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La vida en la Curia romana
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EL APARATO ADMINISTRATIVO DEL PAPA

La vida en la Curia romana

La Curia romana es el aparato administrativo de la Santa Sede. Es decir, el conjunto de órganos que coordina y administra la organización necesaria para que

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La vida en la Curia romana

La Curia romana es el aparato administrativo de la Santa Sede. Es decir, el conjunto de órganos que coordina y administra la organización necesaria para que todo funcione. Son la corte del Papa, los hombres que le asisten en sus funciones y con los que despacha a diario los asuntos más importantes de la Iglesia católica.

Las más de 4.000 personas que trabajan en la Curia (un tercio son laicas y dos tercios sacerdotes) conforman una organización propia de una multinacional. “La cifra, que puede parecer excesiva para algunos, debe ser valorada en función de su eficacia”, señala Rafael Palomino, catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado en la Complutense.  

Ahora, la sala de máquinas de la Santa Sede está en stand-by. Aunque las reuniones, los despachos y seminarios no han cesado, desde el anuncio de la renuncia de Benedicto XVI todo se hace con la vista puesta en el próximo cónclave. Algo se mueve estos días en las tripas del Vaticano. Se respira una calma tensa.

Familias de poder

Las luchas de poder en las altas esferas de la Iglesia son un secreto a voces. “Hay tensiones como en toda organización: no es una casa habitada por querubines y serafines, sino por personas, con muchas virtudes y también, como es natural, con defectos”, afirma Palomino. 

La ambición es uno de los defectos que Ernesto Juliá Díaz, sacerdote capellán del IESE, desterraría dentro de la Curia. “Los que allí trabajan son hombres de fe, que deben ser conscientes de que no están al lado del Santo Padre para subir los peldaños de una escalada personal, sino para servir a la Iglesia”.

Pero la realidad es que en los últimos años la Curia se ha dividido en dos grandes familias de poder: Los Diplomáticos y Los Bertonianos. El primer grupo está formado por los cardenales que proceden de la carrera diplomática y son los que manejaron la Curia durante el pontificado de Juan Pablo II. “En esos años la Santa Sede celebró un número considerable de Acuerdos internacionales con muchos países del mundo (incluso no católicos y no cristianos), lo que explica el predominio de Los Diplomáticos”, analiza Rafael Palomino.

Los segundos, Los Bertonianos, están comandados por Tarcisio Bertone, Secretario de Estado del Vaticano y el hombre que se hará cargo de la Santa Sede desde la renuncia oficial de Benedicto XVI y hasta que se elija un nuevo Papa. En torno a la figura del que ha sido la mano derecha del todavía Pontífice se agrupan los cardenales europeos, que esperan que los próximos cambios no les prive de su actual status.

Políglotas, de gran capacidad intelectual y con edad de jubilación

A juicio del sacerdote Ernesto Juliá, más allá de la existencia de algunas disputas y ovejas descarriadas, el organismo administrativo de la Santa Sede está formado por “buenos cristianos, de mente abierta y gran capacidad intelectual”.

“El actual pontificado ha trabajado intensamente para acabar con temas tan graves como la pederastia. El Papa, apoyado en la Curia, ha pedido perdón y condenado esta práctica. No se han arrugado”, aplaude Juliá.

El capellán destaca también la “internacionalización que ha sufrido en los últimos años la corte del Vaticano”, donde la nacionalidad de sus miembros cada vez es más dispar. Esta pluralidad hace que lingüísticamente la Curia también se haya enriquecido: “El italiano es la lengua oficial, pero se habla inglés, francés y alemán, también”, cuenta Juliá.

Sus miembros, que acceden a la Curia no antes de los 40 años y terminan su carrera con 75, organizan sus vidas alrededor de la Santa Sede. “Es una minoría la que vive en el Vaticano, los cardenales y pocos más. No es un mundo de lujo”, apunta Juliá.

Un mundo de hombres

No es un mundo de lujo, pero sí un mundo de hombres donde las mujeres son mayoría. Esto es reflejo del conjunto de la Iglesia católica, que se compone en un 61% de mujeres, organizadas en distintas órdenes religiosas, frente a un 39% de hombres, entre sacerdotes, obispos, religiosos y diáconos. 

Pese a esta proporción, la toma de decisiones y la visibilidad de la institución  están reservadas casi en exclusiva a los hombres. Un punto que reconoce Juliá, quien, no obstante, destaca el crecimiento del peso de la mujer: “Aunque no intervienen todavía en cuestiones sacramentales, sí que son decisivas en aspecto económicos o de comunicación”.

Esta mayoría silenciada es fruto de una tradición histórica, por la que la mujer ha estado en un segundo plano. “Una estructura como la eclesiástica, muy jerarquizada, es más lenta a la hora de asimilar los cambios, le cuesta más moverse”, explica Vicenta Font, expresidenta de Justicia y Paz.

En este escenario Nicoletta Vittoria Spezzati, nombrada por Benedicto XVI subsecretaria de la Congregación para los Institutos de la Vida Consagrada -se ocupa de los asuntos internos de las órdenes religiosas- y su antecesora, Enrica Rosanna, son de las pocas excepciones que confirman la regla. Ninguna otra mujer había alcanzado antes un cargo ejecutivo de relevancia.

“Cuando la mujer está en puestos de poder y tiene capacidad de decisión crea grupos de trabajo más horizontales, con menor corrupción y una mayor capacidad para anteponer los intereses colectivos a los individuales”, apunta Font. De momento, tendrán que pasar muchos años para que la Curia se mueva al ritmo que marque una mujer.

La Curia romana es el aparato administrativo de la Santa Sede. Es decir, el conjunto de órganos que coordina y administra la organización necesaria para que todo funcione. Son la corte del Papa, los hombres que le asisten en sus funciones y con los que despacha a diario los asuntos más importantes de la Iglesia católica.