevió a criticar las reformas políticas emprendidas por el líder. Cometió la osadía de denunciar que eran humo, que sólo existían sobre el papel, lo que le valió un arresto y tres meses de cárcel. Seis meses después fue expulsado del Ejército junto a otros 26 oficiales suníes.

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