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La oposición siria asesta un golpe mortal al régimen de Al Assad
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UN ATENTADO EN DAMASCO ABRE UN NUEVO ESCENARIO EN LA GUERRA CIVIL

La oposición siria asesta un golpe mortal al régimen de Al Assad

Los rebeldes sirios se cobraron ayer la más jugosa de sus matanzas. El ataque contra la sede de la Seguridad Nacional de Damasco acabó con la

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La oposición siria asesta un golpe mortal al régimen de Al Assad

Los rebeldes sirios se cobraron ayer la más jugosa de sus matanzas. El ataque contra la sede de la Seguridad Nacional de Damasco acabó con la vida de los máximos responsables de Defensa y un asesor del presidente, al tiempo que dejó heridos al ministro del Interior y al jefe de la Seguridad Nacional. Los opositores alcanzaron el centro del sistema nervioso de un régimen que había mostrado fortaleza hasta la fecha.

Los analistas lo interpretan como un símbolo de debilidad del régimen, que deja en evidencia su vulnerabilidad. Los insurgentes aseguraron que lograron perpetrar el atentado gracias a la colaboración de varios agentes de seguridad del Gobierno de Al Assad. Los expertos también consideran que el principal logro de la oposición en estos 16 meses de revueltas también supondrá una inyección de moral para la insurgencia, que se ha mantenido dividida durante todo este tiempo.

En agosto de 2011, Bashar al Assad nombró al general Daud Abdelá Rayiha ministro de Defensa, precisamente para reprimir las protestas. El militar asesinado representa a la corriente cristiana, una religión minoritaria en Siria, que se negó a sumarse a las protestas por miedo a que el equilibrio confesional empeorara su situación. Su número dos, Asef Shaukat, era el cuñado del propio Al Assad y ejemplifica a la perfección un régimen asentado sobre los clanes familiares.

El hermano del presidente, Maher Al Assad, lidera la Cuarta División Acorazada, una de las pocas que se han mantenido activas desde el comienzo de las protestas. Bashar desde el Gobierno y Maher a través de las armas, han tratado de perpetuar un régimen heredado directamente de su padre, Hafez Al Assad, miembro de la confesión minoritaria alauí, una rama del islam chií. Mientras tanto, las tropas rebeldes se han ido alimentando de desertores del Ejército, principalmente suníes, la confesión mayoritaria en el país.

Al régimen se le agotan las balas en la recámara para sustituir a unos cuerpos nombrados por su fidelidad. Una de las primeras medidas que tomó, sin embargo, el Gobierno fue designar a un nuevo ministro de Defensa, que prometió “seguir combatiendo contra las bandas terroristas”. El aparato se comporta como un animal herido y su respuesta llegó con nuevos bombardeos, que según los grupos opositores causaron la muerte de unas 60 personas en todo el país.

Duros combates en las calles de Damasco

El Ejército Libre Sirio (ELS), quien reivindicó el atentado, celebró no obstante la muerte de los altos dirigentes de los cuerpos de seguridad. Nunca antes habían llegado tan lejos los insurgentes, que desde hace cuatro días luchan cuerpo a cuerpo en las calles de Damasco. Los mayores bandazos que había dado hasta ahora el régimen eran quizá distintas masacres desproporcionadas, que habían sembrado de bajas las filas opositoras.

Siria vive un importante punto de inflexión precisamente el día en que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tenía previsto votar una resolución para proseguir con las sanciones al régimen. Finalmente, la petición del enviado especial de la ONU, Kofi Annan, prosperó y ese documento se debatirá mañana. Rusia y China, dos de los principales sustentos del régimen de Al Assad, ya han reiterado que mantendrán su capacidad de veto.

Desde el departamento de Exteriores ruso insinuaron que la oposición trata de influir a la comunidad con “ataques terroristas mientras el Consejo de Seguridad intenta buscar una salida”. En Occidente apuestan por mantener las sanciones contra el régimen, mientras algunos miembros como Reino Unido amenazan incluso con una intervención armada.

Estados Unidos y la Unión Europea, que se han desmarcado en reiteradas ocasiones del régimen de Al Assad, condenaron ayer el atentado y mostraron su preocupación por la situación. El secretario de Estado norteamericano, Leon Panetta, reconoció que la violencia en Siria está alcanzando un punto “incontrolable”, aunque reiteró al Gobierno sirio que “renuncie y permita una transición pacífica”.

El documento de Ginebra, consensuado entre otros por los miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas hace unas semanas, propone un Gobierno de transición que incluya a miembros del régimen de Al Assad con miembros opositores. Sin embargo, los grupos rebeldes continúan muy divididos y la oposición externa no está dispuesta a sentarse en una misma mesa con los representantes del régimen. Los grupos armados se sienten hoy más respaldados, pero la situación parece cada vez más grave. Las milicias siguen asediando Damasco, mientras más de 16.000 personas han perdido la vida y centenares de miles han tenido que salir de sus casas.

Los rebeldes sirios se cobraron ayer la más jugosa de sus matanzas. El ataque contra la sede de la Seguridad Nacional de Damasco acabó con la vida de los máximos responsables de Defensa y un asesor del presidente, al tiempo que dejó heridos al ministro del Interior y al jefe de la Seguridad Nacional. Los opositores alcanzaron el centro del sistema nervioso de un régimen que había mostrado fortaleza hasta la fecha.