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Lucha soterrada por ver quién manda en la Feria de Madrid
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Institución ferial de madrid (ifema)

Lucha soterrada por ver quién manda en la Feria de Madrid

Comunidad y Ayuntamiento pelean por el control de Ifema mientras tratan de reformar una entidad que hasta ahora ha sido conocida por ser un retiro dorado para políticos con sueldos desorbitados

Foto: Luis Cueto (de espaldas), Arturo Fernández, Engracia Hidalgo y Cristina Cifuentes  (Foto:Comunidad de Madrid)
Luis Cueto (de espaldas), Arturo Fernández, Engracia Hidalgo y Cristina Cifuentes (Foto:Comunidad de Madrid)

Todo el mundo sabe que en la Feria de Madrid, como en las demás ferias, ni se cierran grandes negocios ni se venden muchos productos. Y sin embargo –hay consenso general en esto– si uno quiere pintar algo en un sector no puede dejar de participar, acudir al pabellón, poner la mejor sonrisa en el 'stand' que se le asigne y repartir tarjetas de visita a todo aquel que pase por allí, sea político, cliente, periodista o empresario de la competencia. En resumen, “aquí vienes a ver y a que te vean”, dice un empleado en el pabellón que alberga estos días el Salón Internacional de la Movilidad.

Conviene no perder de vista ese entrecomillado porque, en gran parte, sirve para explicar por qué la Institución Ferial de Madrid (Ifema) siempre ha sido deseada por políticos y empresarios madrileños y por qué todo el mundo está dispuesto a pelear por ella, incluso cuando están de acuerdo en reformarla y evitar que siga siendo un aparcamiento de lujo para exgobernantes con sueldazos.

La batalla por el control de la Feria se libra estos días con sordina en los despachos de Ifema y de las nuevas autoridades recién elegidas en el Ayuntamiento y la Comunidad. La última disputa se vivió este lunes en una reunión del Comité Ejecutivo, órgano que se reúne una vez al mes y del que forman parte la mayoría de los protagonistas de esta historia. Estaban, entre otros, el presidente de Ifema, Luis Eduardo Cortés; el director general, Fermín Lucas; Arturo Fernández y Salvador Santos Campano, de la Cámara de Comercio; Engracia Hidalgo y Rocío Albert, de la Comunidad; y Luis Cueto, Carlos Sánchez y Marta Fernández-Pirla, del Ayuntamiento.

Ayuntamiento y Comunidad tuvieron una discusión por un contrato adjudicado al presidente de CEIM

Los asistentes hablaron de varios asuntos sobre los que no hubo discusión. Luis Eduardo Cortés y Fermín Lucas pusieron sus cargos a disposición del Comité para abandonar la entidad. Se decidió también utilizar los servicios de un 'headhunter' para contratar a una persona que sustituyera a Lucas, desde 1998 en el cargo, y disponer así de un nuevo director general con un perfil más profesional y menos político. Y se trató también el tema estrella: fijar en los estatutos que ningún miembro de un órgano de gobierno pueda contratar con la Feria.

Hasta ahí todo el mundo de acuerdo. El problema vino cuando se mencionó que la Feria acababa de contratar a Sending Transporte Urgente, empresa del actual presidente de la patronal madrileña CEIM, Juan Pablo Lázaro. Lázaro no está en Ifema, aunque en los últimos meses ha acudido como asesor invitado por la Comunidad a algunas reuniones sobre los cambios de estatutos. Además, hasta hace muy poco era visto como un hombre de Arturo Fernández, expresidente de la patronal y presidente de la Cámara de Comercio, que sí está en la comisión Ejecutiva de Ifema, que estaba presente en esa reunión y cuyas empresas de hostelería han recibido contratos de Ifema en medio del escándalo. El hostelero llegó a tener una deuda con Ifema de 1,27 millones de euros.

El contrato con Sending se firmó tras un concurso al que se presentaron otras empresas. Sending hizo la oferta más barata. Se le adjudicaron dos lotes de 80.000 y 60.000 euros para encargarse de la paquetería nacional e internacional de Ifema.

Pero las dudas no estaban tanto sobre el contrato como sobre el hecho de que esa fuera una empresa de Juan Pablo Lázaro, porque durante las negociaciones para reformar Ifema siempre ha sobrevolado la posibilidad de que otros agentes sociales, sindicatos u organizaciones empresariales, entraran en los órganos de gobierno de la Feria. CEIM podría ser una de esas organizaciones, cuya cercanía natural a la Comunidad y la Cámara de Comercio dejarían al Ayuntamiento en minoría. De ahí las suspicacias del Consistorio que ve cómo los equilibrios de poder podrían saltar por los aires y de ahí que Luis Cueto mostrara su oposición al contrato.

Juan Pablo Lázaro negó en una conversación telefónica con este diario que fuese a formar parte de Ifema, aunque acto seguido matizó su frase: “Y si llegara a formar parte, entonces renunciaría al contrato”, insistió el presidente de Sending y de CEIM.

“Si CEIM formara parte de Ifema, entonces renunciaría al contrato de mi empresa Sending”, dice el presidente de la patronal madrileña

Todavía no está claro si finalmente otras organizaciones formarán parte de Ifema. Si la patronal madrileña entrara, el Ayuntamiento trataría de buscar un contrapeso con otras organizaciones. Lo que sí parece, al menos en las formas, es que Comunidad y Ayuntamiento se han propuesto que los nuevos vientos de la política lleguen a la Feria.

Ambos quieren evitar que Ifema se convierta en un retiro dorado y pretenden impedir que sus contratos se usen para pagar favores a amigos, que sea un lugar más profesional y que sea conocida solo por ser una de las ferias más importantes del mundo.

Las dos administraciones han acordado también que quienes estén en los órganos de Gobierno no cobren un sueldo. El Ayuntamiento denunció hace unos días que entre tres directivos de Ifema se habían gastado entre sueldos, coches y tarjetas más de siete millones de euros en 10 años.

Pese a esos dispendios, Ifema es una entidad saneada, sin deudas y que no recibe subvenciones. Los políticos suelen decir que “es un motor económico de la región” y señalan siempre que el impacto económico generado por las ferias en Madrid es de 2.000 millones de euros al año, cifras que salen de las plazas hoteleras y el gasto general de los visitantes.

Es jueves por la mañana y la Feria está hasta arriba de adolescentes. Algunos han faltado a clase para asistir al Madrid Games Week, la feria del Videojuego en España y se pasan la mañana probando juegos y comprando camisetas de sus personajes favoritos. Un grupo se organiza para probar unas gafas de realidad virtual. Hay azafatos, monitores, diyéis y mucha música retumbando en las paredes de los pabellones 8 y 10.

La semana del videojuego es la feria estrella estos días en Ifema, la que más atención capta y a la que más gente asiste. En el Salón del Internacional de la Movilidad Segura, en el pabellón 5, el ambiente es muy distinto, más empresarial, con tipos de traje y corbata probando luces de policía y camareros cortando jamón. Ifema acogió en 2014, un total de 474 eventos y convocatorias y sigue peleando con la Fira de Barcelona por ser la primera feria de España. Los últimos éxitos han sido para los catalanes, que se llevaron el Mobile World Congress, la feria de los móviles, pese a que Madrid había iniciado las negociaciones.

“Ellos se llevaron millones en subvenciones y por eso la Mobile World se fue allí”, dice un trabajador de Ifema, que habla con orgullo de Ifema. No da su nombre. Por alguna razón, los empleados prefieren no hablar para un medio de comunicación, ni siquiera bajo la condición del anonimato. “Aquí, si hay un evento, la gente se espera a que el político empiece a comer antes de empezar a coger de las bandejas”, dice una persona que ha trabajado para la Feria.

Quizá ese tipo de actitudes acaben pronto en Ifema. Los trabajadores reconocen que hay aires de cambio y que se han reunido con más políticos en lo que va de legislatura que en los últimos cuatro años. Quieren estar en la Junta rectora de Ifema, sin voto, pero quieren estar para vigilar y saber qué decisiones se toman.

Antes de que den las dos de la tarde hace acto de presencia por el Pabellón 9, Fermín Lucas, que todavía es director general de la Feria. Lleva siéndolo desde 1998. El hombre se deja llevar por sus acompañantes, que le guían por el Salón de Productos para la Infancia. Para alguien que sabe que Lucas ya tiene los días contados en Ifema, el rostro del político y su forma de andar indican que ya no está allí para que le vean sino para cumplir sus últimos días al frente de Ifema. Él y Luis Eduardo Cortés son los últimos dinosaurios, como se les ha llamado en la prensa, los políticos que acababan en la Feria cuando ya nadie sabía qué hacer con ellos.

Falta alguien más por abandonar Ifema. Arturo Fernández. El presidente de la Cámara de Comercio arrastra una larga cadena de escándalos, desde el gasto de las tarjetas Black de Bankia a la enorme deuda que tiene contraída con la Feria. Pero hasta que no salga de la Cámara seguirá teniendo un puesto en los órganos de Gobierno de Ifema. La Comunidad de Madrid, el organismo que por ley debe convocar las elecciones camerales, lleva un año y medio dándole fuelle a Fernández. Cuando las convoquen, el hombre a sustituirle puede ser Juan Pablo Lázaro, si es que se cumple la costumbre de los últimos años de que Cámara y patronal tengan el mismo presidente. Será entonces cuando Lázaro tenga que renunciar al contrato de paquetería que Ifema ha adjudicado a su empresa Sending, si es que quiere cumplir lo que ha dicho en este reportaje.

Mientras tanto, Arturo Fernández está cada vez más solo. Nadie habla públicamente de nombres, pero en privado sí se da por sentado que Fernández es el último dinosaurio que queda en Ifema. Y que la imagen del empresario desentonará en la nueva foto de grupo de una entidad transparente que aspira a ser la primera del mundo. Porque después de todo, la feria va de salir en la foto, de ir a ver y que te vean.

Todo el mundo sabe que en la Feria de Madrid, como en las demás ferias, ni se cierran grandes negocios ni se venden muchos productos. Y sin embargo –hay consenso general en esto– si uno quiere pintar algo en un sector no puede dejar de participar, acudir al pabellón, poner la mejor sonrisa en el 'stand' que se le asigne y repartir tarjetas de visita a todo aquel que pase por allí, sea político, cliente, periodista o empresario de la competencia. En resumen, “aquí vienes a ver y a que te vean”, dice un empleado en el pabellón que alberga estos días el Salón Internacional de la Movilidad.

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