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"Aló, el presidente al habla"
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EL RAIS EGIPCIO RESPONDE A LOS CIUDADANOS EN LA RADIO

"Aló, el presidente al habla"

El intenso sol cairota anuncia el ocaso. Cae la tarde, resuena la última llamada a la oración del día y los musulmanes se lanzan a romper

Foto: "Aló, el presidente al habla"
"Aló, el presidente al habla"

El intenso sol cairota anuncia el ocaso. Cae la tarde, resuena la última llamada a la oración del día y los musulmanes se lanzan a romper el ayuno. Mohamed para de forma abrupta el taxi en el que empezó a trabajar desde primeras horas de la mañana. Compra un paquete de tabaco y comienza a fumar impulsivamente. "El primer cigarrillo después del ramadán es el que mejor sabe", confiesa.

En la radio un redoble de tambores precede al mensaje solemne del locutor de una de las cadenas estatales anunciando la comparecencia del presidente. Un par de voces anónimas grabadas con una pésima calidad se anticipan al chirriante tono del islamista Mohamed Morsi. Desde que comenzó el ramadán, el nuevo rais protagoniza un espacio en las ondas en el que responde a las preguntas que le envían los ciudadanos.

"Felicito a todos los egipcios el ramadán. Durante este mes, nuestro país será un ejemplo de trabajo y civismo para todos", señala el presidente en el inicio de su discurso. Apenas tres minutos despúes, una nueva ráfaga da por finalizado el programa. El conductor sacude su cabeza para evidenciar que no ha quedado muy convencido. "La verdad, no me gusta mucho cómo habla, creo que no es demasiado bueno dirigiéndose al público", reconoce.

La voz de Morsi no desprende el calor que transmitían Eisenhower o Kennedy y su retórica está muy lejos del verbo suelto de Hugo Chávez. Al islamista le espantan las entrevistas y en los mítines de campaña era capaz de adormecer a una multitud entregada a la potente maquinaria desplegada por los Hermanos Musulmanes. Su nombramiento como presidente supuso la renuncia de los cargos que ocupaba en el movimiento religioso y ahora trata de construir una personalidad propia en paralelo a la cofradía que lo aupó a la más alta institución del Estado.

Ramadán, época para la propaganda

El nuevo programa se emite en hora punta durante los días de ramadán, cuando los musulmanes aumentan el número de horas que pasan pegados a los medios. La publicidad, las teleseries y los contenidos religiosos compiten por llegar a un mayor número de espectadores que descansan en sus hogares durante las horas de ayuno.

El director de la emisora, Magdy Suleiman, explicaba al periódico egipcio El Shoruk que los contenidos están grabados con antelación. Los ciudadanos pueden enviar sus preguntas a la radio estatal, pero son los periodistas quienes se encargan de escoger las más adecuadas y editar el mensaje completo junto a la alocución del presidente. Los temas pasan, sobre todo, por las preocupaciones sociales o económicas del día a día.

"Gobernaré de acuerdo a la ley", recalca Morsi en varias ocasiones durante su intervención. "Seré un presidente para todos los egipcios, para cristianos y musulmanes, y me ocuparé de los problemas de todos", remacha, en un discurso que no se aleja demasiado de los que ya pronunció en su investidura. El taxista subraya que "al menos no habla sólo del islam, se dirige a las preocupaciones que tenemos todos los ciudadanos". El rais trata de dejar a un lado la religión y durante los primeros días de su mandato ha insistido en mejorar la seguridad, la limpieza, el tráfico y la sanidad del caótico país norteafricano.

La radio estatal recoge estos mensajes, la misma emisora que hasta hace unos meses consideraba a los Hermanos Musulmanes un grupo proscrito. "La organización prohibida" era uno de los apelativos para refirse al grupo religioso, que nunca era llamado por su nombre. La voz de Mohamed Morsi retumba ahora en las frecuencias del Estado. "En el nombre de Dios, lleno de bondad y de misericordia", proclama el primer presidente islamista de la historia de Egipto. 

El intenso sol cairota anuncia el ocaso. Cae la tarde, resuena la última llamada a la oración del día y los musulmanes se lanzan a romper el ayuno. Mohamed para de forma abrupta el taxi en el que empezó a trabajar desde primeras horas de la mañana. Compra un paquete de tabaco y comienza a fumar impulsivamente. "El primer cigarrillo después del ramadán es el que mejor sabe", confiesa.