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La tragedia siria, contada por los niños
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DOS TERCIOS DE LOS REFUGIADOS DEL CAMPO JORDANO DE ZATARI SON MENORES

La tragedia siria, contada por los niños

Hasan desprende cierta candidez en su mirada y el nerviosismo de un chiquillo de 14 años. Cuenta que la primera vez que escuchó a hablar de

Foto: La tragedia siria, contada por los niños
La tragedia siria, contada por los niños

Hasan desprende cierta candidez en su mirada y el nerviosismo de un chiquillo de 14 años. Cuenta que la primera vez que escuchó a hablar de un bombardeo fue en un entierro: el de su tío y su primo. Poco antes había encontrado esparcidos por el suelo de su aldea decenas de cuerpos muertos y heridos. “Dos días después de la masacre, los perros se comían los restos de los fallecidos. Me quedé devastado, odié mi vida, me odié a mí mismo”, relata en un vídeo.

Sus palabras, sin embargo, son las de un adulto que ha visto de cerca el horror. Save the Children ha recogido el testimonio de éste y otra veintena de muchachos que huyeron de Siria espantados por la tragedia. “Conocí a un chico de seis años que se llamaba Ala. Él nunca comprendió lo que estaba pasando. Creo que lo torturaron más que a ningún otro de los que nos encontrábamos en la habitación. Nunca le dieron agua o comida y lE golpeaban regularmente. Sólo sobrevivió tres días y después, simplemente murió”, recuerda Wael, de 16 años, que compartió celda con varios niños.

A Jalid también lo arrestaron en su propio colegio y a Musa lo detuvieron mientras asesinaban a su hermano. Mohamed, de 17 años, sufre graves quemaduras en su rostro y en la mayor parte de su cuerpo. Todos ellos han visto muertos a su alrededor, muchos han perdido a sus familias y la mayoría sufren trastornos psicológicos. Ahora viven en medio del desierto, junto a otras 31.000 personas, en el campamento de refugiados jordano de Zatari.

Más de dos tercios de los habitantes de este refugio son niños. Algunos han llegado con sus familias y otros completamente solos, según Unicef, que asegura que son ellos quienes están pagando el precio más alto de la guerra siria. Muchos de ellos llegaron  con lo puesto y después de 18 meses de conflicto las organizaciones humanitarias se preparan para que el aluvión de refugiados continúe durante el invierno.

Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) cerca de 300.000 personas han tenido que abandonar sus casas y se prevé que para finales de este año, la cifra alcance los 700.000. La mayoría de ellos se concentran, como estos niños, en Jordania, aunque también decenas de miles han llegado a Turquía, Líbano e Irak. En casos como el iraquí, donde el Gobierno ha apoyado tácitamente al régimen sirio, ni siquiera son bien recibidos.

El incremento de la violencia ha provocado que el número de exiliados aumente de forma dramática. De acuerdo con los datos de la agencia de las Naciones Unidas, entre 2.000 y 3.000 huyen cada día de Siria. De mantenerse estas cifras, la organización estima que la comunidad internacional debería donar unos 380 millones de euros, de los que sólo han llegado hasta el momento 110, para poder mantener a estas personas

Infancias rotas

En el centro de Zatari, Save the Children, Unicef y otras organizaciones han habilitado zonas de recreo para los niños, donde los juegos y la convivencia con otros chavales se convierten en terapia. Algunos de sus dibujos ilustran los horrores de la guerra. “¿Por qué no quiero jugar?”, pregunta la pequeña Nur, de 9 años, que quedó traumatizada después de dejar atrás los “tanques, bombardeos, misiles y todas las armas que se puedan imaginar”. “Porque no voy a volver a ser joven nunca más. Me despierto, voy al baño, me ducho y vuelvo a dormir”, eso es todo.

Sobra el tiempo, pero falta dinero y organización para continuar con el colegio. La falta de educación no sólo es un problema por sí mismo, sino que priva a los niños del sentido de la ocupación y la rutina que necesitan en situaciones como éstas, señala Unicef. Algunos de los habitantes del poblado, como Ali, de 12 años, aguardan impaciente para poder volver a Siria y regresar así a la escuela.

Aunque la situación en su país, donde los rebeldes calculan que han muerto unas 27.000 personas, está lejos de solucionarse. Los combates prosiguen en Alepo y esta semana han regresado a Damasco. Y mientras, en las localidades más al norte controladas por los rebeldes continúan las barbaries. Así lo atestigua Amnistía Internacional, que señala en su último informe que la población civil, en especial mujeres y niños, sufre cada vez más las masacres, especialmente en esta parte del territorio.

“Los niños en Siria necesitan ayuda”. “Si solamente hubiera un uno por ciento de humanidad en el mundo, esto no estaría pasando”. No son palabras del enviado especial de las Naciones Unidas para Siria, ni de los miembros del cuarteto de países musulmanes que negocian infructuosamente sin conseguir ningún avance. Es el llamamiento desesperado de los chicos del campamento de Zitari, que reclaman con madurez una solución para poder recuperar su infancia.

Hasan desprende cierta candidez en su mirada y el nerviosismo de un chiquillo de 14 años. Cuenta que la primera vez que escuchó a hablar de un bombardeo fue en un entierro: el de su tío y su primo. Poco antes había encontrado esparcidos por el suelo de su aldea decenas de cuerpos muertos y heridos. “Dos días después de la masacre, los perros se comían los restos de los fallecidos. Me quedé devastado, odié mi vida, me odié a mí mismo”, relata en un vídeo.