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La lucha por el islamismo catódico
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PREDICADORES SALAFISTAS AMPLIFICAN SUS IDEAS A TRAVÉS DE LA TELEVISIÓN

La lucha por el islamismo catódico

Una cohorte de líderes musulmanes ocupa a diario las franjas de máxima audiencia en la televisión egipcia Al Umah (la comunidad). “Nuestra misión es extender el

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La lucha por el islamismo catódico

Una cohorte de líderes musulmanes ocupa a diario las franjas de máxima audiencia en la televisión egipcia Al Umah (la comunidad). “Nuestra misión es extender el mensaje de amor, paz, armonía y respeto para unir a toda la humanidad”, anuncia en su página web este canal, propiedad de un clérigo salafista, que será juzgado este domingo por quemar en público una versión en inglés de la Biblia.

Ocurrió el primer día de las protestas contra la embajada estadounidense en El Cairo. Mientras decenas de personas trataban de encaramarse a los muros de la sede consular, Ahmed Mohamed Abdulah, más conocido como Abu Islam, encendía aún más los ánimos, después de haber mostrado en su televisión fragmentos del polémico vídeo La inocencia de los Musulmanes.

Su hijo, el director del medio, Abu Yusef, que también se sentará en el banquillo, explicaba hace semanas a El Confidencial cómo desde las ondas tratan de “luchar contra la acción satánica que han desarrollado durante años los distintos Gobiernos y los medios de comunicación para discriminar al islam” de la sociedad egipcia. Mientras la televisión pública prohibía a las mujeres aparecer en pantalla con el velo islámico e intentaba proyectar una imagen occidental, decenas de canales privados respondían con una férrea defensa de unos valores religiosos fuertemente implantados.

La última réplica de Al Umah ha sido dedicar un espacio de su programación a un canal en el que sólo trabajan mujeres vestidas con niqab, la prenda que cubre todo el cuerpo salvo los ojos. “En Europa y Estados Unidos pedís a las mujeres que salgan de casa para trabajar, eso es vuestro problema. Un Gobierno islámico está obligado a suministrar una casa, salario y dignidad a nuestras señoras”, opina Abu Yusef. E insiste en que “la gente necesita que le den la oportunidad” de elegir el desarrollo de la ley islámica, como defienden desde su medio.

Estas son las ideas que se filtran en cadenas que emiten informativos, entretenimiento, debates políticos o sociales, siempre bajo una interpretación estricta de los valores del islam. Los clérigos difunden códigos morales alejados de las costumbres de Occidente, a los que añaden ciertas dosis de antisemitismo. El salafismo es una rama del islam que aboga por recuperar una sociedad “pura” basada en los tiempos del profeta Mahoma, en la que no cabe la influencia occidental.

Las escuelas contemporáneas de esta tendencia del islam surgen un par de siglos atrás, pero no consiguen alcanzar mayor repercusión hasta hace varias décadas, gracias a la influencia del utltraconservador movimiento wahabista en Arabia Saudí. Hasta la fecha, el salafismo ha sido impulsado desde centros religiosos y mezquitas, desde donde buscaba más modificar los hábitos de la sociedad que influir en política. Sin embargo, la irrupción de las cadenas de televisión por satélite ha ampliado las redes de estos grupos.

La eclosión de las televisiones salafistas

Ante la proliferación de parabólicas que coronan desde los edificios más señoriales hasta los destartalados chamizos, el Gobierno egipcio aprobó una ley que permitía emitir a este tipo de cadenas. Las televisiones de las adineradas monarquías del Golfo ya se habían colado en las casas egipcias, transmitiendo esas ideas conservadoras que también traían cientos de miles de egipcios que volvía de estos países a los que emigraban buscando El Dorado en los pozos de petróleo.

Decenas de canales, la mayoría con un bajo presupuesto, comenzaron entonces a poblar la emisión por satélite. Un plató austero y la presencia de un predicador servían para convertir la televisión en un gran púlpito con una audiencia potencial de millones de personas. Todavía hoy algunas señales se limitan a emitir una imagen fija con motivos religiosos, mientras una voz recita versos del Corán.

Aunque no lo reconozcan de forma oficial, la mayoría de estas televisiones reciben financiación saudí. Como es el caso de Al Nas (la gente), otra de las emisoras egipcias que difundió el famoso vídeo blasfemo, mientras instigaba a sus fieles a manifestarse contra el sacrilegio. “Desde Al Nas no se busca el proselitismo, emitimos para todos los públicos”, reconoce Ahmed Wagdi, uno de los periodistas que trabajan codo con codo junto a los líderes religiosos.

Por sus pantallas pasan desde hace años algunos de los predicadores más famosos. Como Mohamed Husein Yaqub, un peculiar jeque de barba blanca, que ha llamado desde las ondas a luchar contra los judíos “hasta que no quede ninguno”. O Abu Ishaq, otro de estos clérigos con aspecto mesiánico. Aunque quizá el caso más paradigmático es el de Hazem Salah Abu Ismail, tan popular que se situó entre los favoritos para ganar alcanzar la presidencia del país, de no haber sido por un polémico episodio con el pasaporte de su madre, que sirvió para que las autoridades lo apartaran de la carrera electoral.

Respuesta en el islamismo moderado

La abundancia de estas rígidas ideas sirvió también para abrir un debate entre pensadores de una tendencia más moderada. Clérigos como el respetado Yusef Al Qaradaui, que protagoniza un programa con una audiencia millonaria en Al Jazeera, o Safuat Hegazi, quien fue recibido como un auténtico héroe en la plaza Tahrir durante los últimos días de la revolución, rebajaban el voltaje religioso, pese a que sus mensajes políticos, en los que instan a la implantación de un califato a nivel mundial o aplauden los crímenes del nazismo contra los judíos, son tanto o más radicales como los de sus compatriotas salafistas. Los Hermanos Musulmanes, de una tendencia más pragmática, aprovecharon la influencia de estos líderes y los utilizaron como arma electoral durante las últimas elecciones presidenciales.

El ascenso del salafismo en los últimos años ha estado impulsado por su exposición en los canales de televisión señalan sendos informes de las Naciones Unidas o del prestigioso Centro Brookings en Doha. Sin embargo, otros expertos limitan la influencia mediática para explicar este fenómeno. “Lo que los salafistas dicen en sus canales no es algo nuevo, son unas ideas que ya están asentadas en la sociedad”, asegura Amr Bargisi, director de la Unión Egipcia para la Juventud Liberal, en declaraciones recogidas por el Washington Times.

Multitud de expertos coinciden en que el salafismo fue alimentado en Egipto por las propias dictaduras militares para desgastar a los Hermanos Musulmanes, que alcanzaban una gran popularidad desde la oposición. Con lo que pocos contaban era con que los salafistas decidieran implicarse en política, consiguiendo un cuarto de los escaños en la primeras elecciones parlamentarias en Egipto tras la dictadura. El islamismo moderado se sitúa a la cabeza, pero los salafistas acechan con unos tentáculos alargados. 

Una cohorte de líderes musulmanes ocupa a diario las franjas de máxima audiencia en la televisión egipcia Al Umah (la comunidad). “Nuestra misión es extender el mensaje de amor, paz, armonía y respeto para unir a toda la humanidad”, anuncia en su página web este canal, propiedad de un clérigo salafista, que será juzgado este domingo por quemar en público una versión en inglés de la Biblia.