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“La reconciliación en Libia debe incluir a grupos como Al Qaeda”
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'EL CONFIDENCIAL' ENTREVISTA A MAHMOUD JIBRIL, EXPRIMER MINISTRO LIBIO

“La reconciliación en Libia debe incluir a grupos como Al Qaeda”

Cuando se situó al frente del Consejo Nacional de Transición (CNT) libio cayó sobre sí el pesado lastre de haber servido durante cuatro años al régimen

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“La reconciliación en Libia debe incluir a grupos como Al Qaeda”

Cuando se situó al frente del Consejo Nacional de Transición (CNT) libio cayó sobre sí el pesado lastre de haber servido durante cuatro años al régimen de Gadafi. Mientras buscaba en Europa que Francia o Gran Bretaña reconocieran a la nueva autoridad fue acusado de eludir los combates. Y a su regreso, todas las miradas apuntaron a la cúpula de su organización cuando fue asesinado en Bengasi el general rebelde Abdul Fatah Yunis. El sectarismo y la división siempre han rodeado a Mahmoud Jibril. Y ahora la idea de la reconciliación nacional cobija todos sus pensamientos.

Jibril nació hace 60 años en la localidad libia de Bani Walid, uno de los fortines del coronel Gadafi. Sin embargo, su educación se mantuvo alejada del control absolutista del dictador. En 1975 se graduó en Ciencias Políticas en la Universidad de El Cairo y diez años después completó un máster en la misma materia en Pittsburgh. En marzo de 2011 se convirtió en líder del CNT, lo que le confirió el rango de primer ministro de facto del Gobierno rebelde hasta poco antes de la muerte de Gadafi.

Se le considera un político prooccidental. Por eso sorprende con la naturalidad con la que habla de los grupos más radicales. “La urgencia en Libia es abrir un diálogo nacional en el que todas las fuerzas estén incluidas. No pueden estar excluidos los salafistas, las brigadas de Ansar–Al Sharía, Al Qaeda o los Hermanos Musulmanes. Todos deben estar incluidos”.

“El problema es que hubo gente excluida por el régimen y cuando estás excluido corres el riesgo de transformarte en un extremista”, desgrana su idea, en una entrevista con este medio, junto a El País, Le Fígaro y Financial Times. “Ahora el futuro Gobierno tiene que atender a los intereses de todos, al interés de Libia, entre los que se encuentran también los grupos extremistas”, insiste.

El pasado sábado, el presidente del Consejo General Nacional Libio, Mohamed El Meguerif, dio un ultimátum a las milicias para que dejaran las armas y abandonaran los acuartelamientos en los que se habían hecho fuertes. Éste fue uno de los principales propósitos que nunca pudo cumplir Jibril mientras se mantuvo al frente del CNT.

“La gente ha estado esperando durante meses a que el Gobierno hiciera algo por mejorar la seguridad, pero ha fallado. Ahora, los libios salen a las calles por iniciativa propia para reclamar al Gobierno que tome el control”, asegura, refiriéndose a las manifestaciones que se produjeron el pasado viernes en Bengasi contra el grupo Ansar–Al Sharía, sospechoso de haber provocado la muerte de Chris Stevens, embajador de Estados Unidos en Libia.

“Muchos de los combatientes que continúan armados pelearon contra el régimen de Gadafi y yo quiero un futuro para ellos, no sólo en el Ejército o en la Policía. Deben tener oportunidades para estudiar, trabajar en el sector privado, en empresas extranjeras, etc. La solución es integrarlos en el sistema, lo que probará que valoramos a nuestra gente. Si mejoramos la economía, la seguridad mejorará, porque habrá más oportunidades. Pero no podemos mejorar la economía si no hay seguridad”, opina.

Un país por hacer

El Consejo General Nacional Libio, una suerte de Parlamento interino, es la única institución democrática existente en estos momentos en Libia. Hace sólo unos días que Jibril, al frente de la coalición con mayor peso en este órgano, perdió la votación para convertirse en primer ministro, en detrimento de Mustafa Abu Sagur, apoyado por una mayoría de diputados independientes.

“La reconstrucción en Libia será muy distinta que en Egipto o en Túnez, donde hay un Ejército, Policía, unas instituciones. En Libia no hay Estado”, reflexiona el exprimer ministro, que se encuentra de visita en Egipto para asistir a un foro de líderes árabes centrado precisamente en la formación de los nuevos sistemas surgidos tras las revoluciones. “Ya tendremos tiempo de hablar de sistemas presidencialistas o parlamentarios cuando escribamos la Constitución. Lo importante es que la gente votó por un cuerpo que redactará esa Carta Magna y eso refleja la voluntad de cambio”, declara.

La Alianza de Fuerzas Nacionales, el grupo que dirige actualmente Jibril, está considerado como un movimiento liberal y moderado. Sin embargo, el dirigente se muestra partidario de un Gobierno basado en la ley islámica (sharía), como ya anunció en la Plaza de los Mártires de Trípoli, cuando cayó Gadafi. “En Occidente hay libertad de expresión, pero al insultar a la religión no estás respetando la libertad. Ha habido manifestaciones en todos los países musulmanes. Aquella película fue una provocación para dinamitar las relaciones entre distintos países. La libertad debe quedar plasmada en las Constituciones y hay que establecer unos límites”, agrega a propósito de las protestas generadas por la polémica película sobre el profeta.

En Libia esa revuelta tuvo su punto más peligroso y quizá más oscuro, con la muerte del embajador estadounidense. Jibril es consciente de las sombras que se ciernen sobre su país y de la trascendencia del nuevo equilibrio de fuerzas. Juega con fuego en medio de las llamas. “Algún grupo podría decidir quedarse fuera del sistema, pero creo que la mayoría querrán que se respeten sus derechos legítimos”, concluye.

Cuando se situó al frente del Consejo Nacional de Transición (CNT) libio cayó sobre sí el pesado lastre de haber servido durante cuatro años al régimen de Gadafi. Mientras buscaba en Europa que Francia o Gran Bretaña reconocieran a la nueva autoridad fue acusado de eludir los combates. Y a su regreso, todas las miradas apuntaron a la cúpula de su organización cuando fue asesinado en Bengasi el general rebelde Abdul Fatah Yunis. El sectarismo y la división siempre han rodeado a Mahmoud Jibril. Y ahora la idea de la reconciliación nacional cobija todos sus pensamientos.

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