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Un ejemplo de racionalidad
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PRUEBA CHEVROLET MALIBU

Un ejemplo de racionalidad

Chevrolet es de las pocas marcas que en estos tiempos difíciles de crisis mantiene sus ventas en los mercados más afectados y crece en el resto

Chevrolet es de las pocas marcas que en estos tiempos difíciles de crisis mantiene sus ventas en los mercados más afectados y crece en el resto de los mercados de una forma destacada. Y es que su apuesta es la de ofrecer coches muy racionales, con materiales buenos pero sin excesos de lujos y con un equipamiento bastante completo, y todo ello con unos precios bastante ajustados.

El Chevrolet Malibu  es un vehículo legendario en el mercado americano, en el que lleva en venta desde los años sesenta, pero que ha sido bastante menos conocido en Europa ya que esta, que hace la octava generación del modelo en Estados Unidos, es la primera que se importa en España.  

La filosofía del conductor americano es la de buscar coches útiles, amplios y que aguanten sin problemas durante años. Esta es la filosofía del Volkswagen Jetta, un vehículo de dimensiones muy próximas a la del Passat, pero con una diferencia importante: mientras el Passat está pensado para los conductores europeos que buscan buena piel, terminaciones muy cuidadas y un sinfín de detalles de equipamiento, en el caso del Jetta es mucho normal, más austero. Y con el Malibu, y con otros modelos de Chevrolet, ocurre exactamente lo mismo.

Cuando uno entra en el Malibu, se da cuenta que es un coche muy racional, un vehículo sin muchos excesos aunque también muy bueno. En general se utilizan plásticos en todo el salpicadero, pero estos son buenos y sobre todo, todas las piezas encajan perfectamente. Es una buena terminación pero sin que cueste mucho dinero. Y eso ocurre incluso en la versión con el equipamiento más completo, que es la que hemos probado en esta ocasión. La calidad percibida es muy buena, porque el plástico principal de todo el salpicadero es blando y de un muy buen aspecto.    

Igualmente, al sentarse dentro uno tiene la sensación de que es un coche grande y bien pensado. Y por ello, tanto el conductor como todos los ocupantes, encuentran muchos sitios donde ir dejando las cosas que se llevan en los bolsillos, algo en lo que muchos coches también suspenden.

Hablemos ahora de las plazas. Nuestra unidad de pruebas, con el acabado LTZ, contaba con tapicería de cuero entre su equipamiento, lo que hace que tengan un aspecto mejor que los de tela. Las plazas delanteras son buenas, aunque debido al material en el que están terminados no sujetan demasiado bien el cuerpo en zonas viradas.

Y si hablamos del maletero, nuevamente el Malibu sale bien parado. Y eso a pesar de que no tiene portón trasero, y es un clásico tres volúmenes con maletero independiente. Pese a ello, el acceso al interior es bastante bueno y su capacidad, con 545 litros, está entre los buenos de su segmento. Los pasos de rueda no permiten que sea muy regular en sus formas.

Lo bueno es que pese a ser independiente su maletero, los asientos traseros se pueden plegar aumentando de esta forma su capacidad, lo que juega en su favor en cuanto a versatilidad de utilización, una clave en este modelo y en su filosofía de producto.

El Malibu ofrece un equipamiento realmente completo desde la versión de partida, pero mucho más en este caso de la versión LTZ, la más completa. Y es que el climatizador, los 6 airbags, un equipo de sonido con 9 altavoces, sensor de aparcamiento, control de crucero, navegador con pantalla táctil y un largo etcétera, son elementos de serie desde la versión básica, que cuesta 29.020 euros aunque tiene un descuento de 2.560 euros.

En cuanto al LTZ, el que hemos probado, aporta un climatizador bizona, llantas de 18 pulgadas, la tapicería de cuero,  faros de xenón y algunos elementos más, y el precio con la oferta incluida se queda en 28.915 euros.

El Malibu es un coche que no apuesta por el lujo, pero si por el confort y la amplitud, un modelo racional. Y por ello  aporta un motor interesante de gasóleo. Se trata de un dos litros que rinde 160 caballos y que mueve con mucha soltura este modelo. El motor no es de última generación, no es un motor caro y sofisticado, como nada en el modelo de Chevrolet.

Es por ello un motor racional, que funciona muy bien y que ofrece un consumo muy razonable. Dentro de este segmento los hay menos consumidores, pero también son más caros, y esa no es la filosofía que busca la marca norteamericana en sus modelos.

Es un motor que sube de vueltas con bastante decisión en el momento que se superan las 1.500 vueltas, desde poco más arriba del ralentí y lo hace con fuerza hasta llegar a las 2.500 vueltas, aunque luego empieza a flojear un poco. Pero entre las 1.500 y las 2.500 funciona realmente bien. Es un poco ruidoso, y eso se puede notar bajando la ventanilla, pero el coche está bastante bien aislado contra los ruidos y los ocupantes del vehículo pueden viajar bastante bien también en este sentido.

En cuanto a consumo, tampoco es un modelo que destaque por ser el menos consumidor, pero si es un vehículo razonable. Su valor homologado es de 5,1 litros, pero podemos estar rodando por carretera a medias razonables por debajo de los 6 litros, y eso para el coche que es, creo que es muy aceptable. Además, si se le pisa en exceso tampoco se dispara mucho el consumo.  

Hablemos de estabilidad. Y en este sentido el Malibu es un coche sobre todo confortable, pero que no compromete en ningún momento la buena estabilidad del vehículo. Su caja de cambios se maneja bien, los cambios se realizan bastante rápido y solo una sexta algo más larga penaliza su utilización. Es por ello una sexta más de ahorro que para rodar con agilidad. Y algo que me parece muy destacable es su equipo de frenos, que detiene con una gran eficacia a este modelo pese a que sus dimensiones son bastante grandes. De todas formas, su peso tampoco es excesivo, con ese valor de 1. 760 kilos.

Chevrolet tiene en este momento una gama de productos muy adecuada a la situación actual de crisis en la que vivimos en los últimos años. Productos buenos, bien terminados, con buena tecnología pero sin excesos, con buenos materiales, pero igualmente sin excesos de lujos. Un coche sin excesos para unos momentos en los que no se pueden, o no se deben hacer demasiados excesos.  

Chevrolet es de las pocas marcas que en estos tiempos difíciles de crisis mantiene sus ventas en los mercados más afectados y crece en el resto de los mercados de una forma destacada. Y es que su apuesta es la de ofrecer coches muy racionales, con materiales buenos pero sin excesos de lujos y con un equipamiento bastante completo, y todo ello con unos precios bastante ajustados.