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Escocia se prepara para su independencia
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GRUPOS SEPARATISTAS BUSCAN UN REFERÉNDUM

Escocia se prepara para su independencia

Alex Salmond ha viajado muchas veces a Dublín, pero nunca antes había despertado tanta expectación como este viernes. El ministro principal de Escocia acudió

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Escocia se prepara para su independencia

Alex Salmond ha viajado muchas veces a Dublín, pero nunca antes había despertado tanta expectación como este viernes. El ministro principal de Escocia acudió al Consejo Británico-Irlandés. El encuentro tenía lugar en el Castillo de la ciudad, el mismo que fue sede del Gobierno británico en Irlanda hasta que los 26 condados que hoy forman la república lograron su independencia en 1922. La estampa por tanto tenía su aquel. Salmond nunca ha ocultado sus deseos de convertir algún día Escocia en un país independiente de Reino Unido y verlo allí, a escasos metros de la Oficina General de Correos en O´Connell Street, el lugar del Alzamiento de Pascua contra la dominación británica en 1916, daba lugar a muchas interpretaciones. Era, por tanto, la foto perfecta para culminar una semana en la que Londres y Edimburgo han empezado una auténtica batalla campal al grito de una palabra: referéndum

Fue la promesa de una consulta popular sobre las relaciones con Westminster la que dio a Salmond una victoria sin procedentes en las elecciones regionales del año pasado. Su formación, el Partido Nacionalista Escocés (SNP), se hizo con 69 de lo 129 escaños de Holyrood. Pero tras los comicios, el político nunca concretó una fecha y se limitó a decir que la llevaría a cabo en la segunda mitad de su legislatura. Fue entonces cuando comenzó la incertidumbre y ya se sabe que la incertidumbre –sea política o económica-, es la peor enemiga para los negocios. Aberdeen, tercera ciudad de Escocia, es la capital petrolera de Europa gracias a su puerto situado en el Mar del Norte y muchas compañías comenzaron a preguntarse si esto de la independencia iba en serio.

Actualmente, los ingresos fiscales del petróleo van al Gobierno británico, que se encarga de su redistribución. Los nacionalistas consideran que las decisiones económicas tomadas en Londres (como por ejemplo la del aumento en unos 2.273 millones de euros anuales los impuestos de la industria) o la política de tipos de interés, merman el desarrollo económico de Escocia. Pero los expertos no esconden su escepticismo cuando se les plantea una situación financiera de una Escocia independiente. 

Cameron, la llave para un referéndum

Por otra parte, no hay que obviar que el petróleo se agota. Y aunque Salmond cree en el que mar del Norte tiene su mina de oro, el tope en la producción se alcanzó en 1999 y el petróleo seguirá extrayéndose sólo hasta 2040. Cuando los inversores le manifestaron sus preocupaciones el premier David Cameron vio el gran momento para lanzar un ataque que tenía estudiado hace mucho tiempo: si se tiene que hacer un referéndum mejor antes que tarde. La fecha que ha dado a su colega escocés es junio de 2013, un año en el que aún coleará el patriotismo británico tras las pomposas celebraciones del 60 aniversario de la reina Isabel II en el trono y los Juegos Olímpicos de este verano.

Debido a que Salmond cuenta con mayoría en Holyrood uno podría pensar que Westminster tiene poco que opinar al respecto, pero los lazos que unen Londres y Edimburgo son complejos. Escocia se unió oficialmente a Inglaterra en 1707. Recuperó su autogobierno en 1999, con competencias en salud, educación y sistema penal, pero para temas constitucionales aún depende de Westminster. Por tanto, es Cameron el que tiene la llave para hacer que e resultado de un futuro referéndum sea vinculante o no. El “tory” se sabe con poder y aparte del tiempo, también ha puesto como condición que sólo se realice una única pregunta que admita tan sólo “sí” y “no” como respuesta. Esta es: ¿quiere permanecer en Reino Unido?

El premier descarta así la llamada devo max, la tercera vía que proponía Salmond y que contaba con más apoyos entre sus seguidores. Ésta ofrecía que Escocia recuperara todas las competencias financieras, pero manteniendo la corona, la libra esterlina, el ejército británico, la BBC y el Servicio Nacional de Salud.

Los grupos separatistas se ponen de moda

Pero Salmond ha ido rechazando una a una todas las propuestas del tory y ni siquiera se ha inmutado cuando el Chancellor George Osborne le ha amenazado con quitarle la libra y enfrentarle a las garras del euro. En un alarde de rebeldía, el líder del SNP ha dicho que las preguntas tendrán que ser planteadas como se establezca en Holyrrod y además ha fijado la consulta popular para otoño de 2014. La fecha es más significativa, ya que se celebra el aniversario de los 700 años de la llamada Batalla de Bannockburn, donde los escoceses ganaron a los ingleses al más estilo “Braveheart”.

Las encuestas, de momento, no le respaldan. El experto en sondeos John Curtice aseguró a la BBC que el apoyo a la independencia en Escocia se sitúa entre el 32 y el 38 por ciento, un porcentaje por debajo de los parámetros que se registraron la primera vez que el SNP ganó las elecciones en 2007. Una encuesta de YouGov realizada en abril de 2011 situó el respaldo ciudadano en un porcentaje aún menor - en un 28% - con un 57 por ciento de escoceses que se oponían a desvincularse por completo de Westminster.

El viernes Salmond invitó a Cameron y Nick Clegg para tratar el asunto, pero tanto el “premier” como su viceprimer ministro ha rechazo la invitación limitándose a mandar a Michael Moore, secretario de Estado para Escocia, con el que Salmond no quiere mediar palabra. Entre tanto, en Edimburgo otros políticos van tomando posiciones. Alistair Darling, ex ministro del Tesoro, Charles Kennedy, de los Liberal Demócratas, y la antigua líder de los conservadores escoceses Annabel Goldie ya han formado un grupo “antiseparatista”.    

Los roces entre los nacionalistas escoceses y Gobierno británico comenzaron en cuanto Cameron se trasladó a Downing Street. El Ejecutivo de coalición presentó un proyecto de ley sobre la materia con enmiendas a la “Ley de Escocia de 1998” con el que pretende darles más poderes, pero rechazando por completo la independencia. La Cámara de los Comunes le dio su aprobación el año pasado y está previsto que el 27 de enero se presente en la Cámara de los Lores. Supondría la mayor transferencia de competencias fiscales del Gobierno central desde la creación del Reino Unido, pero Holyrood, que tiene que dar su consentimiento legislativo, quiere bloquear el proyecto, ya que no está de acuerdo con las propuestas de impuesto sobre la renta.

Durante su visita a Dublín, Martin McGuinness, viceprimer ministro del Sinn Féin, bromeó con Salmond  diciéndole que Peter Robinson, primer ministro del Norte de Irlanda, y él disponían de un castillo de Belfast que estaría a su disposición para llevar a cabo un tratado de paz si las conversaciones con Cameron no llegaban a buen puerto. Sonó a sorna, pero, visto lo visto, en el futuro podría considerarse como una opción. 

Alex Salmond ha viajado muchas veces a Dublín, pero nunca antes había despertado tanta expectación como este viernes. El ministro principal de Escocia acudió al Consejo Británico-Irlandés. El encuentro tenía lugar en el Castillo de la ciudad, el mismo que fue sede del Gobierno británico en Irlanda hasta que los 26 condados que hoy forman la república lograron su independencia en 1922. La estampa por tanto tenía su aquel. Salmond nunca ha ocultado sus deseos de convertir algún día Escocia en un país independiente de Reino Unido y verlo allí, a escasos metros de la Oficina General de Correos en O´Connell Street, el lugar del Alzamiento de Pascua contra la dominación británica en 1916, daba lugar a muchas interpretaciones. Era, por tanto, la foto perfecta para culminar una semana en la que Londres y Edimburgo han empezado una auténtica batalla campal al grito de una palabra: referéndum