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Adel al Jayat, el ‘terrorista’ que gobierna la tumba de Tutankamon
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UN MIEMBRO DE UN GRUPO RADICAL ISLAMISTA, NUEVO DIRIGENTE DE LUXOR

Adel al Jayat, el ‘terrorista’ que gobierna la tumba de Tutankamon

Sólo un cuidado bigote altera el rostro bien afeitado del que, a juzgar por su aspecto, podría ser un gobernador de los de antaño, cuando todas

Foto: Adel al Jayat, el ‘terrorista’ que gobierna la tumba de Tutankamon
Adel al Jayat, el ‘terrorista’ que gobierna la tumba de Tutankamon

Sólo un cuidado bigote altera el rostro bien afeitado del que, a juzgar por su aspecto, podría ser un gobernador de los de antaño, cuando todas las administraciones regionales estaban dirigidas por altos mandos militares. Pero ni la ausencia de una tupida barba ni su inmaculada presencia han logrado ocultar el pasado del flamante mandatario de Luxor como dirigente de una organización islamista radical que sembró el terror en Egipto durante décadas.

El currículum de Adel Asaad al Jayat presenta tantas sombras como el de la Gamá Islamiya. Al ingeniero civil de 62 años se le atribuye en su juventud haber sido fundador del movimiento integrista en una de las provincias del Alto Egipto. En 1979 se presentó como candidato de este grupo al sindicato de estudiantes, desde donde los islamistas comenzaban a acosar al entonces presidente Anuar el Sadat.

La Gamá Islamiya había surgido en la década de los setenta como respuesta al rechazo a la violencia de los Hermanos Musulmanes. Su germen nació en las universidades, aunque su radio de acción pronto se amplió a los campos de entrenamiento, en los que se inculcaba a sus militantes la doctrina de la guerra santa.

Pocos años después se cobraron su primera gran pieza, cuando en 1981 un grupo de militares supuestamente vinculados al grupo asesinaron a tiros a Sadat. Varios de sus miembros fueron acusados de perpetrar el magnicidio y la práctica totalidad del movimiento dio a parar con sus huesos en la cárcel. Entre ellos, el ahora gobernador de Luxor, que pasó un año en prisión, aparentemente sin cargos.

Al Jayat hizo carrera como tesorero del sindicato de ingenieros en la misma ciudad donde comenzó su vida política. Pero mientras, la organización a la que no dejó de pertenecer consiguió reestructurarse y continuar su actividad de una forma mucho más sanguinaria. Durante la década de los noventa, inició una campaña de terror contra los “infieles” que se saldó con unas 1.300 víctimas mortales.

Políticos, artistas o intelectuales fueron blanco de sus ataques. Aunque el principal objetivo era el propio Hosni Mubarak, que acuciado por los problemas económicos, había iniciado una colosal campaña liberalizadora con el turismo como principal reclamo. Así, en 1997, la Gamá Islamiya marcó su punto de inflexión. El 17 de noviembre de aquel año, seis hombres armados con fusiles de asalto irrumpieron a los pies del templo de Hathsepsut en Luxor, acabando con la vida de 58 turistas extranjeros y cuatro ciudadanos egipcios.

De terroristas a políticos conservadores

Seis años después de aquel atentado, la Gamá Islamiya renunció oficialmente a las armas. Y meses después de la revolución que acabó con Hosni Mubarak, el grupo se reinventó dando origen al partido Construcción y Desarrollo, que participó en las primeras elecciones parlamentarias tras la caída del régimen.

Ahora sus líderes niegan la mayor y culpan a jóvenes disidentes de los atentados durante los años de plomo. Ante la polémica surgida por la designación del dictador, el partido emitió un comunicado en el que desmienten la implicación del grupo en la matanza de Luxor y aseguran que Al Jayat ni ha ocupado puestos de responsabilidad en el movimiento ni “ha pasado un solo día en prisión”.

“Luxor está abierto a los turistas que vengan de todo el mundo. Ellos son mi principal preocupación y serán protegidos por el Estado, que es responsable de la seguridad”, aseguró el propio gobernador a la agencia Reuters. El dirigente del ex grupo terrorista no sólo es ahora el encargado de velar por la integridad de los visitantes, sino que tiene encomendada la tarea de proteger el inmenso patrimonio de la antigua Tebas, refugio aún de la mayoría de los misterios de la antigua civilización egipcia.

El movimiento integrista al que pertenece califica a las divinidades faraónicas como “falsos ídolos”, aunque el político valorara en la misma entrevista que Luxor está repleta de “grandes monumentos”. El partido de los Hermanos Musulmanes ha salido al paso de las críticas, al considerar a Al Jayat como un “hombre cualificado” para ejercer el cargo. 

Ante la oleada de críticas que han dejado aislado al presidente Mohamed Morsi tanto desde el sector liberal, como por parte de los salafistas –los islamistas más conservadores que en las elecciones parlamentarias se convirtieron en segunda fuerza política-, la Gamá Islamiya se ha convertido en uno de los firmes y escasos aliados para el Gobierno. Ideológicamente cercanos y demasiado pequeños para constituir una amenaza, el mandatario islamista ha preferido premiar a uno de los pocos grupos que se han mantenido a su lado, antes que ahorrarse una nueva crisis.

Un terremoto para el turismo

Pocas horas después de conocerse el nombramiento, el ministro de Turismo, Hisham Zazou, presentó su dimisión, que sin embargo, fue rechazada por el primer ministro. Según Zazou, la decisión tendrá graves consecuencias para el turismo. Una postura a la que se unen las principales patronales de este sector. La Federación del Turismo Egipcio considera que “causará la muerte del turismo”, mientras que otras asociaciones han pedido que se revoque la designación.

Durante toda la semana varias decenas de personas se han congregado frente a la oficina del nuevo gobernador para impedirle la entrada a un edificio en el que una pintada da la bienvenida al “terrorista”. “No conozco sus aptitudes, pero no es la decisión más inteligente ni para todos los habitantes de Luxor que se dedican al turismo ni para la imagen internacional de nuestro país”, señala por teléfono el mandatario saliente, Ezzat Saad

Según las estadísticas oficiales, el turismo representa cerca del 13% de la economía local; da de comer de forma directa o indirecta a uno de cada cinco egipcios; y representa una importante fuente de ingresos de divisa extranjera, necesaria para asumir los compromisos de pago con el exterior. Hace sólo unos días que el titular del ramo presentaba los datos correspondientes al primer trimestre, en el que se apreciaba un incremento del 14% con respecto al nefasto ejercicio anterior. El ministro se mostraba esperanzado por recuperar las cifras anteriores a la revolución, pero la última decisión política le ha hecho tirar la toalla.

El nombramiento de Adel al Jayat fue sólo una pieza más de la profunda remodelación regional que Morsi acometió esta semana. El presidente completó la total renovación del poder descentralizado con la designación de otros siete miembros de los Hermanos Musulmanes, que controlan ya once de las 27 provincias. Los enfrentamientos entre seguidores y detractores de los islamistas ya han comenzado en varias de esas zonas. A poco más de una semana de las movilizaciones masivas a las que aspira la oposición, que pide la convocatoria de elecciones anticipadas, y que volverán a agitar la convulsa transición egipcia.

Sólo un cuidado bigote altera el rostro bien afeitado del que, a juzgar por su aspecto, podría ser un gobernador de los de antaño, cuando todas las administraciones regionales estaban dirigidas por altos mandos militares. Pero ni la ausencia de una tupida barba ni su inmaculada presencia han logrado ocultar el pasado del flamante mandatario de Luxor como dirigente de una organización islamista radical que sembró el terror en Egipto durante décadas.