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La balanza se inclina por la solución de Anchorage para La Seda: pagarán los accionistas
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MOREIRA TIRA LA TOALLA

La balanza se inclina por la solución de Anchorage para La Seda: pagarán los accionistas

La Seda de Barcelona negocia a contra reloj con los bancos acreedores la refinanciación de su deuda para evitar que en algo más de dos semanas caiga

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La balanza se inclina por la solución de Anchorage para La Seda: pagarán los accionistas

La Seda de Barcelona negocia a contra reloj con los bancos acreedores la refinanciación de su deuda para evitar que en algo más de dos semanas caiga otro clásico del Mercado Continuo. El 30 de abril vence el plazo para alcanzar un acuerdo y todo apunta a que la balanza empieza a inclinarse hacia el lado del fondo estadounidense Anchorage, principal acreedor de la química catalana. 

El jueves de la semana pasada, el consejo de La Seda se volvió a reunir, una vez más, con el sindicato del préstamo y el resultado de ese encuentro fue la renuncia al día siguiente del presidente de la compañía, el portugués Carlos Moreira, lo que hace intuir en qué dirección se va a resolver el conflicto finalmente.

Y es que mientras BA Vidrio quería evitar que los accionistas pagaran el grueso de la factura, la tesis de los acreedores liderados por Anchorage, que con algo menos del 40% de la deuda lidera el steering committee donde también se sientan HSBC y Deutsche Bank, pasaba por la dilución casi total de los mismos y un plan de negocio futuro. 

Así, el 15 de septiembre el grupo de dirige Moreira presentó un plan que pasaba por dividir la deuda entre las dos áreas de negocio, de manera que la de envasado, a la que llaman tramo A, le corresponderían 125 millones, y a la petroquímica, tramo B, los restantes 110. A partir de este punto, ofrecían mantener el negocio rentable de pet-packaging, sanearlo y refinanciarlo, mientras procedían a vender el petroquímico para liberarse así de la deuda asociada y pagar a los bancos la parte posible con el dinero obtenido.

Este plan fue rechazado por el sindicato de acreedores, para quienes los accionistas eran los que debían asumir la mayor parte del coste, por un lado provisionando los 110 millones del tramo B y por otro diluyendo su participación, con un reparto del nuevo capital del 5% para los accionistas y del 95% para los acreedores.

De acuerdo con la propuesta de Anchorage, la ampliación de capital resultaba innecesaria para dar liquidez a La Seda. En su lugar, el fondo abogó por un préstamo a través de deuda supersenior –derecho preferente en caso de quiebra- con garantías reales y a un tipo de interés del 15%. Esta propuesta de más deuda frente a la opción de más capital de la portuguesa necesitaría del apoyo del 51% de los accionistas y de al menos el 75% de los acreedores.

La química catalana arrastra una deuda de 235 millones de euros y registró unas pérdidas de 133,7 millones de euros en 2012, un 169,5% más que en el mismo periodo del año anterior. Además, en el caso de La Seda de Barcelona, más allá de los problemas financieros que afrontan otras compañías fruto del propio riesgo de las decisiones empresariales, “comparte con Pescanova una actitud de sus directivos que va más allá del propio riesgo empresarial y pone en duda la legalidad y diligencia de los gestores de la compañía”, aseguran a Cotizalia fuentes del mercado.

“Los nuevos gestores –que llegaron con el desembarco de BA Vidrio como máximo accionista tras la nueva ampliación de capital de 300 millones en 2010- han intentado revertir esta situación, pero el daño en la estructura del grupo es muy grande y, pese a los intentos de reflotar la empresa, la confianza del mercado en La Seda es prácticamente nula”, afirman. Tanto es así que desde 2007, cuando sus acciones rozaban los 200 euros, el valor ha caído a prácticamente cero.

De ahora y hasta el 30 de abril, compañía y acreedores tienen que perfilar los flecos de un acuerdo que salvaría a La Seda del concurso de acreedores y así poder reflotar la química de una vez por todas.

La Seda de Barcelona negocia a contra reloj con los bancos acreedores la refinanciación de su deuda para evitar que en algo más de dos semanas caiga otro clásico del Mercado Continuo. El 30 de abril vence el plazo para alcanzar un acuerdo y todo apunta a que la balanza empieza a inclinarse hacia el lado del fondo estadounidense Anchorage, principal acreedor de la química catalana.