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Pablo Iglesias se quita la careta en Vistalegre: esta es la filosofía de Podemos
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LA LECTURA DE LOS EXPERTOS EN COMUNICACIÓN

Pablo Iglesias se quita la careta en Vistalegre: esta es la filosofía de Podemos

El congreso de Vistalegre ha escenificado las fortalezas y las debilidades de una formación que aspira a gobernar y llegar a la centralidad política

Foto: Pablo Iglesias, durante el discurso de apertura del congreso de Podemos en Vistalegre. (Daniel Muñoz)
Pablo Iglesias, durante el discurso de apertura del congreso de Podemos en Vistalegre. (Daniel Muñoz)

El congreso de Vistalegre, más allá de sintetizar los nueve meses de singladura de Podemos, ha escenificado las fortalezas y las debilidades de una formación política que aspira a gobernar, llevar sus mensajes a la centralidad política y aglutinar el descontento sistémico de las mayorías sociales afectadas por la crisis económica y su gestión política. El análisis más superficial se limita al aspecto cuantitativo, que remite a la clásica y comparativa guerra de cifras (desde las filas socialistas se remarcó esta analogía presumiendo de que “Zapatero sí que llenó Vistalagre, no como Pablo Iglesias”). Sin embargo, el análisis discursivo, en clave de comunicación política, permite identificar mejor la estrategia presente y futura de esta formación, así como las causas y consecuencias de sus aciertos y errores.

La apuesta de Iglesias por un liderazgo duro, arriesgando al todo o nada, quedó patente en afirmaciones como “el cielo no se alcanza por consenso, se toma por asalto” o “a veces, el consenso es una forma de censura, aquí no pactamos familias”, así como en la amenaza de que daría un paso atrás si su propuesta de partido no salía vencedora en las votaciones. Mensajes que volvió a recalcar ayer durante la presentación de su último libro y que para Julián Santamaría, catedrático en Comunicación Política y exasesor de campaña de Felipe González, reflejan ciertas contradicciones con la filosofía fundacional del partido. “Por un lado, Iglesias tacha a los demás partidos de casta, pero por otro propone que su partido se articule de la misma manera. Creo que estas contradicciones, que ya comienzan a cristalizarse, trasmiten una cierta sensación de falta de sinceridad y oportunismo”, añade Santamaría. Asimismo, el experto electoral acusa a Podemos de evitar pronunciarse sobre temas polémicos “que dividirían a su electorado potencial, como el aborto o la cuestión territorial”.

Vídeo: Intervención del Pablo Iglesias en Vistalegre, el día 18

Las etiquetas son un elemento del que Pablo Iglesias y los demás líderes del partido siempre han tratado de rehuir (ni de izquierdas ni de derechas, ni a favor ni en contra de los procesos secesionistas, etc.), pero además de las palabras, las acciones y las omisiones tienen una carga simbólica que permite leer su posición. “Casi todo el mundo ha pasado por alto, no sé si por incultura política o porque quienes cubrían el congreso de Vistalegre ya se habían ido, que éste cerró cantando en castellano y en catalán L’estaca de Lluis Llach”, apunta Víctor Sampedro, catedrático de Comunicación Política de la Universidad Rey Juan Carlos.

Para Sampedro, este simbólico gesto arrastra una fuerte carga política: “Llach fue el cantautor de los represaliados, el cantautor prohibido que claramente se situó en la izquierda extraparlamentaria al reivindicar a los muertos de Vitoria, víctimas de Martín Villa, hombre clave y pilar incuestionable de la Transición”. La entonación desde el escenario de este “himno” de la lucha antifranquista por parte del grupo promotor de Podemos quizá diga más sobre la filosofía de Podemos que las frases descontextualizadas extraídas de las intervenciones de Iglesias. Y es que, como añade el catedrático de Comunicación Política, “yo, personalmente, tuve la sensación de un déjà vu, de un concierto del PSOE que acabó en el estadio de Riazor, precisamente, con esa canción y los mecheros encendidos. Para mí, es un guiño de que, el grupo dirigente de Podemos, al menos, es nacionalista español en el sentido de defender un Estado plurinacional hasta sus últimas consecuencias, basado en la libre expresión de la ciudadanía en sus territorios. Quien no lo quiera entender así es porque pretende invisibilizarlo o desconoce sus raíces y calado político”.

Público asistente al encuentro celebrado en Vistalegre. (Daniel Muñoz)La ruptura con las instituciones del 78

La cuestión territorial no fue un tema que saliese demasiado al escenario durante las ponencias de los militantes, más allá de alguna referencia al federalismo lanzada por miembros del Círculo de Tenerife. La experta en Comunicación Política y asesora en el Senado del grupo Entesa, Inma Aguilar, sí acusa la inexistencia del eje territorial en el discurso del partido. “En su mundo no existe el eje del federalismo frente a centralismo. Quizá porque no les aporte demasiado, porque buscan ir solos y dejar fuera al resto, incluidos IU o los partidos de izquierda más radical, o simplemente porque quieren conectar con el voto moderado y central, por lo que cualquier referencia a los elementos territoriales es meterse en aguas turbulentas”, apunta Aguilar.

En opinión de Aguilar, el propio movimiento 15-M contó con ciertas dosis de centralismo, a pesar de que se tiende hacia un modelo más bien federal para resolver el conflicto territorial. “Seguramente que Podemos evita este elemento porque puede repeler, aunque tampoco hay una gran demanda interna sobre la necesidad de tratarlo”, matiza. Pese a ello, añade que este posicionamiento “es un poco involucionista en lo que respecta al camino federalista que sí defienden otros partidos”.

Respecto al eje ideológico existen menos dudas en torno al posicionamiento político de Podemos, a pesar del rechazo por parte de sus líderes a enmarcase en la izquierda o en la derecha. “Es evidente que su posición en el eje ideológico está clara”, considera la experta en Comunicación Política. Sin embargo, explica que en estos momentos no puede trabajarse, en términos de marketing político, con las concepciones de izquierda y derecha: “la gente no compra ideología, la gente compra esperanza, empoderamiento. Por eso funcionan bien los anclajes viejo contra nuevo o ciudadanía contra casta o élite”. Un juego discursivo que pone al descubierto, dice Aguilar, “sus ‘marketinianas’ fórmulas de relación con las bases”.

Unas bases que, emulando la composición del 15-M, destacan por su carácter plural y heterogéneo. Como señala Sampedro, la militancia de Podemos se parece mucho “a la militancia de las primeras plataformas antifranquistas, de aquellas en las que Felipe González reunía a un espectro que iba de la democracia cristiana a las fuerzas extraparlamentarias, de izquierda anticapitalista y que en el caso de Podemos fueron la base de su organización inicial. Suresnes, en todo caso, vendría después”.

La composición de las bases de Podemos lleva a Sampedro a interpretar que esta formación “no puede ser un experimento ex novo ni prototipo completamente pionero en sentido de que es deudor de unas tradiciones. Su militancia activa se ha forjado o bien en la disidencia social, el eurocomunismo o la izquierda extraparlamentaria, mientras que sus simpatizantes traducen un consenso transversal, de aquellos de que se oponen tanto a las medidas económicas en curso como a las instituciones del 78, en crisis y en caída libre”.

Las lógicas de la nueva política

La escenificación de las divergencias internas, principalmente entre dos grandes modelos que encabezan el equipo de Iglesias, por un lado, y el de los europarlamentarios Pablo Echenique, Teresa Rodríguez y Lola Sánchez por otro, no representa ningún tipo de problema ni peligro para la formación, según Aguilar. Para justificarlo, se remite a un artículo de opinión del periodista Esteban Hernández, en el que minimiza el efecto de las posibles disputas internas para señalar lo que considera los verdaderos retos de la formación (ganar la centralidad con discursos de mayorías). “Su problema no es que haya corrientes internas porque en un proceso en ascenso, las discrepancias son muy controlables. Llegar a acuerdos será fácil para ellos porque tienen un objetivo muy claro a la vista, que es ganar. Cuando las encuestas o los resultados electorales son negativos es cuando puede desmoronarse un proyecto o desaparecer algunas de sus familias, pero en Podemos ahora están en la situación contraria”.

El uso de las herramientas telemáticas durante el congreso, que permitían al público proponer y votar las preguntas a las que posteriormente tendrían que responder los ponentes, es otra de las claves que destaca el especialista en opinión pública. “El uso que los partidos hacían antes de estas herramientas tenía como finalidad asumir la fachada digital, pero no la lógica digital. Es decir, ‘un postureo digital’ basado en la apertura de cuentas en redes sociales, blogs de campaña electoral, actualización continua de páginas web, etc., pero sin aceptar la capacidad de los militantes para interactuar con las estructuras del partido”. En definitiva, vieja y nueva política están presentes en Podemos, y no sólo porque, como definen algunos analistas, “la nueva política no es más que vieja política pero votando por internet”.

El congreso de Vistalegre, más allá de sintetizar los nueve meses de singladura de Podemos, ha escenificado las fortalezas y las debilidades de una formación política que aspira a gobernar, llevar sus mensajes a la centralidad política y aglutinar el descontento sistémico de las mayorías sociales afectadas por la crisis económica y su gestión política. El análisis más superficial se limita al aspecto cuantitativo, que remite a la clásica y comparativa guerra de cifras (desde las filas socialistas se remarcó esta analogía presumiendo de que “Zapatero sí que llenó Vistalagre, no como Pablo Iglesias”). Sin embargo, el análisis discursivo, en clave de comunicación política, permite identificar mejor la estrategia presente y futura de esta formación, así como las causas y consecuencias de sus aciertos y errores.

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