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El falso cura que fue a casa de Bárcenas, en el juicio: "Quiero dejar de escuchar voces"
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ESCENA DE LOCURA EN EL JUICIO

El falso cura que fue a casa de Bárcenas, en el juicio: "Quiero dejar de escuchar voces"

Enrique Olivares, acusado de entrar en casa de Luis Bárcenas, que apuntó con un revólver a su mujer e hijo, ha representado una escena de locura

Foto: Rosalía Iglesias (c) acompañada de su abogada, María Dolores Márquez de Prado (i), y de su empleada del hogar, a su llegada a la Audiencia Provincial (EFE)
Rosalía Iglesias (c) acompañada de su abogada, María Dolores Márquez de Prado (i), y de su empleada del hogar, a su llegada a la Audiencia Provincial (EFE)

Enrique Olivares, acusado de entrar en casa de Luis Bárcenas en octubre del año pasado y apuntar con un revólver a su mujer e hijo y a la empleada del hogar, ha representado durante el juicio una escena de locura. Cuando ha iniciado a contestar a las preguntas de fiscal, pasados los cinco minutos ha comenzado a ponerse muy nervioso. “Condénenme a lo que sea pero que me dejen estas voces”, ha gritado.

Ante la expectación del tribunal y de los abogados, el acusado ha continuado: “Sálganse de mi cabeza. Déjenme en paz. Váyanse ya. No quiero escuchar más voces. ¡Qué se vayan!”, ha gritado. Ante esta escena, el presidente del tribunal ha parado la vista durante diez minutos para que su abogado le explique las maneras de comportarse ante un tribunal.

Precisamente, su letrado solicita la libre absolución por un trastorno de personalidad diagnosticado, mientras que el fiscal pide 18 años de prisión por tres delitos de detención ilegal, dos de coacciones, uno de tenencia ilícita de armas y tres faltas de lesiones, por haber entrado en el domicilio, haberles amordazado y encañonado con un revólver.

Al inicio del interrogatorio, se ha declarado “culpable con reparos”. Así ha explicado que fue a casa de Bárcenas porque en todos los medios de comunicación se había dicho cuál era su domicilio. Iba vestido de negro con un alzacuellos, disfrazado de sacerdote. Ha indicado que se hizo pasar por el padre Enrique, que había ido a hablar por la libertad de Bárcenas y la asistenta le dejó pasar.

El fiscal ha seguido preguntándole por qué había entrado y quién se encontraba en la casa, pero el acusado ya empezó a contestar con enfrentamientos al fiscal. “No me acuerdo mucho. Mi mente está en una nebulosa”, ha indicado, antes de pedir que le preguntaran sólo para contestar sí o no.

El fiscal le ha recordado que puede no contestar sus preguntas, pero ha querido continuar. “Vengo con la cabeza alta y el corazón limpio”. A partir de ahí, empezó con los temblores y se acabó el interrogatorio. Una vez que el tribunal ha despejado la sala, se ha llamado a un médico forense para que se examinara a Olivares.

“Si moríamos ese día, mi marido también”

Una vez analizado el acusado, el médico forense determinó que ese ataque de locura había sido “simulado”, por lo que el tribunal ordenó que se retomara el juicio. Como testigo ha acudido la mujer de Bárcenas, Rosalía Iglesias, a quien el Olivares ató con unas bridas y amenazó con matarla. Durante su interrogatorio, explicó que, momentos antes de que su hijo Guillermo, también atado, consiguiera liberarse de las bridas, ella veía que era el fin. Después de amenazarla en varias ocasiones con dispararle si no le entregaba los documentos que supuestamente guarda en su casa, Iglesias pensó que los mataba. “Si moríamos ese día, mi marido también. Y eso podía beneficiar a mucha gente”.

Según la testigo, el falso cura le dijo que había ido a recoger unos pendrives “para derrocar al Gobierno”. Según asegura, él le apuntó que en su casa no se había hecho ningún registro. “Quien me ha mandado sabe que la documentación está aquí”, recuerda. La versión de la esposa del extesorero popular ha sido confirmada por la interna que tiene trabajando en su casa, quien, entre lágrimas, ha señalado que “la señora” le decía al hombre que no tenía nada, que todos los papeles que tenían ya los tenía el juez. Según Iglesias, durante el cautiverio, el ahora acusado preguntó a la asistenta, Victoria, de dónde procedía, después de darle una pastilla para la tensión por su estado de nervios. “De Santo Domingo, señor. No te preocupes, negrita, que yo soy socialista y no te voy a matar”, le espetó. Aun así, también amenazó a los tres asegurándoles que él había estado en la guerrilla, donde ha matado a muchas personas. “Tres muertos más no me va a importar”, ha recordado la mujer de Bárcenas.

Durante casi una hora que estuvieron retenidos, los tres rehenes temieron por sus vidas. Iglesias ha explicado que su hijo consiguió quitarse las bridas por la rabia que tenía dentro. Cuando lo consiguió atacó al falso sacerdote, le dio un cabezazo, le quitaron el arma y forcejeó hasta que dieron la voz de alarma y acudió la policía.

La protección de Rosalía Iglesias

En este juicio se ha comprobado la protección que hoy por hoy tiene la mujer de Bárcenas, a pesar de estar imputada en la trama Gürtel y que el juez de la Audiencia Nacional le haya embargado todos sus bienes, después de comprobar que tanto ella como su marido seguían moviendo dinero para intentar ocultarlo a la Hacienda Pública una vez que se descubrieron sus cuentas en Suiza.

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A día de hoy, sigue trabajando para ella un chico de seguridad, que durante años fue conductor de Luis Bárcenas cuando trabajaba en la sede de Génova. El joven, llamado Sergio, ha sido quien ha traído a Iglesias al juicio y quien se la ha llevado al final de la vista. Es más, él mismo ha declarado en la vista como testigo porque el día del secuestro estaba en las inmediaciones. Durante el interrogatorio, no ha explicado su relación contractual con la familia y simplemente ha asegurado ser amigo suyo.

No sólo eso, el trato que se le ha dado a la mujer de Bárcenas, que mañana tiene que declarar junto a su marido en la Audiencia Nacional, ha sido distinto al de cualquier otro testigo. Durante el receso que ha habido en el juicio, agentes de seguridad de la Audiencia Provincial de Madrid han impedido la entrada en el baño cuando ella estaba dentro, lo que ha causado sorpresa a los allí presentes.

Enrique Olivares, acusado de entrar en casa de Luis Bárcenas en octubre del año pasado y apuntar con un revólver a su mujer e hijo y a la empleada del hogar, ha representado durante el juicio una escena de locura. Cuando ha iniciado a contestar a las preguntas de fiscal, pasados los cinco minutos ha comenzado a ponerse muy nervioso. “Condénenme a lo que sea pero que me dejen estas voces”, ha gritado.

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